Solo se perdona lo imperdonable. La frase de Jacques Derrida sintetiza la magnitud del perdón. Su trascendencia y complejidad que incluye desde dimensiones jurídicas hasta filosóficas, y que resulta vital para avanzar en la historia tras episodios de barbaries como los vividos, por ejemplo, entre las décadas de 1980 y 1990 en nuestro país. ¿Pero qué sucede cuando el perdón quiere usarse como una coartada para la impunidad o el olvido? El Fondo Editorial de la PUCP acaba de editar el libro Rostros del perdón, coeditado por los filósofos Miguel Giusti y Salomón Lerner Febres, en el que desde múltiples miradas —éticas, históricas, psicoanalíticas— se aborda esta acción vinculada también con la actualidad peruana, con este momento bicentenario y pandémico en el que parece haberse normalizado el abuso y la corrupción. Por eso, Lerner pide no una celebración, sino una reflexión, una mirada atrás sobre todo lo que hemos hecho mal como país y sociedad.
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