Cuando alguien le pregunta si es la niña de los videos virales “La Tetita” y “Cerveza, Cerveza”, Wendy Sulca (Lima, 1996) asiente con satisfacción. Este profundo orgullo por sus raíces también se ve reflejado en “Mírame como soy”, su más reciente material discográfico, donde relata su trayectoria de éxito y cómo logró superar el despiadado bullying y la discriminación que marcaron su infancia. “Quiero que escuchen este álbum y todas sus letras, y así puedan mirarme como soy realmente”, expresa con determinación.
En su nueva propuesta musical, Sulca hace un viaje sonoro por la costa, sierra y selva del Perú. Fusiona el pop electrónico con los sonidos de instrumentos tradicionales peruanos como el charango, el cajón, las quenas y el arpa andina.
“Estuve involucrada en toda la producción, la mezcla, los sonidos y la letra de los temas. Todas las canciones son muy personales, unas más que otras, pero todas están inspiradas en lo que pasé y en lo que quiero transmitir. Por ejemplo, ‘Soy real’ es una canción que habla de la superficialidad, de los filtros y las caretas, de mostrar en las redes sociales algo que no somos”, señala.
“Mírame como soy” también incluye diversas colaboraciones, como “Amor es amor”, una canción que la artista realizó junto al cantante argentino Facu Mazzei, inspirada en la comunidad LGBTIQ+.
Sus primeros pasos
Wendy Sulca lanzó su primer disco, “Papito por qué me dejaste”, en 2005, cuando tenía solo 8 años. Tres años después, sus temas “La tetita” y “Cerveza, cerveza” fueron subidos a YouTube, alcanzando en conjunto diez millones de visitas y logrando una popularidad que traspasó fronteras. A tan corta edad, el peso de la fama y las críticas la llevaron a cuestionar su permanencia en la música.
“Fue difícil. Al principio me chocó mucho, quise dejar de cantar porque la gente decía que cantaba horrible y me veía mal. Me sentía fea y desorientada, pero con el tiempo y los consejos de mi madre fui reforzando mi autoestima. Aprendí a amarme tal y como soy, y abracé mi identidad y mis raíces para salir adelante. Ahora, estoy contenta y satisfecha de lo que soy y de dónde vengo”, señala.
La cantante de 28 años reconoce que aún existen prejuicios sobre su música y se emociona al hablar de sus inicios artísticos, así como del arduo trabajo y la fuerte inversión económica que requirió “La Tetita”.
“Cuando escucho esa canción, me transporto a mi niñez y se me eriza la piel, porque es la música con la que crecí. No fue algo improvisado, como mucha gente piensa. Se grabó en Huancayo con cámaras profesionales y bajo la dirección de expertos. Mi mamá pagó el pasaje para todos nosotros. Recuerdo que en el bus solo cabía el camarógrafo y su asistente; mi mamá, mi tía, mi prima y yo tuvimos que viajar en el maletero. Afortunadamente, pudimos abrir una ventana para poder respirar. Por eso digo que detrás de ese video hay mucho esfuerzo y sacrificio”, comenta.
A los 8 años, el mayor sueño de Wendy era hacerse un nombre en el ámbito folclórico a nivel nacional, pero su música trascendió fronteras. Fue entrevistada por medios importantes en el extranjero, como la revista Rolling Stone Argentina, además de Caracol Televisión y las cadenas Univisión y Telemundo.
“La primera vez que me sentí como una estrella del rock fue en Colombia, cuando tenía 15 años. En el aeropuerto, fui recibida por decenas de personas y cámaras de televisión importantes. Nos llevaron en camionetas blindadas, el hotel era espectacular y el concierto estaba completamente vendido. La gente llevaba camisetas con mi foto. Recuerdo ese momento con emoción”, afirma.
Wendy, cuyo padre la nombró así en honor al personaje de Wendy Ramos en “Patacláun en la ciudad” (la obra teatral previa al programa de televisión), asegura que sigue siendo la misma niña que soñaba con un mundo mejor, lleno de bondad e inocencia.
“Sigo soñando con un Perú cada vez más libre de malicia y convertido en una potencia musical. También anhelo ganar un Grammy y continuar representando a mi país y mi identidad en el extranjero”, subraya.