En tiempos de coche-bombas, apagones y ‘paquetazos’ en el Perú, una mujer imponente, de casi 1.80 cm. de estatura y mirada inocente, encendía los corazones más abatidos. En los años 80, en la época de oro de los café teatros, Amparo Brambilla era la estrella más refulgente. Cuatro décadas después, la exvedette sigue brillando, ahora desde el teatro, como parte del elenco de actores de “Feliz cumpleaños, doña Zoila”.
En la comedia de enredos, Brambilla interpreta a Martha, la comadre de doña Zoila (Attilia Boschetti), una anciana que durante la celebración por su cumpleaños, se entera que su hija (Mónica Torres) piensa enviarla a un asilo e inicia una serie de estrategias para evitarlo.
“Martha es una mujer que enviudó bastante joven. Tiene dos hijos. Es muy amiga de Zoila, y se convierte en su cómplice cuando descubre las oscuras intenciones de su hija y su nieto. Es pícara, inocente, cachivachera, cree mucho en Dios y en los santos”, narra la actriz.
Luz en la oscuridad
La historia de Augusta Amparo Brambilla Coronado comenzó a escribirse un 22 de agosto de 1961. Tras la separación de sus padres, vivió gran parte de su niñez en Lince, luego en España.
“Crecí sin mi papá porque mi mamá no me dejaba verlo. Él iba a mi colegio, a escondidas, para saber de mí. Pero muy cerca a cumplir 15 años, cuando regresé con mi mamá de España, Dios me lo volvió a poner en el camino. Nos encontramos en una marmolería. Fue un reencuentro muy bonito. Nos abrazamos. Desde entonces, nos mantuvimos juntos, hasta que falleció”, recuerda la artista nacional.
Con una madre sobreprotectora y extremadamente controladora, Brambilla, apenas tuvo la edad suficiente para trabajar, buscó independizarse. Quería ser flight hostess, pero el destino la llevó por escenarios más glamurosos.
“Mi encuentro con la televisión no fue planificado. En un concierto de Village People, al que asistí sin el permiso de mi mamá (ríe), un señor de América TV me dijo que vaya al canal porque quería proponerme un trabajo. Al día siguiente lo busqué en su oficina. Estaba con Tulio Loza. Después de hacerme algunas pruebas, me eligieron, pero el problema era conseguir el permiso de mi mamá, pues todavía era menor de edad. Finalmente ella aceptó. Así empecé como artista secundaria en ‘Tulio de América a Cholocolor’”, señala.
“Fue una experiencia muy bonita. Estaban Ricardo Fernández, Maricarmen Ureta... Actores icónicos, famosos de esa época. Tuve suerte. Aprendí mucho de ellos. Siempre me trataron con cariño y respeto”, enfatiza.
Poco tiempo después, Amparo dio el salto a los café teatros. Empezó como modelo y no paró hasta convertirse en la estrella principal de La Gata Caliente, uno de los dominios de moda de las plumas y lentejuelas en esa época.
“Cuando empecé como vedette, ya era mamá. Mi hija tenía como dos años. Siempre pensaba en ella antes de tomar cualquier decisión. Fue mi cable a tierra, pues aunque era un ambiente de trabajo bonito, no faltaban las propuestas de todo tipo, y los celos profesionales”, señala.
Amparo Brambilla se convirtió rápidamente en la mujer más codiciada y cotizada del medio. Llegó a cobrar más de 7.000 dólares por show.
“Llegué a cobrar hasta un poquito más que eso porque el espectáculo que llevábamos a provincias era una revista musical completa. Teníamos doce bailarines, cantantes, comediantes. No era solamente yo. Era un show de más de dos horas. Por eso el costo era alto”, aclara.
Entre sus recuerdos más íntimos y perdurables el cantante José Luis Rodríguez ‘El Puma’ ocupa un lugar importante, al ser el primer hombre con el que tuvo su primer encuentro sexual.
“Me sentí especial. Tenía claro que él se iría y que todo terminaría en ese momento. Pero no me importó. De día salimos a comer, en la noche a bailar, también lo acompañé a sus entrevistas. Fueron tres días inolvidables para mí”, afirma.
Asimismo, descarta haber tenido un romance Con Demetrio Chávez Peñaherrera ‘Vaticano’, a quien conoció durante un show que realizó en la selva de Uchiza.
“Él me cuidó cuando fui a trabajar allá, de ahí nació el rumor de un romance que no existió. Debo reconocer que gracias a su gente regresé sana y salva a mi casa. Era época de terrorismo. Era zona roja, no habían policías en el lugar. Nos hospedó en su casa porque nos habían instalado en un hotel inseguro. Nos dio su cuarto y el cuarto del costado. Él se fue al tercer piso. Al día siguiente, alguien me advirtió que me iban a ofrecer bastante dinero para hacer un show supuestamente familiar. Me dijo que no acepte porque era peligroso. No acepté y nos regresamos. Y debo reconocer que, cuando vino a Lima, salimos en mancha, con Andrés, su esposa y otras parejas. Y cuando lo detuvieron, la policía me preguntó si lo conocía. Se me partió el alma porque recordé que nos cuidó y protegió. Les dije que no conocí al delincuente, sino a un ser humano que nos protegió y nos salvó la vida”, recuerda.
Renacer
Después de once años de vedettismo, programas cómicos y grandes revistas, en 1993 Amparo colgó para siempre sus diminutas tangas. Su cuerpo ya no era el mismo de antes (llegó a pesar 124 kilos) cuando Osvaldo Cattone apareció en su vida para darle un nuevo sentido. Le propuso hacer teatro, retomar la actuación y reencontrarse con su público y los aplausos.
Brambilla integró el elenco de actores de producciones nacionales como: “Al fondo hay sitio”, “Gamarra”, “Pensión Soto”, “De vuelta al barrio”, entre otras. En el cine participó en “Once machos”, “El manual del pisado”, “Mundo gordo”, y más.
“Dejé los escenarios porque las cosas empezaron a cambiar, el ambiente ya no era el mismo y las revistas ya no se hacían como antes. Cualquiera se ponía una tanga y ya era vedette. No había profesionalismo ni respeto por la carrera. Además, mi físico empezó a cambiar por la ley de gravedad (ríe). Entonces, decidí dar un paso al costado. Ingresé al teatro Marsano, un escenario que siempre soñé pisar. Superé mi problema de sobrepeso. Hace doce años me operé por salud. Tenía muchas migrañas, vómitos y mareos. Y cuando trataba de pararme las rodillas no me dejaban. Regresé a los escenarios. Volví a vivir”, subraya.
Fecha: Va hasta el 17 de diciembre
Lugar: Asociación Cultural Campo Abierto, en Miraflores.
Las entradas están a la venta en Joinnus.