Hace casi 10 años, una serie de relatos aislados inspirados en la pesadilla que significa para una mujer acudir al sistema judicial fueron escritos por la psicóloga y actriz Nani Pease. Con el tiempo y la ayuda de su esposo, el director Tirso Causillas, aquel material que parecía resistirse a ser compartido se transformó en una obra de teatro que retrata la violencia estructural a la que son sometidas miles de mujeres desde que deciden hacer una denuncia hasta el día del juicio final. La primera versión de “Juzgado de Familia N° 6″ se estrenó virtualmente a mediados del 2021. Al año siguiente, con el regreso a la presencialidad una nueva versión se presentó en el Festival de Artes Escénicas de Lima. El 70% de aquella puesta ha servido de base para el enriquecido montaje que hasta el 20 de marzo se presenta en el Centro Cultural de la Universidad Católica.
“A los hombres nos está permitido enojarnos porque se dice que es una cuestión temperamental, masculina. En las mujeres está mal visto. Esta es una escena donde la rabia estalla, pero solo en su cabeza".
“Son muchas historias de terror las que vivimos las mujeres. Lo que más me interesaba a mí era saber qué historias tienen derecho a ser contadas. Porque hay muchas historias comunes que parecen chiquitas si las comparamos con otras que son realmente terribles. Hay siempre esta sensación del derecho a contar”, sostiene la creadora y protagonista de la obra catalogada como autoficcional. Causillas, por su parte, cuenta que cuando su esposa le presentó sus textos pudo percibir con facilidad el tema tan difícil, doloroso y grande que navegaba en cada palabra escrita. “Me parece que la historia es pequeña respecto a otras, repetía Nani. Esa constante pregunta se volvió parte del guion, del conflicto”. Aunque es completamente contada desde la perspectiva femenina, el director puso manos a la obra para potenciar las emociones que se querían transmitir. “Yo sé que no he vivido estas experiencias que se cuentan en escena y que nunca las voy a vivir por mi condición masculina, pero estoy aprendiendo a escuchar y a entender”, reflexiona.
El montaje se inicia con la historia de una madre que acude al Poder Judicial para obtener la tenencia de su hija. Sus recuerdos y la sensación de siempre llegar tarde a donde debe la atormentan. Gracias a la magia del teatro, el espectador podrá acompañar a “Ella”, no solo a la comisaría o al instituto de medicina legal sino que también será testigo de la lucha que mantiene consigo misma para mantenerse serena pese a los obstáculos y las burlas soslayadas de quienes deben ayudarla. “Uno va sintiendo cómo es victimizada. Pareciera que el policía, el abogado de oficio, el fiscal y los demás personajes que también interpreto tienen el rol de mandarla al diablo cada vez que pueden. En este unipersonal ella intenta pelear con dignidad, pero no puede decirle al mundo lo que verdaderamente piensa. Nosotros, sin embargo, sí podemos mostrarlo”, acota Pease.
Toda la calma que “Ella” intenta mantener se desvanece en la escena más potente de “Juzgado de Familia N°6″, cuando llega el momento de decidir el futuro de quien más ama. Ante la ausencia de su defensora le asignan un abogado de oficio y “Ella” debe enfrentar sola a un auditorio lleno de hombres que solo piensan en la manera de sacarla de allí lo más pronto posible. Aturdida y decepcionada hasta el cansancio, explota. Una caja negra que simula la forma de un ataúd y un aro de luz que centra la atención en el personaje refleja lo asfixiante de la situación. “Queda la sensación de que al protagonista está yendo al matadero. En Perú los juicios de este tipo son privados pero que tú puedas verlo, al menos en ficción, es conmovedor” resalta la también psicóloga.
Sobre este episodio en particular, Causillas recuerda el libro “Rabia somos todas”, de Soraya Chemaly, en el que se habla de la rabia femenina como noción política. “A los hombres nos está permitido enojarnos porque se dice que es una cuestión temperamental, masculina. En las mujeres está mal visto. Esta es una escena donde la rabia estalla, pero solo en su cabeza. No logra exteriorizarlo”.
Entonces ¿es necesario que una “historia diminuta” pueda ser contada? La respuesta aparece en los últimos segundos de la obra con estas palabras: “ella entiende que su historia es tan insignificante, pero somos tantas, tantas…”.
Lugar: CCPUCP. Dirección: Av. Camino Real 1075, San Isidro. Temporada: Hasta el 20 de marzo, de jueves a lunes, a las 8 p.m.; domingos, a las 7 p.m. Entradas: en la web ccpucpencasa.com, Joinnus y boletería.
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