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tartamudeaba. El trastorno se debía a los traumas de la guerra. Años después, cuando el escritor se enteró de que el rey Jorge VI del Reino Unido también padecía este problema, se obsesionó con el tema.

Jorge VI se sentía en el abismo. Con esa dificultad en el habla, ¿cómo proyectar liderazgo y entereza con la Segunda Guerra Mundial a la vuelta de la esquina? A regañadientes, el monarca aceptó ser tratado por el logopeda australiano Lionel Logue.

La fijación de Seidler derivó en una cinta y en una obra teatral. Por la primera, “El discurso del rey” ganó el premio Oscar a Mejor Película en el 2011. En el filme, Colin Firth encarna al monarca y Geoffrey Rush al logopeda. El duelo entre ambos es una de las secuencias más recordadas.

Seidler también se llevó su estatuilla dorada por “El discurso del rey”. Lo hizo en la categoría de Mejor Guion Original. Después de ese hito, el escritor británico no ha vuelto a concretar proyectos para la pantalla grande o chica.

Ahora la versión sobre las tablas de “El discurso del rey” llegará al Teatro Británico de Miraflores desde el sábado 22 de setiembre. Y Seidler estará en el Perú para acompañar este estreno.

Conversamos con , el director de esta puesta en escena protagonizada por Juan Carlos Rey de Castro y Eduardo Camino.

"Discurso del Rey". (Foto: Difusión)
"Discurso del Rey". (Foto: Difusión)

—¿Cómo dialoga esta propuesta ambientada en la quintaesencia británica con la realidad peruana?
Las grandes obras tienen diferentes formas de contextualizar problemas humanos. A mí lo que me interesa no es tanto el contexto, sino de lo que habla la obra. Uno de los temas que más interesan de ella es que no necesariamente a primera vista encuentras al líder. Siento que la gente se deja llevar mucho por la parafernalia del poder o del candidato, y detrás de ello pueden haber personas más idóneas o con una humanidad mayor para resguardar o salvar un país.

—Ese punto de vista político es tan local como universal.
Esa forma política de ver la obra me interesó mucho. Cómo una persona con una tara o dificultad tiene que ponerse un país encima de los hombros y soportar uno de los momentos más críticos de la humanidad, como es la Segunda Guerra Mundial, y ser la imagen y el aliento de esa nación. Creo que el gran logro de esa persona no es haber vencido la tartamudez, sino lo que significaba: asumir un liderazgo y que iba a estar ahí con la gente, con el pueblo, en los momentos más duros. Puede haber muchas miradas sobre la obra, favorables o no, que es reaccionaria, etc. Pero esa esencia que yo resalto me parece una clara muestra de su trascendencia.

—Escucho tus palabras y algunas de ellas parecen referirse al penoso proceso electoral municipal que estamos viviendo, con ese liderazgo invisible.
Tú ves las encuestas y te preguntas: ¿realmente esta es la gente idónea para dirigir? ¿Qué nos pasa? ¿Por qué estas personas van delante en las encuestas? ¿Qué estamos buscando? ¿Qué queremos? Las personas que manejan un poco más los contextos sociopolíticos o los pensadores peruanos podrían demostrar fácilmente por qué algunos candidatos que van a la cola, segundo o tercero son los más idóneos para dirigir un país. Pero bueno, así es la democracia. Lo que nos toca, desde el arte, es reflexionar y decirle al espectador: “Ojo, el o la que está en primer plano no es la persona indicada”. Esto no es solo un tema de las elecciones.

—Pasa en todos los ámbitos.
El poder, el liderazgo o la conducción de algo está politizada o corrupta en muchas ocasiones. Creo que es una obra con un planteamiento integral, que puede calar en cualquiera.

—David Seidler, el dramaturgo de “El discurso del rey”, sufrió tartamudez. En tu caso, ¿cómo la obra dialoga a un nivel personal?
Ahí estamos hablando de otro plano de la obra que puede tocar a cualquiera. Todos tenemos algo que nos ancla y nos dificulta el progreso, ya sea porque vivimos en una sociedad clasista o no tenemos el color de piel que se espera para determinados puestos de trabajo, o por asuntos como la timidez o algún problema psicotécnico. Uno de los aspectos más lindos de la obra es que, mientras el rey intenta vencer su tartamudez para liderar un país, su terapeuta trata de ser actor, pero no lo logra.

—Él le da vuelta a su frustración.
Eso es un aspecto absolutamente humano. Yo enseño actuación y con frecuencia me encuentro con chicos que quieren ser actores pero que no necesariamente cuentan con las herramientas interiores para serlo. Tratamos de ayudarlos, pero a veces simplemente no tienen las herramientas. ¿Qué haces con tu vida cuando quieres conseguir algo que no puedes? Entonces, también es una obra sobre la superación o el reenfoque de tu vida: cómo vivir feliz sin realizar estrictamente lo que te has impuesto, lo que te puede situar en un espacio de angustia.

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