A diferencia de la obra original de Shakespeare, escrita alrededor de 1600, esta adaptación de Hamlet no nos sitúa en una Dinamarca medieval con castillos, cortes y caballeros defendiendo el honor familiar y el legado de un rey. En cambio, nos introduce en un escenario cargado de simbolismo, que refleja el inconsciente de los personajes trágicos que desean escapar de la espiral de muerte y venganza.
La trama se desarrolla en las profundidades de un bosque, donde una poderosa tribu enfrenta un momento crítico: el gran patriarca ha muerto repentinamente y de forma sospechosa. Su hermano hereda el trono y se casa con la reina viuda. Siguiendo la trama clásica de Hamlet, con la excepción de su relación con Ofelia.
Esto lleva al príncipe, junto a su amada Ofelia, a emprender una vez más la búsqueda de justicia para darle paz al espíritu de su padre. Sin embargo, rompiendo con su destino trágico, este Hamlet se enfrenta al dilema de continuar con el ciclo de venganza o buscar la posibilidad de cambiar esta situación.
“La obra también plantea que el cambio empieza por uno mismo, que la transformación personal es el primer paso para transformar el sistema. Es tan difícil para Hamlet hacerlo como para cualquier persona que quiera transformar una realidad política que ya parece tener un futuro predestinado”, menciona el director K’intu Galiano en entrevista con El Comercio.
La esperanza de Hamlet
Esta versión presenta diferencias fundamentales en cuanto a la estructura de los personajes y su interacción. Ofelia ya no es simplemente la figura trágica y desamparada de la obra original; aquí, se convierte en una figura de poder y cambio, llevando en su vientre un bebé que encarna el nuevo paradigma al que ambos personajes aspiran.
“En la original, las mujeres son instrumentales, están ahí para complementar la historia de los hombres. Aquí, Gertrudis tiene todo un horizonte de crecimiento, un objetivo propio que se puede apreciar en la obra”, explica Galiano. “Por su parte, Ofelia es la portadora del horizonte hacia el cual ella y Hamlet quieren dirigirse: la esperanza luego de la tragedia”, agrega.
Además, la obra introduce la noción de linaje como un elemento central. En el escenario, un árbol genealógico, que también representa el bosque, es el único elemento escenográfico, simbolizando tanto la herencia como el legado que los personajes deben confrontar y trascender para continuar sus historias personales, más allá de la influencia de fantasmas vengativos e intrigas familiares.
Con un elenco de actores encabezado por Renato Rueda, Vanessa Vizcarra, Jorge Villanueva, y el propio K’intu Galiano, Hamlet está muerto busca redescubrir los clásicos desde una óptica contemporánea, enraizada en la introspección y el cambio social, sin abandonar los elementos fundamentales de la tragedia shakesperiana.
Tal como Hamlet cuestiona si debe seguir con los designios heredados, el público es invitado a reflexionar sobre su propio papel en la transformación personal y social. “Si un personaje clásico y atemporal como Hamlet puede ir contra los designios que parecen decreto divino, ¿por qué nosotros no podemos hacer lo mismo? Al igual que él, tenemos la opción de elegir”, concluye Galiano.
· Lugar: Auditorio Británico Miraflores
· Horarios: Viernes y Sábado 8:30pm / Domingo 8:00pm
· Fecha Temporada hasta el 6 de octubre
· Entradas disponibles en Joinnus.
TE PUEDE INTERESAR
- Julio Sabala: la anécdota con Alberto Fujimori y el motivo por el que le compuso una canción a Jaime Bayly
- “Quiero ser actor”: una obra de teatro sobre la crisis vocacional
- “El jardín de los cerezos”: una obra sobre aferrarse al pasado
- “María Pizarro, he aquí el amor”: teatro sobre la opresión
- El Teatro Segura acoge dos espectáculos internacionales de ballet: “Carmen” y “Suite Elton John”
Contenido sugerido
Contenido GEC