Curioso destino el que marcan algunos 17 de febrero. Ese día, en 1904, Giacomo Puccini estrenó la célebre Madame Butterfly en el Teatro de La Scala, en Milán. Casi una década más tarde, el mismo día de 1913, en un teatro Neoyorquino, Thomas Alva Edison realizó la primera prueba pública de un intento de cine sonoro: era un fonógrafo ubicado en la parte de atrás de la pantalla que intentaba sincronizar imagen y sonido. El cine mudo, sin embargo, iniciaría el fin de su reinado recién en octubre de 1927, con el estreno de El cantante de jazz. El mismo 17 de febrero, pero de 1929, nacía el cineasta Alejandro Jodorowski. También lo hacían Chabelo (1935), Vicente Fernández (1940), José José (1948) o Billy Joe Armstrong (1972). Precisamente el mismo día que llegaba al mundo el futuro vocalista de Green Day, también nacía un experimento musical que influiría decisivamente en la historia del rock.
Ante un grupo de periodistas especializados, Pink Floyd presentaba “Dark Side of the Moon: A Piece for Assorted Lunatics”, primer nombre que recibió aquel trabajo, por cierto, más vinculado a la locura que a la astronomía. Aquel 17 de febrero de 1972, corresponsales de The Times, The Sunday Times o Melody Maker tuvieron el privilegio de escuchar por primera vez un álbum revolucionario -el octavo del grupo- que estaba aún en proceso de gestación, aunque algunos colegas demostraran no estar preparados para semejante viaje. “Musicalmente, había grandes ideas, pero los efectos de sonido a menudo me dejaban pensando que estaba dentro de una jaula de pájaros en el zoo de Londres”, escribió un confundido cronista de Melody Maker que aún hoy, si vive, debe estar tratando de entender el disco. Porque cuando “The Dark Side of the Moon” comenzó a girar, giraron también nuestras vidas. Las futuras y las pasadas.
“La ambición de la intención artística de Pink Floyd es enorme”, escribió Derek Jewell, de The Sunday Times. “¡Está tan lleno de comprensión y a la vez de interrogantes musicales!”, comentó, por su parte, Michael Wale, de The Times, agregando que la interpretación de la banda británica lo había conmovido hasta llenarle de lágrimas los ojos.
"Cuando “The Dark Side of the Moon” comenzó a girar, giraron también nuestras vidas. Las futuras y las pasadas"
Roger Waters, David Gilmour, Rock Wright y Nick Mason ya habían interpretado en vivo algunos cortes de este álbum, con reacciones entusiastas también por parte del público. De hecho, el disco estuvo a punto de llamarse “Eclipse”, pues otra banda, Medicina Head, había bautizado a su último trabajo también Dark Side of the Moon –sin el “The”-, aunque sin relación alguna con los conceptos musicales de sus compatriotas. Ante el fracaso comercial de este disco, sin embargo, Pink Floyd optó por volver al nombre original. Tras el lanzamiento de Meddle, Waters quería un disco con letras más directas, con una intención más clara. Temas como la muerte, el paso del tiempo, la ambición, la guerra o la locura fueron tratados en composiciones escritas, sobre todo, por Waters, aunque todos los miembros fueron partícipes del torbellino creativo de un álbum que fue grabado, finalmente, entre junio de 1972 y enero de 1973 en los estudios Abbey Road, con Alan Parsons como ingeniero responsable. Su lanzamiento –que, dadas las connotaciones espaciales de su música pudo darse tranquilamente en Cabo Kennedy y ser auspiciado por la NASA- fue programado para el 1 de marzo de 1973. The lunatic is on the grass…
Daño cerebral
“And if the cloud bursts thunder in your ear/ You shout and no one seems to hear/ And if the band you’re in starts playing different tunes/ I’ll see you on the dark side of the moon” (y si la nube estalla trueno en tu oído/ Gritas y nadie parece escuchar/ Y si la banda en la que estás comienza a tocar diferentes melodías/ Te veré en el lado oscuro de la luna) cantó la banda en Brain Damage, en clara referencia a Syd Barrett, el genio enloquecido que dotó a Pink Floyd de su sonido primigenio, hasta que las drogas lo arrinconaron en un lugar de su mente del que no pudo resurgir nunca más. Con su salida, Waters tomó de algún modo el liderazgo del grupo, guiándolo a distintos derroteros, no tan sumergido en los universos lisérgicos de la sicodelia, pero sí alcanzando cotas de creatividad y vanguardismo musical desconocidas para la inmensa mayoría de sus contemporáneos.
Fue Syd Barrett quien, en 1966, sugirió el nombre del grupo –como se sabe, tomado del nombre de dos bluesman legendarios, Pink Anderson y Floyd Council-, quien influyó con lo aprendido en ese género para el desarrollo de nuevas propuestas y quien encabezó las primeras grabaciones de la banda. Legó, además, composiciones que llamaron la atención tanto de la crítica como del público: Interstellar Overdrive, Arnold Layne, Astronomy Domine o Lucifer Sam. Sin embargo, a partir de 1968 se hizo cada vez más difícil sostenerlo en la banda. Sus problemas con el LSD y una esquizofrenia aparentemente no diagnosticada, lo llevaba a comportamientos erráticos y preocupantes.
Para 1972, Syd Barrett estaba totalmente fuera del grupo, y un poco del mundo también. Una leyenda ha sido contada varias veces: durante la grabación del disco Wish You Were Here, que también encerraba una dedicatoria al extraviado exlíder, un hombre de semblante triste, subido de peso, sin cabello y con las cejas afeitadas se apareció en el estudio de grabación, sin decir nada, sentado en un rincón. Los músicos, en un principio, no lo reconocieron. Poco después, desapareció tal como había llegado. Solo entonces, Roger, David, Rick y Nick se dieron cuenta de que se trataba de Syd Barrett. Su imagen y el shock que les causó las reservaron para el personaje protagónico de The Wall, una especie de Syd llevado a la distopía de un universo totalitario que lo enloquece. Su influencia, de todos modos, fue decisiva. Porque casi toda la música del mundo suena. El legado de Syd y el trabajo de sus excompañeros, lo hace también, pero mientras brinda olores y pinta colores aún por descubrir. Breathe… breathe in the air…
Waters recargado
“Roger Waters volvió a grabar The Dark Side of the Moon por su propia cuenta”. El rumor que se comentaba a sotto voce en el mundo del rock, ya era una noticia confirmada a principios de este mes. “Yo escribí [el álbum]. ¡Deshagámonos de toda esta mierda! Claro, nosotros fuimos una banda, éramos cuatro y todos contribuimos, pero es mi proyecto y yo lo escribí”, declaró recientemente Roger Waters a The Telegraph, confirmando este nuevo proyecto unipersonal. Por supuesto, para David Gilmour y Nick Mason, los miembros sobrevivientes del grupo, ha debido ser una sorpresa, ya que el distanciamiento entre ellos y Waters es bastante conocido. De hecho, en las últimas semanas también fue noticia lo que Polly Samson, periodista y escritora británica y, a la sazón, esposa de Gilmour, dijo sobre Waters en su cuenta de Twitter: “llora”, esto, tras unas declaraciones de Waters sobre la guerra en Ucrania. Gilmour aprobó la publicación de su compañera, afirmando que “cada palabra es demostrable y cierta”. Los CM de Waters calificaron las declaraciones, a través de su cuenta oficial, como “incendiarias e incorrectas”. Por supuesto, y como la tensión y las opiniones divergentes hicieron alguna vez con la propia banda, la situación ha dividido a sus seguidores.
Según la revista Rolling Stone, Waters solo ha contado con tres colaboradores en este nuevo disco, que podría titularse también “The Dark Side of Pink Floyd”: el multiinstrumentista Gus Seyffert, la cantante siria Bedouine y un pastor bautista que toca el órgano Hammond. Aún no se conocen críticas o posibles represalias legales de sus ex compañeros. Sin embargo, para cualquier aficionado a la música se hace difícil imaginar que alguien –así sea Waters- pretenda “corregir” un disco considerado un hito y una revolución musical por sí mismo.
Por supuesto, no es la primera vez que ¿el ego? interviene en una grabación ya realizada. Lo hizo también Paul McCartney con Let It Be, para quitarle la exagerada influencia de Phil Spector en la producción, pero lo ocurrido con The Dark Side of the Moon da para una larga discusión. Waters considera que el disco, a pesar de todo, no fue suficientemente reconocido ni entendido en su época. Además, cuenta que les agregó letra a algunas piezas instrumentales como “On the Run”, que verá sumarse un poema que se le “reveló” al músico en una pesadilla.
Según Rolling Stone, hasta ahora solo el periodista de The Telegraph –e, imaginamos, un puñado de colaboradores- han tenido acceso a esta nueva versión del disco. Dice la revista, citando al diario británico: “Tiene algunas partes que “de hecho son muy buenas”. “‘Time’, aquel lamento de un joven por la moralidad, suena increíble con su timbre de hombre maduro”, describe el artículo. “‘Breathe’ se reimagina magistralmente como un groove acústico y lento. Una ‘Money’ con tintes country bien podrían pertenecer a Johnny Cash”. Un disco que comenzó y acabó con los sonidos de un corazón latiendo, enfundado en una portada negra –obra del grupo Hipgnosis- con el prisma más célebre de la historia del rock, sigue su viaje en busca de una nueva alma.
En aquel brillante 1972, “The Dark Side of the Moon” fue quizás el mejor, pero no el único gran disco. Tuvo, además, éxito entre público y crítica, pues vendió casi 50 millones de copias alrededor del mundo. También fueron publicados ‘The rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’ (David Bowie), ‘Transformer’ (Lou Reed), ‘Harvest’ (Neil Young), ‘Exile On Main Street’ (The Rolling Stones), ‘Carlos Santana & Buddy Miles! Live!’ (Carlos Santana y Buddy Miles), ‘Foxtrot’ (Genesis), ‘Pink Moon’ (Nick Drake), ‘Close to the Edge’
(Yes) o ‘On the Corner’ (Miles Davis), lo cual nos lleva a una pregunta casi natural: ¿Qué discos grabados hoy podrían verse con similar admiración dentro de 50 años? Revise sus playlists de Spotify y respóndase mientras disfruta The dark Side of The Moon e imagina un mundo sin Malumas ni Bad Bunnys.
De hecho, como dice la frase final de Eclipse, último corte de disco, pronunciada por Gerry O´Driscoll, portero de los estudios Abbey Road: “En realidad no hay ningún lado oscuro de la Luna. De hecho, toda es oscura”.
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