Puede ser tan seductor como sensible, tan irresistible como vulnerable, tan galante como atrevido. Con o sin bigote, Paul Martin Calle (Lima, 1966) es el galán por excelencia de la TV peruana. Alejado temporalmente de la pantalla chica, se alista para protagonizar “Nací para quererte, el musical”, la nueva propuesta de la Asociación Cultural Preludio, en la que da vida a uno de los personajes más disolutos de su carrera. Personifica la corrupción, la intolerancia y el mal uso del poder en un Perú que busca reivindicar sus errores.
Producida por Denisse Dibós, escrita por Mateo Chiarella, y codirigida por Tommy Párraga y Juan Pablo Lostannau, el musical expone tres relatos ambientados en los años 60, 80 y 2000, en escenarios de la costa, sierra y selva de un país que se cansó de vivir con los ojos vendados. Todo ocurre en un pueblo donde los antagonistas —un capataz violento, una política que olvida sus promesas y un afablemente despiadado empresario maderero— logran salirse con la suya apoyados por un sistema olvidado e indiferente a los débiles.
Con más de 25 artistas en escena, el espectáculo tiene en los roles principales a Paul Martin, Cielo Torres, Sandra Muente y Miguel Álvarez.
El popular Pedro ‘Pichón’ Bravo de “De vuelta al barrio”, interpreta a ‘El Mil Caras’, un villano enmascarado y omnipresente, que se mueve como una presencia corruptora tras bambalinas.
“Mi personaje es potente, rico dramáticamente, intenso y muy actual. Se amalgama en todo este tinglado de corrupción que existe e induce a la gente a entrar a este sistema. Está metido en nuestra política desde hace cientos de años. Encarna la corrupción, el poder, el olvidarte de quienes te ayudaron y confiaron en ti”, detalla el artista nacional.
“Nací para quererte” es el cuarto musical en el que participa Martin Calle. El primero fue “Casi normal”. Luego vinieron “Chicago” y “Mamma Mia!”.
La puesta en escena tiene referencias musicales importantes y populares, como: “No valentín”, “Triciclo Perú”, “Mujer Hilandera”, “Y se llama Perú”, “Nuestro secreto”, entre otras.
Parte de su historia
La música siempre estuvo presente en la vida de Paul Martin. Aprendió a tocar piano desde niño. Junto a su padre, amenizaba con canciones íntimos momentos familiares.
“Soy un músico de corazón. Disfruto escuchando y haciendo música”, destaca el artista nacional. “Las canciones me conectan. De hecho en ‘De vuelta al barrio’, hay un tema que interpreté, compuesto por Juan Carlos Fernández. Se llama ‘Un amor de ayer’. Está en Spotify, en YouTube y en otras plataformas. Apenas lo escuché supe que era para mí. Estaba hecho a mi medida, la conexión fue inmediata”, recuerda.
En 1985 debutó en TV con un pequeño papel en la telenovela “No hay por qué llorar”, dirigida por Roberto Ángeles. Desde entonces, el artista nacional ha dado vida a disímiles roles. Unos más complejos, exigentes y apasionantes que otros. En 1988 encarnó a un drogadicto en " Kiatari”, y dos años después, a los 24 años, asumió uno de los roles más importantes y determinantes de su carrera. Interpretó a Raúl Pereyra en “Natacha”.
“Para cada personaje hay que prepararse: subir o bajar de peso, usar barba o bigote. Cortarse o dejarse crecer el cabello. Los cambios físicos han sido una constante en mi trabajo. En ‘Natacha’ (1990), por ejemplo, me pusieron bigote para aparentar más edad porque la actriz que hacía de mi pareja (Hilda Abrahamz) era como cuatro años mayor que yo. Y en ‘Casado con mi hermano’ (1992) mantuve el mismo look por requerimiento de la producción”, manifiesta.
─El bigote se ha convertido en tu sello personal.
Ha sido parte de mi trabajo a lo largo de este tiempo. Todas las producciones en las que aparecí con bigote han marcado, funcionaron muy bien. “Natacha” fue un éxito total.
─¿Fue un desafío protagonizar “Natacha” en 1990, a los 24 años?
Requirió de mucha responsabilidad y disciplina. Fue fuerte llevar un protagónico en horario estelar. Había mucha letra y horas de trabajo. Fue un mochilón que cargué feliz. Lo disfruté.
─¿Te cambió la vida?
De todas maneras. Creo que cada momento te cambia la vida radicalmente. De hecho, gracias a “Natacha” el público, los productores, directores y guionistas, pudieron conocer más mi trabajo. A raíz de esta telenovela, me llamaron de Ecuador. Estuve tres años allá.
En “El secreto de Toño Palomino” (2008), la segunda telenovela que hiciste en Ecuador, interpretaste a Pablo Izurieta, un hombre maduro, canoso. ¿Cómo hiciste con el cambio de look?
Me tenía que pintar el cabello diariamente. Al principio trataron de decolorarme, pero en lugar de blanco quedaba amarillento. No conozco mucho el tema, pero me dijeron que no aguantaría una tercera decoloración.
─¿Cómo manejaste la fama a una edad en la que a muchos se les complica mantener los pies sobre la tierra?
Siempre he sido perfil bajo. Jamás he pensado que por ser un personaje público soy superior a otro. Actuando hago de todo, pero en la vida real, soy tímido.
─¿Qué personaje te marcó? ¿Con cuál te quedas?
De hecho hay sellos más fuertes. Pichón fue un personaje familiar, cálido. Tiene mucho poder de recordación. La gente hasta ahora me llama así en la calle.
─Protagonizaste “Natacha” con Maricarmen Regueiro e Hilda Abrahamz. En “Casado con mi hermano” tuviste a Maritza Picasso de pareja y en “De vuelta al barrio” a Mónica Sánchez. Muchos dicen que eres el eterno galán de televisión. ¿Qué opinas?
Para nada. Siempre que me dicen eso, les digo que soy un actor que puede hacer de galán en alguna producción, pero tengo muchos otros registros. Creo que las posibilidades de interpretación son muy amplias, sobre todo en el teatro.
─Después de Christian Meier, Diego Bertie y tú, no han aparecido galanes marcados en la televisión peruana. ¿A qué crees que se debe?
A que los personajes de ahora son menos estereotipados, clásicos y acartonados. Son más reales, de barrio. Los protagonistas ya no son los galanes conquistadores, de saco y corbata.
─¿Qué es lo más valioso que te ha dado la actuación?
El cariño y reconocimiento de la gente. Las experiencias que adquieres con cada personaje también es un regalo que te da esta profesión.
─¿Tus personajes los construyes en base a experiencias personales?
De hecho uno como actor saca el bagaje que tiene como persona. Por eso se dice que el actor se hace mejor con los años. Las propias experiencias te dan herramientas para construir diferentes situaciones.
─¿Cómo construiste a Luis Miguel, un coreógrafo de stripteaseros, en “Cholo powers”?
Me fui a Nueva York para el entrenamiento. Me metí por la noche, enmascarado, para que nadie me reconozca, a un sitio de striptease. En la vida real nunca se me hubiese pasado por la mente hacer algo así (Ríe).
─¿Le temes al paso de los años?
Es parte del proceso, hay que aceptarlo, aunque hay personas que pretenden ser las mismos de hace 20 o 30 años. Hay que cerrar ciclos. Mientras estés bien y mantengas estabilidad emocional, los años no tienen por qué asustarte.
─¿Cómo ves las nuevas generaciones de actores?
Tuve la oportunidad de compartir actuación con los hijos de Christian Meier, Carlos Thorton y Juan Carlos Fernández en “Maricucha 2″. Son muy talentosos. No solo se preparan para actuar, también para producir, gestionar y dirigir. Actualmente hay una visión mucho más periférica, compleja, de lo que es el mundo.
─¿Qué se viene en tu carrera después de “Nací para quererte”?
Estoy escribiendo una obra familiar, interesante que habla sobre el medio ambiente y la responsabilidad que tenemos de protegerla. La idea es que salga en agosto de este año.
“Nací para quererte” va hasta el 25 de junio en el Teatro Municipal. Las entradas están a la venta en Teleticket.