Muy pocos jóvenes saben exactamente lo que quieren ser al crecer. Juan Carlos Fisher fue uno de esos pocos. El mundo escénico estaba en su ADN gracias a sus padres y se formó al lado de maestros como Chela de Ferrari y Luis Peirano. Ha dirigido, dramas intensos como “Incendios”, divertidas comedias como “¿Qué hacemos con Walter?”, historias íntimas como “Un corazón normal”, musicales internacionales como “Mamma Mia” y éxitos de taquilla como “Toc Toc”.
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Pero desde hace más de cien días sus funciones se cancelaron, sus visitas al teatro dejaron de llevarse a cabo, el café que se tomaba con sus amigos para hablar de proyectos futuros se postergó indefinidamente. Ahora, Juan Carlos Fisher piensa presentar una obra a través de medios digitales, mientras planea nuevas obras para cuando las salas de teatro abran sus puertas.
-Anteriormente has dicho que el teatro es tu vida, que es tu casa. ¿Cómo te sientes ahora que los teatros están cerrados?
Han pasado tantos meses y todavía no termino de asimilar la idea de que no hay teatros y que no van a haber por un tiempo. Todo esto es muy surrealista para mí, esta nueva normalidad en la que el teatro no tiene ningún tipo de prioridad es un poco fuerte de escuchar y es un poco fuerte de vivir. Yo estaba haciendo proyectos, iba a estrenar cuatro montajes y, obviamente, ni uno se va a poder estrenar este año. Estábamos con una reposición de “Toc Toc”, ensayos de un musical de una obra nueva y con proyectos encima para el siguiente año y ahora todo es un gran albur. Algunas mañanas son tristes, otros días son esperanzadores, porque se ve lo unida que es la comunidad teatral y cómo el público está allí, listo para recibir el teatro cuando regrese.
-¿Qué estuviste haciendo en los meses de cuarentena?
He estado metido armando proyectos hacia un futuro lejano, normalmente trabajo en proyectos con dos años de anticipación. Ese tipo de proyectos no dejan de armarse en el sentido de que siempre estoy leyendo obras, siempre estoy investigando, buscando proyectos que se están haciendo en otras partes, formas de colaborar con algún equipo artístico. Me he estado concentrando en eso y yendo un poco hacia lo audiovisual, que es algo que me interesa desde hace mucho tiempo. También me he dedicado a leer, a ver películas, a aprovechar de alguna manera el tiempo de estar encerrado aquí en mi casa.
-¿Qué películas has visto?
Me he metido una “escueleada” de cine clásico como no había hecho antes en mi vida. Gracias a unas listas de la BBC que recomendaban 100 películas en habla no inglesa. He visto cosas realmente extraordinarias que me han tenido deslumbrado y que no había podido ver por falta de tiempo o ignorancia. Películas de Bresson, de Godard, de Truffaut, o series que no había podido ver. Ha sido como una inyección de inspiración fantástica.
-¿Qué opinas de la migración de artistas del teatro hacia las obras online?
Me parece increíble y admiro la rapidez de adaptarse a este nuevo medio. Yo soy un poco más lento, quiero hacer algo parecido y estoy en proceso, pero soy más lento. Este año debería hacer algo en este formato junto con La Plaza. Creo que los proyectos que están resultando son aquellos que están utilizando el formato como un nuevo medio de expresión y no solamente como un medio de grabación. Este formato me parece algo nuevo, diferente y hay que sacarle el jugo.
-Todavía existe el debate si se le puede llamar teatro a las obras online.
Lo que hace para mí de especial al teatro es el vivo entre los actores y el espectador, y la mayoría de estas presentaciones están sucediendo en vivo entre los actores y el espectador pero no en el mismo espacio. No es cine porque en el cine hay otro lenguaje de por medio. Las obras virtuales son otro tipo de lenguaje audiovisual que está mucho más cerca del teatro. Creo que esto puede ser el principio de un concepto nuevo que puede funcionar al margen de cuando vuelvan los teatros. Claro, para mí no hay nada que reemplace ver una obra de teatro en vivo y tampoco hay algo que reemplace ver una película en el cine. No hay nada como un grupo de desconocidos que se conectan y que se vuelvan uno para ver algo que está pasando en un escenario.
-¿Te imaginas qué pasaría si el próximo año no pudieran abrir los teatros?
Creo que sería una cosa un poco surrealista que los centros comerciales estén abiertos, que hayan partidos de fútbol y que los teatros estén cerrados. Pero, claro, todo esto es nuevo para nosotros y para el gobierno. Ver cómo en España, en Alemania, en Francia, en Italia ya están regresando los teatros es súper alentador. Para cuando los teatros se abran no sé en qué situación vamos a estar. Yo no puedo creer que estamos en julio, para mí hace tres días estábamos en marzo y estaba por estrenar una obra y la obra se estaba postergando unos meses y luego un par de meses más y luego fue indefinidamente y ahora estamos en una nueva normalidad y vamos a ver cómo reacciona la ciudadanía y qué tan responsables somos con el otro.
-¿Cuál es la lección más importante que te ha dado el teatro?
El teatro me ha enseñado mucho a entenderme como persona. El teatro ha sido mi terapia personal. Como director he podido trabajar con obras y seleccionar libretos que me han tocado profundamente. Ha sido un catalizador para hablar de temas importantes, desde un “Full Monty”, un “Billy Elliot” o “Incendios” y “Un corazón normal”. El teatro es un espacio donde podemos conocernos un poco más, donde yo he podido conocerme un poco más y aceptarme un poco más.
-¿Qué opinas de que el teatro sea percibido por el gobierno dentro del rubro de entretenimiento?
Bueno, antes el teatro no estaba en el panorama del gobierno, luego todas las comunicaciones estaban dentro del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, ahora ya tenemos, al menos, un Ministerio de Cultura que es un espacio importante. En una época pedíamos que al teatro no lo vean ni lo toquen, porque cada vez que el gobierno se acercaba al teatro era para hacerle daño de alguna manera, para cobrarle más impuestos o para ponerle alguna traba para su existencia misma y las de las salas de teatro. Creo que el teatro es una experiencia que todavía es muy poco conocida para nuestro país. Cuando fui director de Los Productores y creamos la marca nuestro objetivo fue que primero la gente descubra que el teatro es una fuente de entretenimiento y que no se le relacione con una experiencia lejana, aburrida, antigua. Que yo como público me pueda relacionar con los personajes y que lo que veo sí pueda ser un espejo de mi vida. Y a medida que el público vaya descubriendo y vaya perdiendo el miedo a la experiencia teatral pueda darse cuenta de que el teatro es una experiencia increíble. Eso está pasando poco a poco. No se la podemos lanzar de frente a los espectadores en nuestro país porque somos un país con muchas carencias y entiendo que hayan otras prioridades por más que eso juegue en contra del teatro. Pero allí también el cuestionamiento es ¿cuáles son esas otras prioridades y por qué no se organizan mejor? Pero eso ya es otro tema.
-Has dictado clases de teatro ¿Cómo te sientes en ese espacio?
La verdad es que he enseñado muy poco, pero me he sentido súper bien. Me he sentido súper libre, porque mi objetivo es más el alumno que el proyecto. Entonces el éxito más importante es que el alumno tenga un proceso interesante y que termine de una forma diferente a como empezó o que tenga nuevas herramientas, que conozca y se apasione con el mundo del teatro un poco como yo, que también soy un apasionado del teatro. Las clases son un espacio donde me puedo mandar a hacer cosas raras y es un camino que quiero explorar más.
-¿Se puede enseñar teatro por internet?
Si a mí Alberto Ísola me quiere enseñar algo yo le voy a decir que sí. Los maestros son maestros y como sea yo voy a estar rendido ante su sabiduría. Me imagino que hay cosas prácticas que deben saber resolver, cosas que yo no sé y que ni siquiera he investigado. Para mí, desde el punto de vista académico, me provoca hacer cosas más teóricas, conversaciones, debates. Siempre la gente del teatro se ha adaptado y los maestros, nuestros maestros, mis maestros, se han adaptado a los momentos más difíciles de la historia del Perú. Alberto Ísola estrenó una obra a solo 15 cuadras del lugar donde explotó Tarata. Entonces ¿por qué nosotros no podemos esperar unos meses a que esta pandemia se resuelva? ¿Quién podía ir al teatro al día siguiente de que explotara una bomba? Y ahí estaba Alberto con Mario Velázquez, con Katia Condos, haciendo obras y así como Alberto estuvieron también Miguel Rubio, Luis Peirano y Roberto Ángeles. Ellos son un ejemplo para nosotros de fuerza y de resiliencia.
-La adaptación musical que hiciste de “Pantaleón y las visitadoras” ahora está disponible en streaming por Movistar Play. ¿Cómo surgió la idea de llevar la obra a la pantalla chica?
Cuando comenzó la pandemia nos dimos cuenta de que “Pantaleón” era una obra que sí podíamos mostrar al público. Fue un montaje exitoso a nivel local y nos parecía algo que podía hacerse y estar en una plataforma para que la gente pueda ver teatro. Este es un montaje que yo quiero mucho porque nos hemos demorado tres años en crearlo y porque Mario Vargas Llosa se emocionó hasta las lágrimas cuando recibió el aplauso del público. Me dijo cosas que yo nunca me imaginé que me podría decir.
-¿Qué fue lo que te dijo?
Me dijo que nunca pensó que se podía hacer una versión buena de “Pantaleón y las visitadoras” en el teatro y que lo que habíamos hecho había sido extraordinario.
-La obra, además de respetar el espíritu de la novela, incluye algunas modificaciones para actualizarla, como el visitador y la reivindicación de las mujeres.
Esas fueron decisiones que tomamos junto con David Serrano, quien hizo una adaptación extraordinaria. Estuvimos un par de años trabajando el texto y sentíamos que teníamos que actualizar un par de cosas y Mario nos dio carta blanca. Y nos dio tanta carta blanca que nos dio miedo. No sabíamos cómo iba a reaccionar, teníamos cosas de humor que habíamos aumentado o cambios grandes que no cualquier persona tomaría con la generosidad y la apertura con la que las tomó Mario. El día que Mario fue a ver la obra fue apoteósico. Nosotros tratamos de mantener la noticia con mucho perfil bajo, pero el elenco se enteró. Cómo te explico los nervios que tenían los actores. Mario entró por los camerinos, hizo “mierda” con nosotros y cuando salió para para sentarse en el público, los asistentes reaccionaron como si estuviera Shakira. Tomamos la decisión, con el equipo, de hablar y decir que ahí estaba Mario Vargas Llosa y la gente se volvió loca. En el intermedio Mario se escapó y se metió a la cabina conmigo, me dijo que estaba encantado con el visitador, el personaje que hace Pedro Ibáñez. Terminada la obra invitamos a Mario al escenario porque pensamos que iba a hacer una línea, pero se puso hablar y habló un buen rato. Pensamos que iba a decir una palabra pero habló bastante, por suerte la gente grabó y el video apareció en las redes.
-Luego de la obra ¿les contó alguna anécdota sobre la novela?
Nos contó que cuando había publicado la novela recibió la llamada de un hombre que le dijo “señor Vargas Llosa, usted ha escrito mi vida, yo soy el creador del servicio de las visitadoras”. Mario le dijo “no le creo, porque eso me lo he inventado” y el hombre le dijo “es verdad y me gustaría reunirme con usted y contarle todo”. Y Vargas Llosa dijo que prefería no saber la verdad, porque no quería enterarse que la realidad fuera mejor que su ficción y que se arrepienta de algunas cosas. Fue fantástico. Fue una noche que no podré olvidar nunca.
-¿Piensas adaptar otra novela de Vargas Llosa al teatro?
Me encantaría, pero no te puedo decir cuál. Soy fanático acérrimo de Mario, me he leído casi todas sus novelas. Ya no sería un musical. Es un proyecto muy ambicioso.
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