“Hay dos Yma Súmac. La persona que conocí y la que el público siente que conoce. Ella era una mujer cuya dignidad era más importante que su fama, su belleza o su música. Si fuera un fan, probablemente pensaría en su extraordinaria voz y su misteriosa personalidad”, nos dice desde Los Ángeles, California, Damon Devine, quien fuera asistente de la diva peruana durante los últimos años de su vida, que transcurrieron viviendo en la ciudad que la honró con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood por sus méritos artísticos. Cabe recordar que, además de su legado estrictamente musical –que consolidó al lado de Moisés Vivanco, su esposo, director musical y compositor de la gran mayoría de temas que interpretó-, Yma Súmac protagonizó algunas películas en la Meca del Cine, como “El secreto de los incas” (1954) -al lado de Charlton Heston, en la piel de un personaje que parece anticipar a Indiana Jones-, y “Omar Khayyam” (1957), junto a Cornel Wilde.
Por esos mismos años, Yma Súmac –nacida como Zoila Emperatriz Chávarri Castillo, en setiembre de 1922- llevaba su voz deslumbrante por un mundo que sentía la obligación de verla para creer que existía alguien capaz de cantar como ella. Europa y Estados Unidos pudieron verla en la plenitud de su talento. Rusia y Nueva York hirvieron en plena Guerra Fría. Para los años 90, sin embargo, su actividad había disminuido y vivía tranquila en su casa de Hollywood, Los Ángeles. Fue por esos días, en 1996, que Damon Devine la conoció por casualidad. Aquel año, Capitol Records acababa de lanzar su música en CD por primera vez, así que ella participó en distintas actividades de difusión. En uno de esos eventos Damon se acercó a ella y pudo tomarse algunas fotos, pero luego el estudio al que envió el rollo destruyó accidentalmente los negativos. Como él era muy joven y estaba encantado por haberla conocido, decidió tomar una foto suya y buscarla, casa por casa, en el barrio en el que sabía que vivía. Los vecinos pensaron que buscaba a su abuelita perdida. Aunque en la presentación fue “muy amable y hermosa”, según Devine, cuando él consiguió llegar a su casa, se puso furiosa. Reservada, amante de su intimidad y vida personal, sin embargo, se conmovió segundos después. “Yo tenía para ella un ramo de flores en mis manos y, al ver que las flores temblaban, puesto que yo estaba aterrorizado, sonrió un poco. A partir de entonces nos hicimos amigos, pese a las varias décadas de diferencia de nuestras edades”, recuerda.
La vida cotidiana de una diva
¿Puede uno imaginar realmente cómo vive, en el día a día, una persona con la presencia opulenta y poderosa que Yma tenía sobre el escenario? ¿Puede acaso imaginar a la señora Zoila llevando una rutina humana tras mostrarse como hija de los apus y del cosmos mientras cantaba? “Yma Súmac era una persona muy reservada, solo mantuvo un pequeño círculo de 3 personas a su alrededor, yo era uno de ellos y fui el único “constante””, nos cuenta Devine. “Ella se despertaba a las 5 a.m., todos los días. Desayunaba tostadas y café, luego le daba un beso en la cabeza a su pequeño perrito blanco. Después, me llamaba para que le revisara los correos de sus fans. ¡Ella no los había respondido durante décadas antes de que la conociera! Los respondíamos juntos”.
Entre las anécdotas especiales que vivió a su lado, Devine recuerda un día, cuando estaban caminando en el centro de Los Ángeles. Ella era muy cautelosa con su dinero, porque había enfrentado serios problemas de impuestos, causados por la negligencia de su ex esposo, Moisés Vivanco. “Yo caminaba y le hablaba a Yma cuando, de repente, me di cuenta de que ella ya no estaba a mi lado. Entré en pánico. Corrí entre la multitud de la gente y la encontré poniéndole un billete de 100 dólares en el bolsillo de la camisa a un afroamericano sin hogar que no tenía brazos ni piernas. La oí decirle: “¡Mantén la frente en alto! Eres tan importante como todos los que conoces”. Aún brotan lágrimas de mis ojos cada vez que recuerdo ese momento. Esa fue la Yma Súmac que ella no quería mostrar al público, sino la personalidad “regia y desprendida””.
Yma, por otro lado, estaba muy orgullosa de su carrera. Para mediados de los años 60 se había presentado ya en muchas ciudades del mundo. Contaba entre sus fans con presidentes, parlamentarios, políticos, embajadores y otros compañeros artistas que se sumaban entre sus fans. Sin embargo, en los últimos años no escuchaba sus discos, hasta que descubrió el reproductor MP3 de Devine. “A menudo observaba la expresión de su rostro mientras escuchaba su propia música, y veía una enorme satisfacción. Ella recordaba grandes detalles de su vida y su carrera. Solo en los últimos 3 años desarrolló problemas de memoria a corto plazo, pero su memoria a largo plazo, por lo general, estaba bien”.
Según su ex asistente y representante legal, uno de sus recuerdos más especiales fue convertirse en ciudadana estadounidense, en 1955. Tras vivir varias polémicas con el Perú, donde al principio fue duramente criticada por su estilo no convencional de interpretar las piezas de nuestro folklore, consiguió el éxito en su país de adopción. “Otro momento del que hablaba a menudo fue la ovación de 7 minutos que recibió al cantar por primera una versión sin precedentes de ‘Clair de Lune’, una pieza instrumental de Debussy que nunca había sido destinada al canto. Nadie, antes o después de Yma Súmac, lo intentó. Probablemente porque nadie podría hacerlo”, señala Devine.
Recuerdos de su visita al Perú
El 2006, dos años antes de su fallecimiento, la diva pudo conseguir la anhelada reconciliación con su país. Había dejado el Perú definitivamente en los años 50 y tuvo un regreso temporal en 1973, que la expuso a nuevas críticas mezquinas sobre su arte. Algunos detractores la llamaban “traidora” o “la versión hollywoodense de una peruana”. Ciertos puristas no podían concebir el mix de folclor, jazz, mambo, rock o sicodelia con que convertía su música en un manjar exótico. De hecho, José María Arguedas, aunque halagó su voz, llamó a lo que ella hacía “una deformación” de la música andina. Ella no quiso volver.
Tuvieron que pasar 33 años y numerosas gestiones para hacer realidad su vuelta. En ese momento, sí pudo disfrutar en vida los honores que su inmenso talento merecía. Fue aplaudida en San Marcos o el Congreso, recibió agradecimientos conmovedores, calurosos abrazos y palabras de admiración. También la Orden El Sol del Perú en grado de Comendador. A pesar de la alegría, la mente y la salud de la diva no estaban ya muy bien por aquellos días. La agitada agenda de homenajes o entrevistas la dejó agotada. “Lo que se ve en YouTube sobre su visita al Perú en el 2006 fue cuidadosamente editado –recuerda Devine-. En realidad, Yma Súmac tenía 84 años y había desarrollado una ligera demencia. Era algo genético entre las mujeres de su familia. En su mente, sentía que debía aceptar esos premios y reconocimientos para ‘¡demostrarle a Vivanco que lo conseguí sin él!’. Naturalmente, ella ya se lo había demostrado al mundo por décadas”. Según cuenta Devine, el reconocimiento de la Orden del Sol en honor a Yma solo ocurrió porque un joven y dedicado fan peruano, Hernando Valderrama Valentín, escribía repetidamente al presidente del Perú, rogándole que la reconociera. “Me decepcionó profundamente que los elitistas encargados de los eventos no le dieron ningún crédito, una vez que llegamos”, comenta.
Aunque la artista estaba feliz de ser reconocida en su país de origen, también lo estaba por volver a su casa en Hollywood. Mantuvo siempre su inteligencia, carisma, calidez, picardía y el fuerte carácter que la caracterizó desde sus inicios. “Yma Súmac se veía a sí misma como una gran artista. No era modesta al respecto –refiere Damon-. Tuvo que dejar Perú para ser apreciada, puesto que probablemente ella sentía que no sería reconocida históricamente importante allí. Argentina, Brasil y México fueron los primeros en darle acogida, luego Estados Unidos. Es muy poco probable que se mantuviera despierta en la noche preguntándose si dejaría algún legado en Perú, dada la adoración que recibía del resto del mundo. Ella se autodenominaba una “artista internacional” y cantó en cinco diferentes idiomas en sus presentaciones en vivo. Dicho todo esto, creo que le encantaría pensar que fue una inspiración para las jóvenes peruanas de hoy. Definitivamente las animaría a seguir sus sueños, ¡y a soñar en grande!”.
Su legado
¿Qué hizo a Yma Súmac más especial como mujer, como artista o como mito? Una voz que parecía salida de otro planeta y un estilo de interpretación sentido e hipnótico, por supuesto. Pero esa voz no hubiera sido nunca la misma sino provenía de un alma como la suya, con fuerte mística detrás. Además de ampliar las fronteras de la música creando espectaculares imperios sonoros, la artista mantuvo el misterio sobre su origen, que la definía como descendiente directa de Atahualpa. Toda una princesa inca ante los ojos del mundo.
“Yma Súmac mantuvo metódicamente su misterio –recuerda Devine al respecto-. Por mucho que quisiera huir de la mitología de sus supuestos orígenes, ¡más tarde comenzó a atenderla! En los años 80 y 90 les decía a los entrevistadores todo tipo de cosas. Algunas eran verdad… otras no. Es lo que llamamos “showbiz speak”. El público nunca llegó a conocer a la verdadera Yma Súmac, incluso hoy en día. Su artículo en Wikipedia está lleno de completos disparates con muy dudosas “fuentes”. Mientras que yo (como historiador serio) odio eso… ¡A ella le hubiera encantado! Claramente ella hizo algo bien, puesto que en generaciones posteriores la gente sigue sintiendo curiosidad por su figura. Me divierte ver en Internet, a los fanáticos obsesionados, creer que han descubierto la vida personal de Yma Súmac. Están equivocados en al menos un 90%. Ella era un genio en ese sentido”.
Por estos días –el 13, según el certificado de nacimiento que Damon Devine cuenta haber visto-, la diva peruana más universal de la historia, cumpliría 100 años de vida. Por eso era necesario recordar su figura en su dimensión artística, sí, pero también en la humana. “Yma Súmac era inconformista y verdaderamente original. No era convencional y no se disculpaba, eso es profundamente admirable. Fuera de su voz y su belleza, ella debe ser recordada por ser fiel a sí misma”, afirma Damon.
“100 años después, sigue siendo revolucionaria –le digo, y le pregunto-, ¿cómo crees que impactaría a la música actual la aparición de una artista como ella? “Conociendo a Yma Súmac muy bien –responde-, ella simplemente diría: ‘No puede haber otra artista como Yma Súmac. Y nadie debería intentarlo’”.
Y es que Yma Súmac no era una estrella, sino la galaxia entera.
El monumento que no se da (y el gran homenaje que faltó)
Desde hace casi tres años, Jorge Valverde, director de la Asociación Cultural Isegoria, viene proponiéndole a las autoridades que le dediquen un lugar a Yma Súmac. Tras largas gestiones, había sugerido a la Gerencia de Cultural de la Municipalidad de Lima, en los días de Muñoz, que se le otorgara un lugar en la plazuela de las Artes ubicada al lado del Teatro Municipal. La cantante se presentó allí en octubre de 1941, por lo que puede decirse que es el lugar con el que más puede conectarse a la artista con el Perú. Valverde propuso que se coloque allí un espacio, un busto, una placa o una escultura, porque no hay ningún lugar en la ciudad que recuerde a nuestra artista más internacional.
En el país solo existe un espacio llamado Plazuela Yma Súmac, ubicado en Vilcashuamán, Ayacucho. Aunque las gestiones estaban avanzadas, con el cambio de alcalde y de puestos de confianza, todo parece haberse detenido. Incluso, las presentaciones en homenaje a su centenario. “A inicios de años la gerencia de Cultura decía que iba a hacer una exposición y un concierto, las que pensaba yo que iban a ser por estas fechas, pero no veo nada en
setiembre para Yma ni en la agenda cultural de la Municipalidad ni en el Gran Teatro Nacional. Provoca hacer un acto de desagravio”, afirma el activista cultural.
“Yma Súmac dejó el Perú permanentemente a sus 20 años de edad y se convirtió en la ‘Inca del glamour’ –nos dice Damon Devine sobre la falta de grandes homenajes en el Perú por el centenario de la artista-. Sus orígenes fueron salvajemente fabricados por su ambicioso esposo y la Capitol Records. Se convirtió en millonaria y ciudadana estadounidense viviendo en Beverly Hills. Al parecer, los historiadores peruanos encontraron en ella una representación no auténtica de su país. Sintieron que era una canalla por sus intentos de cantar música folclórica sagrada con orquestas de 122 piezas cerca a los estudios cinematográficos de Hollywood. Pero aquí es dónde la cosa se pone confusa: Yma Súmac nació en el Callao [está registrada allí, aunque el mito la lleva a Ichocán, donde vivió su familia antes de que naciera]. ¿Sabes quién tiene una estatua en el Callao? ¡Celia Cruz! En Argentina una calle lleva el nombre de Yma Súmac”.
Para el hombre que cuida el legado de la artista, hoy en día los jóvenes peruanos en las redes sociales están muy intrigados con ella “porque era internacionalmente famosa y glamorosa”. En sus palabras, “en esta nueva era se idolatra eso. No hay dedicatorias previas a Súmac en el Perú porque esas generaciones la veían de una manera muy diferente”.
Charla y sesión musical: Yma Súmac, a 100 años. Participan Wili Jiménez Torres, agrupación Crónica de Mendigos, con Albania Sánchez (voz) y Enzo Miranda (guitarra). Sábado 10 de setiembre, a las 6:00 p.m. Feria Surco sobre Letras. Parque de la Amistad (Av. Caminos del Inca, cuadra 22, Surco).
Presentación de “El pájaro que se transformó en mujer. Yma Súmac, la hija del sol”, de Elton Honores. Martes 13 de setiembre, a las 6:30 p.m. Centro Cultural Ricardo Palma (Av. Larco 770, Miraflores). Comentarios a cargo de Hugo Coya, Claudia Coca y Patricia Victorio.
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