Antes de convertirse en uno de los compositores más aclamados del criollismo peruano, José Escajadillo (Monsefú, 1942) fue un prometedor futbolista con gran visión de juego y un toque de balón refinado. A los 16 años, después de jugar en Cruzada Deportiva de Puerto Eten, se unió a Los Caimanes, un equipo que desde la Tercera División, aspiraba ingresar a la Liga Distrital de Futbol de Chiclayo. Escajadillo lideró el equipo en campeonatos consecutivos, y en un partido decisivo, marcó el gol que los llevó a Primera. Hoy, reconoce que esa hazaña personal, junto al amor y la entrega del exfutbolista uruguayo Rubén Techera por la camiseta crema, lo inspiraron a componer “Universitario y yo”.
“Después de ese gol, me despedí de mi querido ‘Caimán’. Vine a Lima a estudiar, y la música terminó atrapándome”, recuerda con nostalgia Escajadillo. “Cuando le compuse esa canción a Rubén por su salida del fútbol, lo hice como si fuera para mí, como si estuviera despidiéndome de Los Caimanes”, reconoce.
La admiración del compositor por Techera González nació en 1975, tras vivir intensamente un momento histórico en el Estadio Nacional: la clasificación de Universitario de Deportes a la final de la Copa Libertadores. En un partido dramático, el futbolista uruguayo, a pesar de estar lesionado, marcó el gol decisivo que le dio el triunfo a su equipo ante Peñarol. La emoción en las tribunas fue indescriptible, y ni el toque de queda impuesto por el entonces presidente Juan Velasco Alvarado pudo frenar la euforia de la hinchada crema.
“Esa noche, regresé a mi casa emocionado y orgulloso de que un equipo peruano hubiera logrado algo tan grande”, recuerda Escajadillo. “Más tarde, asistí a una parrillada que un amigo organizó para despedir a Rubén, quien dejaba Universitario y el fútbol. Fue ahí, en medio de la alegría, cuando mi amigo me pidió que le escribiera una canción de despedida. Allí empezó a gestarse ‘Universitario y yo’”, detalla.
Para componer esa célebre canción, José le pidió a Rubén que le contara detalles de su vida profesional y personal, incluyendo las razones detrás de su retiro del fútbol. “Me habló de lo mucho que extrañaba a su familia y de sus primeros años en el deporte, los cuales, en varios aspectos, coincidían con los míos. Por eso, la letra dice: ‘Mis sueños de muchacho, jugador de baldío, en Universitario se hicieron realidad’. Rubén llegó a amar profundamente el fútbol, el Perú y su gente. Ese sentimiento lo plasmé en la parte de la canción que dice: ‘Y el día que me toque colgar estos botines, me llevaré el alma, el alma del Perú’. Su historia me conmovió tanto que me sentí completamente identificado, y siempre la tengo presente”, asegura el creador de populares composiciones.
El siguiente paso fue grabar la canción, y, a petición de Escajadillo, Techera asumió el desafío de interpretarla y grabarla en un disco de 45 RPM en los estudios Iempsa.
“Cuando supe que tenía talento para el canto, le dije que sería él quien la cantara, y me agradeció profundamente. Yo podría haberla grabado porque estaba en el mejor momento de mi carrera artística, pero decidí que fuera él quien lo hiciera”, subraya el compositor de “Jamás impedirás” y “Que somos amantes”.
Un amor que trasciende rivalidades
Si bien Escajadillo era hincha de Alianza Lima, eso nunca impidió que compusiera una canción para Universitario de Deportes. “Es importante que el país entienda que un hincha puede, en algún momento, componer para un equipo que no es el suyo. Yo soy hincha de Alianza, pero no fanático, y también valoro a Universitario por todo lo que representa”, confiesa.
La humildad de un grande
El respeto del compositor por Universitario de Deportes va más allá de su cercanía con Rubén Techera. La figura de Lolo Fernández, el máximo ídolo del club crema, tiene un lugar especial en su corazón.
“Si no hubiera sido hincha de Alianza, sería de la ‘U’, por la figura de Lolo, el gran paladín inolvidable de Universitario”, asiente. El compositor recuerda con emoción el honor que tuvo de felicitar personalmente a ‘El cañonero’, algo que jamás había soñado. “Lo conocí gracias a una canción que compuse para el programa ‘Sonríe Perú’, en el que se rindió homenaje a grandes personajes. La campaña en la que participé premió a Lolo Fernández, y fue un momento inolvidable”.
“Como vocero, tuve el honor de ponerle la medalla y entregarle un cheque de 10 mil dólares como premio. Después, a cada uno de los premiados les preguntábamos qué les haría felices en ese momento, Lolo me dijo que lo que más deseaba era ver los partidos en los que había jugado en el televisor más grande disponible. Estaba internado en una clínica por problemas de salud. Inmediatamente, conseguimos el televisor que pidió, y al despedirnos, nos dimos un fuerte abrazo. Derramó una lágrima en mi hombro y me dijo: ‘Gracias, Señor’. Que alguien tan grande como él me llamara ‘señor’ fue un gesto tan profundo y conmovedor, que hasta hoy me sigue emocionando”, narra, con la voz quebrada.
“Fue un momento hermoso. Esas lágrimas me hicieron sentir una profunda admiración por un equipo tan representativo de mi país, y aunque no sea hincha, me considero su admirador”, subraya.