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Solo se perdona lo imperdonable. La frase de Jacques Derrida sintetiza la magnitud del perdón. Su trascendencia y complejidad que incluye desde dimensiones jurídicas hasta filosóficas, y que resulta vital para avanzar en la historia tras episodios de barbaries como los vividos, por ejemplo, entre las décadas de 1980 y 1990 en nuestro país. ¿Pero qué sucede cuando el perdón quiere usarse como una coartada para la impunidad o el olvido? El Fondo Editorial de la PUCP acaba de editar el libro Rostros del perdón, coeditado por los filósofos Miguel Giusti y Salomón Lerner Febres, en el que desde múltiples miradas —éticas, históricas, psicoanalíticas— se aborda esta acción vinculada también con la actualidad peruana, con este momento bicentenario y pandémico en el que parece haberse normalizado el abuso y la corrupción. Por eso, Lerner pide no una celebración, sino una reflexión, una mirada atrás sobre todo lo que hemos hecho mal como país y sociedad.
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- Quería empezar pidiéndole una reflexión sobre esta situación límite actual, producida ya no solo por la pandemia, sino por males que arrastramos hace décadas, una clase política que nunca parece estar a la altura, y la corrupción que sigue minando la construcción de un país democrático.
Creo que, como muchos de los peruanos, esta ocasión nos invita a la reflexión y a la memoria de nuestra propia historia. Creo que se han revelado con claridad a partir de la pandemia serios defectos que arrastramos desde hace mucho tiempo, yo diría desde que nacimos como república, y esos defectos están asociados al modo cómo nos entendemos entre los peruanos, cómo nos organizamos y gobernarnos; eso que se ha demostrado en este último escándalo de las vacunas nos muestra la total falta de responsabilidad y de respeto por los derechos del otro. Hay una ratificación de que lo único que interesa finalmente es el poder y lo que se puede hacer con él. Yo, desde que tengo vida consciente, no he visto casi ningún gobierno que merezca ser llamado justo, beneficioso para el país y que no esté contaminado de alguna forma u otra con la corrupción y con el descuido de las poblaciones más vulnerables.
- Ahora los políticos no se hacen responsables de nada…
Esto es gravísimo, porque ellos son elegidos para ser responsables, no para gozar de derechos sino para responder frente a una serie de tareas que les son encomendadas y no las hacen.
Memoria y perdón
- Y, justamente, esto abona a la impunidad y a que no lleguemos a la verdad ni al perdón ni a la reconciliación, tal como se plantea en el libro
Yo creo que hay una vinculación racional entre todas estas experiencias que usted ha señalado, en primer lugar, es necesario dentro de la vida individual y social lo que suele llamarse la verdad, no entendida simplemente como la presentación de hechos que acaecen, sino como el sentido que tienen esos hechos. Y para buscar la verdad dentro de la historia es necesaria la memoria veraz, el análisis de lo que ha ocurrido, su reconocimiento, esa toma de conciencia de los errores cometidos para poder superarlos, solo así podemos entrever hacia el largo plazo como telos, como fin, la reconciliación. Y un elemento que ayuda a la reconciliación es el perdón. Nuestra vida como nación y seres humanos esta teñida de experiencias traumáticas, de agravios, de víctimas y victimarios, y evidentemente en una sociedad en la que no se toma conciencia de eso y no se establece la justicia, no se abren las vías del perdón.
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- Cuando se entregó el informe de la CVR descubrir la verdad parecía algo necesario, pero qué le sugiere que en estos últimos años más bien se haya impuesto desde diversos frentes eso que ahora se llama posverdad.
Tiene razón, han pasado ya 18 años de la entrega del informe final de la CVR, y en el fondo ha habido una especie de rechazo, de negacionismo porque este informe no nos dice cosas bonitas, este informe nos dice que en el Perú ha habido y sigue habiendo discriminación, injusticia, crímenes de lesa humanidad cometidos por forajidos como eran los subversivos, pero también por las fuerzas del orden y eso no se puede esconder diciendo que fueron simples excesos. Hay que empezar a reconocer responsabilidades, como hablábamos, pero eso no ha sucedido. En el terreno político ha habido una especie de mirada torcida hacia el informe porque no favorecía a determinados partidos. La escultura El Ojo que Llora ha sido rota, manchada, en varias oportunidades, era como decir no a aquello que la comisión había señalado.
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- En ese sentido se ha tratado de ver el perdón como un borrón y cuenta nueva, asociado al olvido y no a la memoria
Esa es una instrumentalización del perdón, es tomarlo como pretexto para solucionar, entre comillas, una situación política o social. En última instancia, el perdón solo lo puede dar la victima, es su potestad. El perdón tampoco sustituye a la justicia, la hace más plena, pero no equivale a ella. Usted puede ver que muchas personas cumplen su condena y salen de prisión, pero no están perdonadas, primero porque no han pedido perdón y segundo porque no se ha dado la posibilidad a las víctimas de salir al frente y mostrar sus heridas. Esto, de algún modo, debería ser tomado en cuenta por nuestras autoridades, las víctimas necesitan reconocimiento, reparaciones por aquello que han sufrido. Todo esto es producto de hacer memoria, llegar a la verdad, dictar justicia, reconocer la humanidad de la victima, ahí recién se puede hablar del camino de la reconciliación.
Comisión de la Verdad y el bicentenario
- ¿Después de 18 años del informe de la CVR qué autocrítica haría?
El informe no está escrito sobre piedra y como toda obra humana puede tener sus errores, y de hecho yo podría señalar algunas cosas que pudieron hacerse mejor, por ejemplo haber hecho más público aquello que íbamos descubriendo, hicimos audiencias públicas, pero la televisión no las pasó, nos faltó también darle más protagonismo a las víctimas, recogimos 17 mil testimonios, era lo más que podíamos hacer… Hubo buena voluntad, nos sentimos comprometidos con el país, algunos comisionados ya han fallecido, como Carlos Iván Degregori, Carlos Tapia, el general Luis Arias Graziani… El problema es que dejamos una herencia que no quiso ser asumida por el Estado, dejamos lo que podría ser un plan de gobierno, con una serie de precisiones de lo que tendría que cambiarse en el terreno de la educación, de la justicia, etc.
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- ¿Qué hacer en este bicentenario marcado por la pandemia?
Lo que corresponde es regresar sobre esos 200 años y tratar de comprender no solo los hechos, las fechas y los nombres, sino el sentido de las acciones, las políticas que se desarrollaron, y con la mejor intención del mundo hacer un balance, distinguiendo aquello bueno que se hizo, que creo ha sido poco, frente a los errores que se han cometido y que no deberían repetirse. Es una ocasión para mejorar.
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