La tentación del abismo —un vacío fabricado con barbitúricos, hipodérmicas y disparos en la sien— configuró desde siempre el estereotipo del rockero torturado, carne de cañón en una industria que, siempre solícita, supo ponerle nombre a esos muertos. Ahí está, por ejemplo, ‘el club de los 27’ —Jones, Morrison, Joplin, Hendrix, Cobain y Winehouse—, gente que murió exactamente a esa edad. Y aunque también Ian Curtis (24), Nick Drake (26), Tim Buckley (28), Elliott Smith (34) y Johnny Thunders (38) vivieron rápido y murieron jóvenes, no estamos tan seguros que sus suicidios hayan producido unos cadáveres precisamente hermosos.
Lo cierto es que caminar por el lado salvaje, sobrevivir al infierno y ser jóvenes por siempre —“espero morir antes de envejecer”, cantaba Pete Townsend en 1965— era la consigna. Tiempos pretéritos aquellos, sin duda. Porque quizás la fortuna, el desmarque generacional o la justicia poética determinaron que colectivos fundacionales sobrevivan a su propio mito y permanezcan en actividad 58 años después de haberse subido al escenario por primera vez. Hablamos, claro, de ‘sus majestades satánicas’: con mil batallas sobre sus espaldas y una exultante vitalidad, todo indica que Mick Jagger (77), Keith Richards (77), Charlie Watts (79) y el cumpleañero Ronnie Wood (73) efectivamente pactaron con el diablo.
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“Prefiero estar muerto que cantar ‘Satisfaction’ cuando tenga 45 años”, le dijo un Mick Jagger de 31 años a la revista People. Han pasado 46 y ninguno de los dos está bajo tierra. Ni la considerada segunda mejor canción de rock de todos los tiempos ni su intérprete, padre de ocho hijos en cinco mujeres, cinco nietos y bisabuelo. Wood tiene seis hijos, seis nietos y combate el alcoholismo coleccionando estampillas. Watts, una hija y una nieta. Colecciona caballos árabes. Richards tiene cinco hijos, cinco nietos, le sigue gustando el caballo y declara: “Durante 10 años fui el primero en la lista de los que podían morir. Unos médicos me dijeron que me quedaban seis meses de vida, pero terminé yendo a sus funerales”.
CEMENTERIO DE GUITARRAS
Sir Michael Philip Jagger es, sin duda, quien personifica a la estrella de rock. Pronto tendrá ochenta años y su figura de veleta funciona como el arquetipo dionisíaco de la juventud eterna. Su elástica humanidad sigue siendo el percutor perfecto para la autoinvención. Tiene casi ochenta años y sigue monopolizando una plasticidad sexual que ya es parte sustancial de la cultura juvenil contemporánea. En 2014 desenterraron un fósil que hace 19 millones de años habitaba un estuario pantanoso del Sáhara egipcio. Por su prominente hocico con ocho terminaciones nerviosas conectadas a una lengua incansable fue llamado de la única manera posible: “Jaggermeryx naida”.
Con 58 años al servicio del respetable y un cementerio de guitarras a su alrededor, The Who es otro de los grandes colectivos que parece no tener fin. Sobrevivientes a una trama hecha de separaciones, sobredosis, muertos y heridos, Roger Daltrey (76) y Pete Townshend (75) disfrutan su tercera edad sin otras adicciones que hacer películas y escribir libros, respectivamente. Con un año más de antigüedad, de los hermanos Wilson que generaron Beach Boys únicamente sobrevive el líder Brian (78). Sedado por un cóctel psicoactivo, las últimas noticias daban cuenta de las escasas posibilidades de recuperar al llamado ‘Mozart de los años sesenta’.
Quienes parecen estar con la carrocería intacta son Ringo Starr (80) y Paul McCartney (78). Recuperado de ese largo ‘blackout’ que sobrevino a su embriaguez post Beatles, el célebre baterista zurdo tuvo tres hijos y después de algunos escandaletes maritales vive tranquilamente con su mujer actual. McCartney tenía 25 años cuando se imaginó calvo, arreglando el jardín de una casa de veraneo y jugando con sus nietos (“When I’m sixty four” de Sgt. Peppers). Se equivocó. Con tres matrimonios y cinco hijos, es un músico que sigue llenando estadios y es considerado el mejor compositor de todos los tiempos después de Bob Dylan.
RONRONEO ELÉCTRICO
Acaba de cumplir 79 y su status como músico, compositor, cantante y poeta se consolidó definitivamente con la obtención del Nobel de Literatura. Desde su placidez hogareña en Malibú, el 19 de junio lanzará “Rough and Rowdy Ways”, su trigésimo noveno álbum de estudio después de ocho años de silencio. Y si Roger Waters a los 77 sigue más activo y activista que nunca, solo el coronavirus frenó a Rod Stewart (75), el viejo lobo de mar autor de “Forever Young”. Luego de superar un cáncer de próstata y tiroides, sigue de juerga intentando colarse a fiestas ajenas. No así Elton John (73). Si en los ochenta tenía que cumplir los 12 pasos de desintoxicación en alcohólicos anónimos, hoy es un esposo en estado de reposo.
Igual que Eric ‘mano lenta’ Clapton (75), víctima de neuropatía periférica y una afección acústica llamada tinnitus. Nada de lo cual ocurre con esa iguana de estriada pelambre. Ya limpio y desintoxicado, carga dos docenas de discos, cuarenta títulos en su filmografía y si no sigue lanzándose del escenario ni aterrorizando a la gente no sería quien es: Iggy Pop (73). Otro que tuvo una vida demencial —miccionar en la copa de los ejecutivos de la CBS, decapitar palomas con los dientes y haber sido mordido por un murciélago en el escenario—, es Ozzy Osbourne (72). Es un verdadero milagro que esté vivo. Tiene Parkinson, pero es uno de los abuelos más carismáticos del mundo.
Musa incombustible del punk, Debbie Harry (75) vive tranquilamente con sus cuatro perros en Nueva Jersey, pero conserva la fina estampa de pin-up e incombustible sex symbol. Brillante y andrógina, Patti Smith (74) conserva su icónico perfil de sacerdotisa underground escribiendo poesía en su casa de Manhattan. De vez en cuando sale a cantar acústicos y a leer sus versos. Pero cuando hay una protesta justa, siempre aparece. Como esa vez que los peruanos de Nueva York salieron contra el indulto. Será su hija Jesse quien acompañe el ronroneo alienígena de Laurie Anderson (73), que sigue experimentando con la electrónica. Esa que envolvió los últimos días de meditación trascendental a su esposo Lou Reed.
DUROS DE MATAR
La supuesta veteranía de Jimmy Page (76), John Fogerty (75), David Gilmour (74), Neil Young (72), Robert Plant (72) o Bruce Springsteen (71) palidece ante el exultante crooner Tony Bennett (92), el rey del calypso Harry Belafonte (92) o el cantante Burt Bacharach (91). Sin olvidar al camaleón del blues John Mayall (87), al último héroe del delta del Mississippi (Buddy Guy, 84), al inacabable Jerry Lee Lewis (85), que sigue grabando discos, y a Willie Nelson (87), cuya gira interestatal junto a los no menos longevos ZZ Top debe ser lo primero que se reactive cuando pase la pandemia.
Y hablando en español, el indomable Miguel Ríos (76) anuncia la reanudación de su gira Synphonic Ríos que llevará su himno de la alegría por toda España. Considerablemente menos activo a sus escasos 68 años, Charly García acaba de ser internado en una clínica bonaerense que, hisopado mediante, descartó coronavirus. ‘Papi’ Castrillón (75) —compañero de Erwin Flores (73) en Los Saicos— debe ser el rockero peruano más antiguo. Ambos viven en Washington. La plenitud de Pico Egoaguirre (72) contrasta con la de Gerardo Manuel (74), aquejado por un derrame cerebral que derivó en Parkinson. Hace tiempo dejó en silencio Disco Club - La Resistencia, la radio que administraba por Internet.
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