Javier Valdés: "Mis personajes me ayudan a sanar"

Sentado sobre el escenario y rodeado por el elenco de "Lavar, peinar y enterrar", Javier Valdés intenta sonreír para una sesión de fotos. La idea es romper con la imagen de hombre serio, formada a partir de sus últimos papeles sobre las tablas y en el cine. La luz del Teatro de Lucía debería hacerlo entrar en calor y enrojecer su piel, pero esta no consigue variar su palidez. En tanto, Stefano Tosso y Antonella Gallart, protagonistas de esta comedia sobre un frustrado asalto a una peluquería, empiezan con las bromas y el director se une a la chacota.
Pasados algunos minutos, ya es momento de la entrevista. Valdés retoma el rol de director de la comedia que se estrena mañana.

— ¿Te consideras una persona seria?—
Para nada, soy bien bromista. Creo que tiene que ver con que te encasillen. He hecho comedia en “Te juro, Juana, que tengo ganas” y “Mucho ruido por nada”, aunque en esta última mi personaje fuese más serio. Y me encantaría hacer más, pero me llaman para hacer dramas.

— Alguna vez dijiste que te interesa mucho Segismundo, el personaje de “La vida es sueño”. ¿Qué es lo que te llama la atención de él?
La relación con su padre, que probablemente sea la misma que tuve con el mío [Armando Valdés Palacio, padre de la logística en el Perú]. Me ha tocado hacer esa obra en varias ocasiones: en el 94 hice del príncipe Astolfo en el montaje que hizo Édgar Saba en el CCPUCP, y en el 2012 fui el rey Basilio en el teatro La Plaza, pero nunca interpreté a Segismundo.

— Dicen que a tu papá no le cayó bien que quisieras ser actor...
No fue eso, sino que, con toda la buena voluntad, estaba preocupado por el futuro del quinto de seis profesionales de economía, administración e ingeniería. Recién 20 años después, al terminar la función de estreno de “El contrabajo”, de Chela de Ferrari en el CCPUCP, él me dijo: “Sí, pues, esto era lo que tenías que hacer”. Fue bonito que lo reconociera. Este año, el Congreso me homenajeó por mi trayectoria y también fue como si un padre finalmente reconociera algo.

— En los últimos años has interpretado a padres racistas e intolerantes. ¿Sientes que te has encasillado en ese rol?
No. En noviembre próximo empezaremos un proyecto para televisión en el hago un papel totalmente diferente.

— ¿Pero no te desgasta tener que escarbar en lo peor que llevas dentro para interpretar esos papeles?
Más que eso, mis personajes me ayudan a sanar y sacar a flote lo que no debo ser. Pero estos no solo son malos e intolerantes, también juegan distintos roles en sus vidas, al igual que yo me comporto distinto con mi esposa, en el trabajo, en casa, con mis hijos. Allí es donde juegan las emociones. Por ejemplo, mi viejo fue militar, y como tal, tenía un tipo de comportamiento específico, pero en el Ejército era tildado de ser muy civil porque era un tipo que se preocupaba por el otro. Él también escribía, era poeta. Me imagino que esa sensibilidad la aprendió en casa, con un papá no muy presente y con una mamá gallina que lo hicieron ser como fue.

MÁS INFORMACIÓN
​Lugar: Teatro de Lucía. Dirección: Av. Bellavista 512, Miraflores. Estreno: jueves 28, 8 p.m. Entradas: Teleticket.