Tal vez usted ha pasado por allí y no se ha percatado. No se preocupe. Años de abandono y nula actividad hicieron que el espacio ubicado en el jirón Carabaya 641, en el Centro de Lima, se volviera un lugar sin interés. Pero eso ha cambiado. Hoy, una persona curiosa que cruzara las puertas de lo que alguna vez fue la Casa de las Divorciadas se encontraría con muebles antiguos cuidadosamente refaccionados, con un piano de 1838 y otro de 1868 finamente restaurados. Con una escalera diseñada por el mismo Alexandre Gustave Eiffel, con techos altos y paredes y pisos antiguos, con un cuarto donde se explica la vida de las mujeres que se refugiaban en ese hogar después de haber sido abandonadas por sus maridos. En fin, una persona que entrara hoy hallaría un lugar donde el tiempo parece haberse detenido.
Desde inicios del 2019, Guillermo Ackermann recibió la misión de hacer un diagnóstico de la situación en la que se encontraba la Beneficencia de Lima. El encargo vino del alcalde Jorge Muñoz, y Ackermann se puso a trabajar de inmediato para entender la realidad de la institución y diseñar un plan que ponga en valor sus recursos y potencie sus programas culturales y sociales.
“Me encontré con una institución de muchísima nobleza. La beneficencia acompaña a las personas durante todas las etapas de su vida”, comenta Ackerman antes de que un reloj de más de 100 años empiece a sonar recordando que estamos rodeados de piezas históricas invaluables.
—¿Por qué la Beneficencia de Lima estuvo tantos años poco operativa y casi pasando desapercibida?
Hay que recordar que la beneficencia fue fundada en 1834 por el presidente Luis José de Orbegoso, y eran las familias limeñas y las empresas las que hacían los aportes a la institución y esta funcionaba bastante bien. Pero, en 1968, el gobierno de turno decidió que esto debía manejarse de manera pública, y de esa manera se convirtió en una especie de ministerio. Poco a poco, el patrimonio se fue precarizando y los esfuerzos no alcanzaron para terminar de poner en valor a la beneficencia.
—¿Cuál es la situación actual?
La situación es bien compleja. Los programas sociales están a un 30 o 40 por ciento de lo que deberían estar. El aspecto patrimonial es muy duro porque tenemos casi el 85% de nuestro patrimonio inmobiliario en el Centro de Lima y muchísimos están en muy malas condiciones. Y no están dadas todavía las condiciones para poner esas propiedades en valor porque muchas veces quien ocupa estos inmuebles no solo no quiere salir, sino que la ley lo protege.
—¿En qué consiste su plan para mejorar la beneficencia?
Tenemos un plan maestro que tiene varias etapas para desarrollarse en 15 años. Este plan maestro está sustentado en cuatro pilares. El primero es en gestión social moderna, que permita poner en valor lo que tenemos y proyectarnos en el tiempo. La beneficencia llegó a tener hasta 40 programas sociales. Hoy tenemos diez. Vamos a poner en valor estos diez, a potenciarlos, y de allí comenzar a crecer. El segundo pilar es el de gestión cultural, porque también tenemos el encargo de preservar nuestro patrimonio cultural, que no es poco. Por eso tuvimos la iniciativa de la recuperación de la sede central donde hemos abierto las puertas de un nuevo centro cultural y hemos ganado para la ciudad un espacio público que estuvo cerrado siempre. El tercer pilar es el tema de recuperación patrimonial inmobiliaria. Y el cuarto pilar es el institucional, recuperando la reputación de esta institución, modernizándola y, sobre todo, con una columna vertebral que tiene que ver con la transparencia para hacer las cosas.
—En cuanto a los programas culturales, ¿qué ofrecerá la beneficencia?
Lo primero fue poner en valor la Casa de las Divorciadas. Acá tendremos actividades culturales y exposiciones permanentes como la que acabamos de hacer de diferentes tipos de nacimientos. Para el próximo año tenemos la primera muestra de Jos
é Tola, hacia la segunda quincena de enero. Tendremos una exposición de Chabuca Granda por el centenario de su natalicio, ofreceremos muestras inéditas, publicaciones que no fueron dadas a conocer, guiones, algunos audios suyos, su ropa, su vestuario, sus sombreros... Va a estar muy lindo. Además presentaremos un libro que estamos editando sobre ella. Tendremos, también en el 2020, una muestra de Martín Chambi, ahora que ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Nación. Tenemos copada la agenda del 2020 porque la ciudad tiene una carencia de espacios donde se puedan hacer exposiciones. Por eso, apenas le contamos al mundo cultural que estamos abriendo nuestras puertas, tuvimos muchísimas propuestas. Adicionalmente, tendremos actividades cotidianas como presentaciones de libros, recitales de poesía y algo innovador es que tendremos un centro de debates porque contamos con un salón de actos hermosísimo que se presta para estas actividades.
—Y en los otros espacios que administra la beneficencia, ¿qué planes tienen?
En el Presbítero Maestro tenemos un museo de sitio y vamos a potenciarlo, ya que en el 2021 se va a celebrar el Congreso Mundial de Cementerios Históricos y el Presbítero ha sido escogido para ser la sede. Hemos cerrado convenio con Unesco y algunas universidades para todo el trabajo de recuperación de las estatuas, imágenes, limpieza de las tumbas, los jardines, las veredas y tumbas. Tenemos también Acho, y más allá de la actividad taurina, que puede tener sus pro y contras, rescataremos el aspecto tradicional y cultural. Como se hacía anteriormente, con conciertos, presentaciones de teatro. También contamos con un auditorio en el Puericultorio Pérez Araníbar, allí estamos comenzando a hacer un programa de presentaciones culturales. Tenemos la Casa de las 13 Monedas donde funciona el Museo Afroperuano, que está regresando a nuestra administración, y vamos a potenciarlo para convertirlo en un museo modelo para toda América Latina. Por último tenemos la Casa de la Lotería de Lima y Callao, donde posiblemente instalaremos el museo de los Juegos Panamericanos celebrados en nuestra capital.