A punto de cumplir 80 años de vida, Hernán Romero lleva seis décadas dedicado en cuerpo y alma a la actuación. Su historia empieza a los 19 años, mientras estudiaba derecho. En las aulas, a él y a un grupo de sus compañeros se les ocurrió la idea de armar una presentación escénica que sorprendió al decano de la facultad. La aventura terminó con la fundación del icónico Teatro de la Universidad Católica (TUC) y con Ricardo Blume, recién llegado del Real Conservatorio de Arte Dramático de Madrid, como profesor. “Desde entonces no salí más del teatro”, recuerda. Su carrera se fue consolidando con las novelas que protagonizó entre ellas las recordadas “Simplemente María” y “El adorable profesor Aldao”. El cine también acompañó su crecimiento profesional, primero con “En la selva no hay estrellas” y “La muralla verde”, de Armando Robles Godoy; y luego con las galardonadas “Caídas del cielo” y “Sin compasión”, de Francisco Lombardi. Esta vez, demostrando su vigencia y versatilidad, Romero regresa a la pantalla grande con la refrescante comedia “Seductores irresistibles”, ópera prima de Rodrigo Viaggio y Jorge Velarde, que se estrena el 9 de junio en la cartelera local.
Aunque se le relaciona más con personajes de carácter fuerte y de corte dramático, el primer actor ha explotado durante años su vena cómica sobre las tablas: en los años 70 formó parte de la Compañía de Comedias de Manuel de Sabatini, con la que viajó por todo Colombia durante año y medio, y en Lima pasó una larga temporada en el Real Teatro de San Isidro, de la mano del productor Horacio Paredes. En “Seductores irresistibles”, cinta que conjuga juventud y experiencia actoral, Romero interpreta a Giacomo Casanova, un maestro de la seducción que guía a cuatro jóvenes con sus consejos para la conquista. La idea nació en el 2015, al respecto cuenta el director y guionista Rodrigo Viaggio . “Yo crecí viendo Karate Kid y siempre me gusto esa relación del señor Miyagui con Daniel Sam, así que me pregunté por qué no hacer una comedia donde un hombre con experiencia le enseña a unos jovencitos a seducir a la antigua”. Tres años después se inició el rodaje y el largo camino de la post producción en plena pandemia. A propósito del estreno de la cinta conversamos con Romero respecto a esta experiencia y su extensa trayectoria.
Alguna vez usted mencionó que ser actor en su época era casi un suicidio.
¡Un acto demencial! El problema y la preocupación de mis padres era ¿qué vas a comer? ¡Te vas a morir de hambre! Me acuerdo de que el primer sobre de una quincena que llevé a mi casa y puse sobre la mesa era más de lo que mi padre ganaba en un mes. Lo que él no sabía era que yo debía esperar que me saliera otra novela para poder trabajar. Ese dinero me debía alcanzar por bastante tiempo. Pero sirvió para que mi padre se tranquilizara y supiera que yo podía vivir siendo actor.
En “Seductores irresistibles” usted es Giacomo Casanova, un maestro para cuatro jóvenes que quieren conquistar a la chica de sus sueños. ¿Cómo resume usted el arte de la seducción?
Yo creo que no hay tips para seducir. La cosa debe ser mutua. Eso de que el hombre debe ser el seductor y la mujer la presa no es cierto. Muchas veces el hombre es el que termina siendo cazado. Creo que eso pasa la mayoría de las veces.
¿Qué le atrajo de esta comedia, pronto a estrenarse?
Que se ha cuidado mucho los detalles, me pareció un intento válido de hacer comedia en el Perú. Se van a divertir. No por el hecho de ser comercial, la película debe ser un bodrio. Es como en el teatro, donde hay teatro con mensaje, pero también esta el otro al que yo llamo teatro digestivo, que es el que te hace reír y distenderte, como “Seductores irresistibles” . Hacer comedia no significa perderle respeto al público lanzando cachetadas, golpes o diciendo groserías. Hacer reír con buenas armas es complicado.
¿Con qué obra debutó como profesional?
Fue en un papel chiquitito en una obra que produjo Pablo de Madalengoitia en el Teatro Segura. Se llamaba “Muchacho de Oro” y era sobre unos boxeadores. Recuerdo que allí trabajó Willy de la Cruz, que fue sparring de Cassius Clay más conocido como Mohamed Alí, campeón de los pesos completos.
¿Cuál ha sido el papel más complicado de su carrera?
Todos los papeles exigen mucho, pero si el personaje me gusta por difícil que sea lo asumo. Algunos personajes importantes que he hecho en los últimos tiempos fueron en las obras “La Alondra” de Jean Anouilh y “Enemigo del pueblo” de Ibsen.
¿Además de Blume quiénes fueron sus grandes maestros?
Luis Álvarez fue un hombre que me marco. Su ejemplo, su dedicación y respeto por lo que hacía, fue un hombre con mucha dignidad. Roca Rey fue otro de los directores que me dirigió en muchas de las obras que hice en mis inicios.
Tuvo un paso importante en la Asociación de Artistas Aficionados
Trabajé allí 17 años y recuerdo una anécdota a propósito del temblor que hubo hace poco. Bueno estábamos ensayando una obra que dirigía Luis Álvarez, “El farsante más grande del mundo”, que es sobre un joven que tiene una pelea con su padre y a quien acusan de haberlo matado. En una escena todos debíamos agarrarlo y amarrarlo en un tronco que había en el centro de la cabaña de la triple AAA. Ricardo Blume interpretaba a este chico. Eran como las 2 de la mañana y empezó a temblar todo. Nos asustamos y todos salimos corriendo y lo dejamos allí, atado. A los dos o tres minutos nos acordamos de él y regresamos. Nos dijo de todo (ríe).
¿Cuál diría que es la primera lección que debe recibir un aspirante a actor?
Tomarse las cosas en serio. Actuar no es un juego. La gente dice “ah, que divertido debe ser actuar”. Sí, claro, pero es mi trabajo, hay que ser responsable. Soy maniático de la puntualidad, el único que me ganaba era Luis Álvarez. Un actor tiene que estar temprano para liberarse, descargarse de los problemas del día y mentalizarse en hacer un buen trabajo.
Antes se ensayaba mucho solo para un par de funciones, ahora las cosas han cambiado.
La primera obra que hice la ensayamos tres meses y se dieron tres funciones. Ahora la temporada puede ser de un par de meses. Hay más público, más conocimiento de lo que es realmente el teatro como profesión. Hay mucho talento joven, la cosa es que perseveren y no se desanimen. Es un mundo muy competitivo. Por eso, en mi tiempo, me hubiera gustado nacer en un medio que ofreciera más oportunidades, como en España o Londres.
¿Qué es lo mejor que le ha dado el teatro? ¿Hay algo negativo en su profesión?
No creo que el teatro me haya dado algo negativo. Me ha enseñado a conocer el alma humana, el actor expone sus experiencias interpretando el alma de los personajes, presta sus emociones y sentimiento. Es como quien ejecuta una partitura, el actor ejecuta un texto con sus sentimientos, con su cuerpo y emociones. Hay todo un mecanismo para eso, se estudia, pero ahí está el don. Quien no nace con talento para esto no pasará de ser uno más. Hay que tener la llama, la chispa.
A inicios del 2000 tuvo un episodio de salud muy delicada…
Casi me muero, se me perforó un divertículo. Me hicieron seis operaciones al estómago. Verdaderamente estuve con un pie al otro lado, pero recibí un mensaje muy claro del señor y me puse a su servicio. He estado durante 14 años llevando la palabra del señor por diferentes países. Me aprendí un evangelio completo, el de San Marcos, y lo interpretaba durante dos horas como si fuera un monólogo.
Todo un desafío.
Lo interesante era que ese texto de hace 2000 mil años, primitivo, arcaico, fuerte, árido, había que hacerlo sonar como si fuera del siglo 21.Y sin cambiarle la letra porque es la palabra de dios, ¿con qué autoridad lo podía cambiar? Terminé esa gira por el mundo en el 2012, fue una producción de la Sociedad Bíblica de Noruega. Esto tenía público cautivo porque iba gente de todas las denominaciones evangélicas. La entrada además no se cobraba. Qué maravilla ser un canal de bendiciones para otros, que dios te use para contar su historia y bendecir a otros.
Hace poco su salud recayó.
Tuve varios problemas de salud, pero todavía tengo que seguir luchando aquí. A veces, por diferentes circunstancias, yo digo, “ah, qué suerte tengo”. Y no, no es suerte. Es dios que me dice que aún necesita en la tierra. El talento que tengo no es un mérito, vino conmigo, es un don, un regalo para servir al señor.
Estreno: 9 de junio en cines. Productora: Valori Films Dirección: Rodrigo Viaggio y Jorge Velarde. Protagonistas: Hernán Romero, Jose Dammert, Jesús Neyra, Jean Franco Vertiz y Rodrigo Viaggio.