En lo alto de uno de los cerros cercanos a su casa, ella aprendió a soñar. Allí, donde nadie podía silenciar su voz, cantaba frente a un público imaginario que la aplaudía a rabiar. Por entonces, Susan Ochoa alternaba sus deberes escolares con pequeñas labores que ayudaban a sostener la economía familiar. Tras la muerte de su padre, la responsabilidad como hermana mayor la llevó a buscar un trabajo más estable en Lima. Fue empleada del hogar, vendedora de pan y hasta subió a cantar a los buses.
En 2004 un reality de canto llegó para cambiarle la vida y así marcar el inicio de un camino lleno de obstáculos por vencer. Hoy, 16 años después de aquella experiencia, la ganadora de dos gaviotas de plata en Viña del Mar comparte con nosotros su historia, una confirmación de que los sueños sí pueden convertirse en realidad.
¿Cuándo descubres tu voz?
Siempre me ha gustado cantar dese muy niña. No es que en el camino me di cuenta. Toda la familia por parte de mi papá cantaba, no siempre en público pero cantaban lindo. Y por ahí algo de ese don me regalaron.
¿Qué tipo de música cantaba tu papá?
Le gustaba mucho Camilo Sesto, Pimpinela, Juan Gabriel, toda esa época. Yo crecí escuchando esas canciones por eso siempre he querido cantar música romántica. Es lo que mi padre y mis tíos me inculcaron.
¿Y tu mamá?
A ella solo le gusta escuchar música, no cantar. Más bien cuando yo cantaba ella me decía que haga la tarea. Mi papá, en cambio, me alentaba. Entonces yo agarraba la escoba o mi lápiz, me paraba en la silla y soñaba. Imaginaba muchas cosas. Y cuando en el colegio decían que iba a ver actuación yo siempre quería participar.
¿Recuerdas cuál fue la primera canción que aprendiste y cantaste?
La verdad no recuerdo bien, pero seguro fue una de las que aprendí con mi papá. En el colegio y en mi casa siempre cantaba temas de Isabel Pantoja, Rocío Dúrcal. Además, en Pátapo siempre se cultivaban los festivales, hasta el día de hoy se hacen en el autocine. En todo el norte en realidad. Y yo siempre participaba, me inscribí en el de Bagua, en el de Jaén y en del mismo Pátapo.
Tu padre falleció cuando tú aún eras una niña…
Mi papá me dejó cuando tenía 11 años.
¿Desde entonces ya buscabas ayudar a tu madre económicamente?
Soy la mayor de seis hermanos. De la relación con mi papá somos tres y luego mi mamá tuvo otro compromiso. Siempre el hijo mayor lleva un poco no de carga sino de responsabilidad, de apoyar a los padres. Pero siempre he visto a mi madre trabajando y eso es lo que nos ha enseñado.
¿Cuál fue tu primer trabajo?
Uy, desde chiquita salía por todo Pátapo a vender mi mazamorra, canchita, caramelos. He vendido pescado con mi mamá que es comerciante y tiene un puesto chiquito, también fruta, condimentos y ceviche.
¿Cómo recuerdas tu niñez, más allá de los trabajos que hacías?
A mí siempre me ha gustado trabajar, nunca lo he visto como una obligación, al contrario siempre he buscado la oportunidad de hacer algo. Trabajar me mantenía alegre, activa, así hasta el día de hoy. A mí lo que me gustaba hacer de niña, además de cantar, era ir a las chacras, buscar a alguna amiga, subir a los cerros a mirar el paisaje y también cantar desde ahí. Alucinaba que abajo había mucha gente, mi mente volaba. No pensaba que mis sueños se podían hacer realidad, era muy ilusa. Cuando subía al cerro miraba las estrellas y pensaba que eran ovnis. Me acuerdo de que iba con una prima que tenía casi mi edad y como ahí nadie podía decirme que me calle, cantaba. Después subíamos a unas plantas de mango que había por ahí y comíamos la fruta con sal. Ese era mi pasatiempo favorito, hasta adolescente. Las discotecas nunca me han gustado.
¿Cuándo llegas por primera vez a Lima?
Más o menos a los 13 ó 14 años. Llegué para trabajar en una casa, era muy niña no me querían aceptar. Me trajo una señora que ya tenía años en Lima. Yo le pedí que me trajera porque necesitaba trabajar.
¿Y cuánto tiempo trabajaste en esa casa?
Casi un año, como ocho meses. Después de ese tiempo me regresé a Pátapo. Extrañaba, me sentía sola. No tenía familia, ni amigos, tenía mucho miedo. No conocía. Los domingos que era mi día de salida le pedía a la señora que tenía un nido, que me dejara limpiar ese local. De esa manera no me descontaba de mi pago cuando yo llamaba a mi mamá. Recuerdo que me pagaba S/150 mensuales. A mí me descontaban todo, el champú, el jabón, si necesitaba alguna medicina también. Cuando volví a Pátapo seguí trabajando como siempre.
¿Trabajaste en algún otro lugar en Lima?
También en panaderías. Eso fue porque la señora para la que trabajé no me pagaba. Así que busqué algo cerca y por medio de avisos llegué a vender pan. Para que me pague esa señora tuve que pararme todo el día en su puerta. Me daba pena el niñito que yo cuidaba, él se había encariñado mucho conmigo porque yo siempre le cantaba.
En una entrevista comentaste que llegaste a cantar en los buses.
Eso fue cuando ya estaba un poco más grande. En otra ocasión en que volví a Lima para trabajar también en casa. Trabajé como seis meses en Comas, pero cuando ya necesitaba volverme a Pátapo me faltaba dinero. Así que me subí a los carros a cantar y ya luego regresé a mi pueblo.
¿"Superstar" es el primer concurso en el que participaste en Lima?
Antes vine para un concurso que se llamaba “Camino a la fama”. Pero no pasó nada, la verdad. Estuve poco tiempo y luego volví a mi casa.
¿Y cómo llegas a “Superstar”?
Hicieron un casting en Chiclayo. Pero yo no sabía nada porque no tenía televisión, ni radio, ni nada. Me avisaron los vecinos y unos tíos. Tuve que pedirle a un vecino que me preste su radio para ensayar. Fui a inscribirme y había un montón de gente. Recuerdo que fui con mi mamá que estaba embarazada. Ella me decía que debía tener fe, que si no lo lograba al menos lo intente. Llegué a un coliseo lleno, la convocatoria era muy grande. Fueron como cinco fases en diferentes lugares. Entre tanta gente me sentía como una hormiguita.
¿Qué recuerdas de aquella experiencia?
A mí me avisaron a última hora que había sido seleccionada. Al final del concurso Fabiola de la Cuba, que era uno de los jurados, me dijo “la verdad es que se habían olvidado de ti”. Y verdad, Guillermo Guille también me lo dijo. Yo había dado el número de un vecino de un amigo que también había ido a concursar y que, como yo, no tenía nada. Él me avisó que habían llamado y que debía ir a recoger los pasajes. No sabía cómo abordar un avión porque jamás había viajado así. Estaba nerviosa, tanto que se me rompió el taco antes de llegar al aeropuerto, era una locura.
Entonces, esa omisión casi te deja sin concurso…
Pasaron muchas cosas. Es más en el aeropuerto cobraban un importe antes del viaje y yo no tenía cómo pagarlo. No hubiera podido volar si no hubiera sido por una persona que al verme retirarme triste de la fila se ofreció a pagarme el impuesto. Así fue como pude llegar. Fueron como seis meses que nos tuvimos que quedarnos para el concurso. Pero esta vez no estaba triste sino feliz porque vivíamos al Country Club El Bosque. Para mí era el paraíso. Nos daban todo. Yo me levantaba y ya estaba el desayuno, me atendían cuando antes yo servía a la gente. Vivíamos en los bungalow, fue una experiencia diferente. Había piscina, aunque nunca me metí por roche.
Después de ganar “Superstar”, tu vida cambió.
Me instalé en Lima. Traje a mi mamá y a mis hermanos que empezaron a estudiar aquí. Alquilé una casa. Pero mi mamá no se acostumbraba a la ciudad. Invertí en algunos negocios que no fueron bien. Como yo no conocía a mucha gente tuve que pagar mi derecho de piso. Mi familia y hermanos volvieron a Pátapo después de dos años, pero yo me quedé.
Pero desapareciste de los medios como 10 años. ¿Qué pasó?
Con el dinero que gané en el concurso invertí en algunas canciones. La verdad es que mucha gente se aprovechó de mí. Yo no sabía cuánto costaba hacer todo esto y gaste mucho haciendo tres o cuatro canciones.
¿Esos temas llegaron a sonar en la radio?
Justamente por no tener más dinero que invertir no se pudo. Así que empecé a trabajar alejada de las pantallas. Tomé clases de canto, estudié. Tuve mi bebe y le di prioridad a eso. Para ser músico hay que invertir, pero no sabes cómo te va a ir. En nuestro país la industria musical es bien fregada y hacer baladas es muy difícil. Por eso hay pocos baladistas. La gente más consume cumbia. Así que decidí trabajar con mi propia orquesta, en digital y en vivo. Tocábamos en locales y restaurantes.
En el 2014 regresaste a la televisión. ¿Qué te anima a volver?
Desde la primera temporada de La Voz diferentes amigos me pedían que me presente, pero yo no quería. La verdad, me daba miedo volver, porque no sabía si la gente me recordaría. Si ahora les iba a gustar mi voz. Además, ya tenía hijos. Pensaba que no podría con todo. En los concursos hay que dedicarse por entero. Pero me armé de valor y mucha gente volvió a mirarme. Me di la oportunidad y volví a confiar en mí. Me emocionó saber que todavía me recordaban.
En La Voz y en Los Cuatro Finalistas quedaste en segundo lugar. Hubo toda una polémica porque para muchos tú debiste ser la ganadora.
Yo creo que las cosas pasan por algo. Eso me dio más ganas de seguir adelante.
Sin embargo, ninguno de los ganadores pudo forjarse una carrera como tú lo estás logrando.
Lo he logrado con mucho sacrificio. He tocado tantas puertas y la mayoría se me cerraron. Viña del Mar fue la verdadera oportunidad que yo necesitaba para ser escuchada y poder empezar a tener un nombre. Dios sabe en qué momento se abren estas puertas. Pero a veces perdemos la fe, cuando amamos tanto algo, ponemos todo el esfuerzo y no se llega a concretar.
Luego del éxito en Viña del Mar también viajaste a México.
Allí también me dieron la oportunidad, me escucharon y les gustó mi música. Tanto en México como en Chile siempre me han tratado con respeto y cariño. Cuando estuve en Viña del Mar y bajé del escenario, muchos chilenos me desearon lo mejor. Escuché de ellos mismos que estaban conformes con que yo haya sido la ganadora y que les había gustado mucho mi presentación. Son un público que cuando algo no les gusta te lo hacen saber en el momento.
“La Dueña soy yo”, tema que le da nombre a tu primer disco, es una composición tuya. ¿Desde cuándo compones?
Esa canción salió cuando miraba un programa de televisión. La compuse con todo y melodía. Escribo desde hace bastante, pero siempre me ha dado miedo sacar a la luz mis temas, pero con esta canción decidí dar a conocer otro aspecto que me apasiona, la composición. Tengo muchos temas que he dejado en un cuadernito, que ni sé dónde está. Pero cuando retomé mi carrera con fuerzas grabé rápidamente “La dueña soy yo” para que no se me olvide. Hay otro tema de mi autoría que también es parte de mi disco, se llama “Mi amor eres tú.
Cantas, compones, solo te falta tocar algún instrumento.
Estoy aprendiendo guitarra, pero con la pandemia lo tuve que dejar porque el profesor ya no quiso venir a casa. Cuando todo esto pase voy a continuar. Es más ya hasta me compré mi guitarra.
Hace poco tuviste una presentación con Miriam Hernández. ¿Han barajado en grabar algún tema juntas?
Alguien lo sugirió en la conferencia de prensa previa al concierto “Diosas”. Yo no quise decir nada, pero ella dijo que sí, que estaría encantada. Cuando pensaba seguir con la conversación de ese tema vino lo de la pandemia y de la noche a la mañana todo ha cambiado.
¿Cuántas presentaciones has tenido que cancelar por la emergencia sanitaria?
Cinco. Una en Plaza Norte, otra en casinos. También me iba a presentar en Tacna, Arequipa y Huacho. Este año iba a sacar mi segundo disco, pero todo ha quedado paralizado porque ya se anunció que este año no vamos a tener conciertos en vivo. Por mi parte no voy a dejar de compartir música a través de mis redes sociales. Ya lo hecho con la nueva versión de “Ya no más” y hace poco con “Cómo no creer en dios”. Pero ya podremos hacer la gira nacional que tenía pensada con el nuevo disco que iba a sacar.
¿Se viene algún nuevo tema?
Sí y será una composición mía, que espero les guste a todos. Su lanzamiento está previsto para unos días antes del día de la madre.
¿Alguna vez quisiste seguir una carrera que no tenga relación con la música?
Yo siempre me imagine cantando sobre los escenarios. He seguido a mi corazón. Esto es lo que yo quiero hacer toda la vida. No sé si dure o no. Sueño con que sí. Amo la música, es mi trabajo, es mi profesión y me gusta hacerlo. Para mí no es un pasatiempo es mi pasión.
¿Te ves cantando otro género?
Creo que podría incursionar en otros géneros siempre y cuando me resulte agradable. A mí me gusta mucho la cumbia. Pero depende de la letra. ¿Por qué no probar?
Una de las cosas que muchos destacan en ti es tu capacidad para interpretar…
Uno puede aprender muchas técnicas, pero a interpretar nadie te enseña. Es cómo nacer con un ángel para llegar al público. Puedes tener una hermosa voz, pero a veces no eres capaz de llegar a la gente. Por eso yo siempre digo que a mí la letra me tiene que gustar para poder sentir la música, si no es así no la canto.
¿Cómo pasas estos días de cuarentena?
Ahorita estoy disfrutando las cosas. No hay nada mejor que estar en familia y sacar el lado positivo a las cosas, aunque no podamos trabajar durante todo este año como nos han dicho. Hay que reinventarse. Yo no le tengo miedo al trabajo y todo lo que sea honrado es bienvenido. Me considero una mujer guerrera.
Cuando no cantas, ni estás muy pendiente de tus hijos, ¿qué haces para relajarte?
Me encanta cocinar. Hago sopa seca, arroz con pollo, me salen bien ricas. Los postres me relajan pero la verdad es que no siempre me salen. Pongo You Tube y por ahí aprendo.
¿Alguno de tus hijos tiene dotes musicales?
El mayor, Camilo, de 11 años. Desde pequeñito siempre agarraba el teclado y aprendió las notas musicales. Saca canciones de oído, como que tiene la música en la sangre. Yo veo a mi hijo con mucha proyección en el arte, tiene mucho interés. Ahora ya está llevando clases de teclado particulares. Él me ha acompañado en varias presentaciones y me emociona mucho Ya no veo la hora en que me acompañe siempre en los escenarios para no pagar tecladista (risas).