Piense en una escena del fin del mundo como esta: en medio de una cegadora y ensordecedora tormenta de arena, de pronto encuentra usted una caja musical con la canción de cuna más antigua y más hermosa que su memoria recuerde. Hay belleza en esa catástrofe.
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Algo así es el shoegazing, ese género discreto que construye melodías dulcísimas, pero recubiertas de capas y capas de ruido. Y entre en sus representantes más selectos está Slowdive, la banda inglesa que desapareció del mapa tras unos años de relativo éxito a inicios de los 90 –con discos claves como “Just For a Day” (1991), “Souvlaki” (1993) y “Pygmalion” (1995)–, y que recién esta semana vuelve con nuevo disco luego de 22 años. El lanzamiento, además, los traerá a Lima para un concierto hasta hace poco impensado.
“Tocaremos cuatro o cinco canciones del nuevo álbum y lo demás serán nuestros temas del pasado –responde a El Comercio su bajista, Nick Chaplin–. Somos conscientes de que nunca hemos tocado en el Perú y que la gente querrá escuchar sus viejas favoritas”.
NUEVOS TIEMPOS
El shoegazing fue una movida menor y fugaz, representada también por bandas como My Bloody Valentine, Ride o Chapterhouse. “La escena que se celebra a sí misma”, la describían no sin ironía en aquella época. Y uno de los motivos de su desaparición fue el auge del britpop, que a punta de energía y atrevimiento terminó por opacar a dicho género más bien mustio e introspectivo.
Chaplin, sin embargo, desmiente que existiera una rivalidad marcada con bandas del britpop. “Nosotros salimos de gira con Blur en 1991 y amábamos algunos discos como el primero de Suede. Por supuesto que, como en cualquier género, también hubo muchísima basura, y una basura realmente mala”, dice.
Pero el tiempo siempre es un buen aliado y no solo han sido los ejercicios nostálgicos los que le han permitido a Slowdive regresar por todo lo alto, sino también el surgimiento de nuevas generaciones que han rescatado su música y su estilo para hacerlos propios.
“Me gusta esta nueva ola del shoegazing. Si una banda nos ha escuchado y quiere hacer algo similar, me parece genial que lo haga. Es lo que hicimos nosotros con Cocteau Twins, My Bloody Valentine y The Cure. Ahora, por ejemplo, hemos trabajado con Chris Coady como productor del nuevo álbum, y llegamos a él por su trabajo con Beach House, un grupo relativamente nuevo que nos encanta”, explica.
Pocos conciertos tan valiosos y especiales como este para entender cómo se puede revolucionar la música desde el más bajo de los perfiles. Magnífica chance para buscar la armonía en plena hecatombe.
MÁS INFORMACIÓN:
Lugar: Centro de Convenciones de Barranco.
Dirección: República de Panamá 220, Barranco.
Fecha: jueves 18 de mayo, 9 p.m.
Entradas: Joinnus.
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