La más reciente puesta en escena de Alonso Alegría (Lima, 1940) se titula “Cavando en la arena”, nació a inicios de la década de 1960 y, paradójicamente, a miles de pies de altura. ¿Por qué demoró tanto tiempo en cobrar vida? El autor no tiene una respuesta definitiva para esta pregunta, pero confiesa que le alegra el resultado final de un texto cuya maceración duró seis décadas.
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“Cavando en la arena” da cuenta de un importantísimo hallazgo arqueológico que desata las ilusiones, pasiones y miedos de cuatro personajes: Remigio, un huaquero que descubre un fardo que contiene la cabeza del mítico Inkarrí vaciada en oro; Enrique, arqueólogo y perseguido político que considera que el uso del descubrimiento debe ser únicamente arqueológico; Carlos Gunther, un millonario coleccionista dueño de la ruina; y Clemencia, una mujer dedicada al chamanismo que proclama la verdad: que cuando la momia de Inkarrí se reúna con su cabeza, Inkarrí revivirá y pondrá el mundo de vuelta.
La acción se desarrolla en el centro de una inmensa huaca, donde un pasadizo secreto abre las puertas de un universo misterioso en el que conviven el tiempo, la magia y la sabiduría ancestral. Los personajes entran en conflicto acerca del destino del tesoro, mientras un millón de indígenas se movilizan para unir la momia de Inkarrí con su cabeza de oro.
Dice la nota de presentación de la obra: “La presencia de la cosmovisión andina frente a otras miradas; el suspenso, la emoción que viven los personajes alucinados por el descubrimiento, la ritualidad, el sincretismo y las claves de la obra nos llevan a la reflexión sobre el Perú actual y la esperanza en un futuro mejor para todos”.
Del mito a la realidad
En 60 años el texto ha sufrido cambios, reescrituras y reinterpretaciones. “Me alegra no haber puesto en escena esta obra antes. Estoy muy contento con esta última versión del texto, pues creo además que dialoga de manera directa con la coyuntura peruana”, opina el autor.
Alonso Alegría dice, con firmeza y franqueza, que la última reescritura de la obra la realizó en el 2021, un año que se caracterizó no solo por las penurias consecuencia de la pandemia, sino también por la polarización de una campaña presidencial que terminó con el triunfo de nuestro actual presidente, Pedro Castillo. “Para mí el presidente es una esperanza fallida. Pudo ser el Inkarrí y poner de vuelta al mundo. Para muchos fue una esperanza, pues encarnaba la esencia del Perú profundo llegando al poder, como un acto de reivindicación. Pero el simbolismo no fue suficiente, además de que duró muy poco”, confiesa.
“Yo he escrito bien poco. Creo que en mi vida he escrito siete u ocho obras, por eso no la extraño como una actividad cotidiana. Tengo amigos escritores que si no escriben todos los días por la mañana mueren. Yo no. Es que a mí me pasa algo muy curioso: a mí no se me ocurren ideas, a mí las ideas me acometen, de pronto aparecen”, cuenta.
En ese sentido, la idea de “Cavando en la arena” apareció frente a él tras la conversación con una buena amiga. Tras escucharla contar un episodio de actualidad, Alegría empezó a crear su propia historia.
“En 1964 empecé a inventarme el escenario que hoy el público tiene en escena. Mientras mi amiga me contaba su historia, yo sabía que tenía que crear algo a partir de ella. Y comencé esa misma noche, en el avión que me llevaba a Europa. Tomé notas de cosas que se me ocurrían, me inventé lo básico, la locación, el evento central, le puse nombre a los personajes y armé una historia que tuvo bastante suceso en ese momento. Y luego la dejé, luego la retomé, la reescribí, la concursé, quedó segunda en el Premio Tirso de Molina, luego se me ocurrió hacer una versión que fue un fracaso espantoso, aunque logré algunos hinchas, y luego vino la breve y frustrada esperanza que algunos tuvimos en este candidato desconocido, Pedro Castillo, que de alguna manera inspiró la última reescritura mientras me daba cuenta de que el advenimiento de Inkarrí no va a suceder todavía, pero que eso no puede descalificar la esperanza que tuvimos. Me puse entonces a escribir la obra en pantalla vacía. Le cambié de sexo a un personaje porque me parecía un poco atrasado que fueran solo cuatro hombres, y me pareció interesante que sean tres hombres y una mujer. Y esa mujer cada vez me pareció más interesante. La obra es un 80% nueva”, relata.
“Estoy muy contento con la última versión del texto, pues dialoga con la coyuntura”.
Para la puesta en escena se ha tenido un cuidado especial. “He tenido la suerte de reunir un elenco de primera. Carlos Mesta, Stephanie Orúe, Leonardo Torres Vilar y Ricardo Velásquez son los mejores en su rubro y eso se nota en la puesta en escena. Logran mantener la sensación de asombro para cada frase. Para mí es como si escuchara por primera vez frases y escenas que ya conozco”, dice con sentida emoción.
El autor también destaca el cuidado que se ha tenido para crear la cabeza de Inkarrí. “Acudimos a un escultor profesional, naturalista, egresado de la PUCP, para tener una cabeza digna de la obra. No quisimos que sea una pieza de utilería. Yo espero que el público se sorprenda al verla, pues tiene toda la solemnidad del mito de Inkarrí”, añade.
Alonso Alegría escribió la primera versión del texto a los 24 años. Hoy, a sus casi 82 años, cristaliza en ella no solo la experiencia que le ha dado el tiempo vivido, sino también la esperanza y desesperanza que se ha macerado al lado del texto que hoy presenta.
Lugar: teatro del Centro Cultural Ricardo Palma. Dirección: Av. Larco 770, Miraflores. Horario: de jueves a domingo a las 8 p.m. Hasta el 14 de agosto.
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