Ducelia fundó Danza Viva en 1978, y en 1993 su hija Morella se unió a la codirección (Foto: Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)
Ducelia Woll y Morella Petrozzi
Czar Gutiérrez

Tienen una relación literalmente fecunda y entrañable. Esa que alumbra una vida, mira en la misma dirección y se perpetúa en una confianza sin límites. Entre otras cosas, para hacer de la compañía un vehículo de transmisión de significados a partir de coreografías que ya llevan cuarenta años sobre las tablas. Poesía de los sentidos que desde 1978 ensaya algo más profundo que el entretenimiento. Hablamos con Ducelia Woll y Morella Petrozzi, madre e hija, antes del show que celebrará las cuatro décadas de su escuela.

— ¿Por qué baila el ser humano?
Ducelia Woll (DW):
El cuerpo tiene un ritmo y ese es un corazón que late. Cuando nos juntamos, latimos al unísono. Hay algo espiritual que nos une. Montar coreografías es latir, sudar y hacer música con el cuerpo.

— ¿Cuándo empezaron a bailar?
DW: Yo en los años 50 en la Asociación de Artistas Aficionados. Y luego con mis maestros Haydeé Caycho, Roger Fenojoise y Vera Stastny. Eran días de flamenco, ballet clásico, mazurcas, polonesas y bailes de Chopin.
Morella Petrozzi (MP): Me inicié en el ballet clásico cuando niña, ella [Ducelia] fue mi primera maestra. Recuerdo mis primeras presentaciones, "Pedro y el lobo", el baile de la mazurca, danzas libres griegas, como odalisca en "Cascanueces". Empecé a pararme en puntillas de pies en mi adolescencia con "Las sílfides". A los 18 años, me fui por 10 años a Estados Unidos para formarme en la danza contemporánea.
DW: Pero antes, cuando yo tomaba clases de danza, ella [Morella] ya bailaba en mi panza.
MP: Mi madre ha bailado con sus cuatro hijos en el vientre, es algo natural para ella y para nosotros. Fui yo la que recibí el mensaje.
DW: Lo curioso fue que cuando Morella tenía 12 años se rebeló. "Mamá, yo no voy a hacer ballet, no quiero saber nada", me dijo. Pero a los 17 se decidió por la danza contemporánea. Y como ya tenía la base, aplicó a universidades de EE.UU. y desde 1993 se integra y enriquece nuestra escuela.

— "Recuerdo ver bailar a mi madre, cuando yo tendría 13 o 14 años: alta, dorada, fuerte y majestuosa, pasaba por todos los matices del movimiento, desde la sutileza y la ternura hasta lo audaz y desenfrenado. Su cuerpo: un excepcional y hermoso instrumento de expresión". Lo escribió Morella.
DW: La adoro, esa es mi hija.
MP: Estar en el escenario te envuelve en un halo misterioso y casi divino. Como cuando se observa un arco iris, "una banda luminosa extraordinaria que presenta los colores del espectro solar y aparece en el cielo debido a la refracción y reflexión de la luz del sol en las gotas de lluvia". En las artes escénicas sucede algo parecido, el público se conmueve con lo que observa, oye y siente. Detrás de todo ello hay toda una técnica, una ciencia y una explicación. El público solo siente la magia.

— ¿En qué difiere vuestro arte?
MP: A mi madre, al estar relacionada más con el ballet clásico, se la asocia al mundo de los príncipes, princesas y las hadas madrinas, ese mundo irreal. A mí se me asocia a la danza contemporánea que trata temas concretos del mundo actual.
DW: Dicen que Morella sobre un escenario es agresiva y directa, y yo más sutil. Pero no es así. Quizás es más explícita. Cada quien tiene su identidad. Una puede ser muy fuerte y sutil a la misma vez. Hay formas muy suaves de ser fuerte.
MP: Me defino como iconoclasta. No creo en los ídolos. Celebridad viene de la palabra 'celebrar' y siempre celebraré a mi madre, ya que me dio la vida, lo más preciado.

— ¿Existe algo más allá de la danza?
DW: El mar, las flores. Me gusta la belleza natural del color. Pero no me imagino fuera de la danza. Todos mis momentos son bailando. He tenido la suerte de hacer lo que me gusta.
MP: Si me hacías esa misma pregunta hace cinco años, te hubiera dicho que me gustaría haberme dedicado al 100% a la literatura, a escribir. Pero desde hace unos años mi sueño es tener un santuario, un rancho, trabajar la tierra, tener muchos animales, árboles y plantas. Alejarme de la ciudad, su ruido, su violencia, su desgracia y su gente.

— ¿Y qué le parecen los libros de su hija?
DW: "56 días en la vida de un frik" es arriesgado, valiente y honesto. Tiene una gran capacidad descriptiva cuando regresa de Nueva York y Lima le parece una aldea. "Tres historias" no me impactó tanto y de "Militia amoris" no te puedo hablar mucho, me gustaría leerlo otra vez. A mí me encantan las biografías y los libros que hablan del empoderamiento de la mujer.
MP: Yo nunca leo un libro a la vez. Ahora estoy leyendo al mismo tiempo "El rumor del oleaje", de Yukio Mishima; "Armas, gérmenes y acero" de Jared Diamond; y "Ley del karma, ley de la voluntad, ley del amor" de Michael A. Singer.

— Y después de los libros que publicaste, ¿qué más hay?
MP: Hay naturaleza, contemplación, gratitud, humildad y amor. Busco la sabiduría más que el conocimiento. El conocimiento bloquea la capacidad para seguir sorprendiéndonos de los pequeños detalles de la vida.

— Dicen que Danza Viva Perú se centra en la "danza de búsqueda". ¿En qué consiste?
DW: Es búsqueda y ruptura del movimiento sin dejar de lado matices de color, luz y música e integrar todo hasta llegar de una forma poética a lo que queremos decir.
MP: La "danza de búsqueda" se refiere a la exploración de nuevos movimientos corporales, a encontrar movimientos inéditos. Jacques Baril dice que un bailarín de danza moderna "debe inventar y reinventar una y otra vez una fraseología del movimiento a fin de que este conserve siempre su carácter inédito y traduzca el mundo interior del ejecutante".

— ¿Cómo ven el desarrollo del ballet y la danza contemporánea peruana?
DW: En auge. El Ballet Nacional está por buen camino en manos de Jimmy Gamonet, igual que la Escuela Nacional de Ballet dirigida por Gina Natteri. Me preocupan los seudoprofesores que no tienen conocimiento auténtico y pueden infligir lesiones en el cuerpo.
MP: El Perú ha sido un país danzante desde tiempos ancestrales. Las danzas folclóricas son el alma de la cultura. La danza moderna llega a mediados del siglo pasado. En las últimas dos décadas fueron los más jóvenes quienes eligieron acercarse a las escuelas y en estos últimos siete años se decidieron por las danzas comerciales y de entretenimiento. No es nuestro caso.

— Celebran sus 40 años con "Ensueño".
DW: Sí, es el trabajo final de toda la escuela, un espectáculo donde presentamos a bailarines de todas las edades.
MP: Son 15 coreografías de ballet clásico y danza contemporánea donde participan niños desde los 2 años y 8 meses hasta alumnos que superan los 50 años. Intentamos un espectáculo que celebre la danza a plenitud con 200 alumnos en escena.
DW: "Ensueño" es el collage de un sueño hecho realidad.

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Auditorio del Club Regatas.
Dirección: Av. Chachi Dibós 1201, Chorrillos.
Fecha: sábado 22 de diciembre, 7 p.m.
Entradas e informes: 941-360406.

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