Jely Reátegui está perturbada. Después de pasar una temporada fuera del país, la artista peruana de 35 años regresa a las tablas con una obra de gran carga dramática titulada “Maquinal”. Inspirada en un caso real, la historia sigue a Helen, la primera mujer ejecutada en una silla eléctrica de Nueva York.
El montaje —que se estrena el 4 de mayo— reflexiona acerca de la igualdad de género y la represión femenina en una sociedad adversa. Se trata de un desafío significativo para la actriz, cuyo papel le exige lidiar constantemente con un torbellino de emociones que pasan por el nerviosismo, la emoción y la ansiedad. “Es un texto atemporal. El libreto fue escrito en el año 1928 [por Sophie Treadwell], sin embargo, nada ha cambiado. Las mujeres continúan viviendo en desigualdad y en un entorno hostil”, comenta Reátegui en conversación con El Comercio.
Como personaje del círculo mediático, ella tiene conocimiento de causa. Su personalidad desinhibida y sin filtros le ha significado una exposición no deseada. Por ejemplo, las polémicas que suscitó con sus críticas hacia los participantes de programas ‘reality’ que incursionaron en la actuación, además de su explícita negativa a ser madre, no la hacen pasar desapercibida. Inevitablemente, esta situación ha tenido gran impacto en su salud mental. “La visibilidad masiva me pone nerviosa. Le tengo terror a las entrevistas porque soy una persona muy abierta y eso siempre me juega en contra”.
En esta obra somos testigos de la trágica historia de Helen, una joven atrapada bajo la mirada crítica de una sociedad que la obliga a casarse con un hombre a quien no ama. Desesperada por encontrar una salida, se sumerge en el mundo del placer junto a un hombre joven y aventurero. Pero esta búsqueda desesperada por la libertad la conducirá a un camino peligroso sin retorno.
— ¿Estás nerviosa en estos momentos?
Bien, ya estoy tranquila. Aunque claro, nerviosa por el estreno. No me tocaba abordar, trabajar, y preparar un personaje de esta magnitud hace muchos años. Por lo general, las últimas cosas que he hecho han sido comedias, que me encantan. Amo todo por igual, solo que este nuevo proyecto me tiene emocionada. Si ahora me ven por la calle, me verán un poco perturbada, cantando sola o repasando mi letra.
— ¿“Maquinal” debate acerca de las problemáticas feministas?
Está considerada una obra que encaja dentro de las primeras obras feministas, pero conversando con el director y el elenco, no queremos encasillarlo como como tal porque no es panfletaria ni activista, sino que juega un rol más humano. No me gusta aleccionar a la gente, no es mi rubro en absoluto, trato de alejarme siempre de eso. No me he especializado en ningún tema académico lo suficiente como para afirmar que algo es de una forma determinada. El teatro en sí es un medio muy poderoso, un reflejo de la realidad sobre lo que somos como seres humanos. No podemos imponer nuestra verdad a nadie, y tampoco puedes dedicarte a ningún tipo de arte con el objetivo de complacer a todo el público, ya que eso va en contra del propósito del arte.
— Comentaste que el texto es vigente porque es posible crear paralelismo con el rol de las mujeres de ahora.
Yo creo las cosas no han cambiado. Ahora, gracias a todas las mujeres que han luchado por tantos años, hemos adquirido ciertos derechos, pero en cuanto al trato desigualitario se mantiene igual. No hemos aprendido nada. El que esta obra se esté realizando en el 2023 da mucho que reflexionar.
— ¿Es un personaje con el que te identificas? En el pasado se te cuestionó por decir en señal abierta que no querías ser mamá.
Sí, odio ese clip. La exposición me pone nerviosa, no me encanta. Al final te encasillan con una idea. O sea, a mí me encanta joder y dar la contraria, pero es porque estoy jugando. Suelo no tener filtro y a veces eso me juega en contra. Luego sacan titulares que no tienen nada que ver con lo que dije.
— ¿Pero entonces lo que dijiste fue por llevar la contraria?
No, yo de manera genuina sentí eso en ese momento. Pero en el camino he pasado por otros procesos, me he cuestionado más. Pero igual que me cuestiono millones de cosas, no ese tema en específico. Lo hice como me pregunto si quiero seguir siendo actriz o si mejor me dedico a otra cosa. Por ejemplo, el año pasado me fui a vivir fuera, estuve más de un año allá y me seguía cuestionando dónde quería estar. A cada lugar donde iba, decía que viviría allí para siempre, entonces hice mil despedidas y después regresé. Nada es definitivo. También existe la presión de ser consecuente con las decisiones que tomas, pero yo soy vulnerable a la vida. Tomo decisiones de acuerdo con cómo me voy sintiendo. Aunque claro, ya estoy más grande y quiero ser más responsable. A mí lo que me conecta con este personaje es que todo el tiempo está tratando de hacer lo mejor que ella puede y está en constante conflicto por eso. Empatizo mucho con su línea de pensamiento.
"La exposición me pone nerviosa, no me encanta. Al final te encasillan con una idea. O sea, a mí me encanta joder y dar la contraria, pero es porque estoy jugando. Suelo no tener filtro y a veces eso me juega en contra."
— Pero no puedes evitar ser un personaje mediático, ¿cómo haces para lidiar con la atención que recibes a través de redes sociales?
Estoy harta. No me gusta la exposición mediática. No tengo Twitter desde hace años y nunca usé TikTok. En verdad, odio sentir la obligación de estar al día con las tendencias, me provoca demasiada ansiedad. Subo lo que me divierte, aunque sean estupideces. No tengo ningún problema con eso, me gusta reírme y burlarme. Detesto la fama cuando no es constructiva en absoluto. Mi sueño es vivir de mi trabajo sin tener que depender de las redes sociales para que la gente lo consuma. Solo quisiera usar mi plataforma en caso deba promocionar mi trabajo porque estoy en temporada teatral, por ejemplo. Algo orgánico, aunque odio también esa palabra. Pero tener que depender de los seguidores para que los productores te llamen es lo peor que le ha pasado al mundo artístico. Me sucede con marcas, ahí lo entiendo; pero para la ficción, el teatro, el cine o la televisión, no debería ser así. Es otro rubro. Creo que podríamos encontrar formas más bonitas y amables de hacer marketing que no genere ansiedad a los actores.
— ¿Qué haces para evitar que esa ansiedad impacte en tu vida?
Yo lo hago a través del deporte, el teatro, amigos y terapia, entre otras cosas.
— Pese a toda la negatividad, los jóvenes actores suelen expresar admiración por tu trabajo. ¿Qué emociones tienes a poco de iniciar una nueva temporada teatral?
Ya me estoy divirtiendo. Me ha llevado más tiempo del que suelo necesitar en otros procesos, pero creo que esto se debe a los nervios, las expectativas y quizás el ego. Quiero hacer un buen trabajo y eso me hace sentir tímida y nerviosa. En lugar de simplemente hacerlo, estoy pensando en que quiero que salga bien. Ahora estoy disfrutando del proceso y mi personaje ha crecido mucho. Pero al principio, todo era miedo e inseguridad. Hace mucho tiempo que no actuaba en un teatro grande y presentar un papel tan importante al público.
La temporada de la obra inicia este 4 de mayo y va hasta el 10 de julio en el Teatro del Centro Cultural PUCP, ubicado en avenida Camino Real 1075 en San Isidro. Las entradas se pueden adquirir a través de la página web de Joinnus.