No fue la mejor voz de su época (siempre se dijo que su tesitura era limitada), pero su ritmo maravilloso y una interpretación capaz de convertir el dolor personal en belleza la convirtieron en leyenda. Billie Holiday es una de las grandes divas del jazz de mediados del siglo XX, junto con Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald, pero también podríamos considerarla una heroína de tragedia clásica. Y por lo mismo, llevar su vida a escena nos sirve para pensar nuestra realidad más urgente.
Como señala Mateo Chiarella, director de la obra de Lanie Robertson y que estrena mañana en el teatro Ricardo Blume, la de Holiday fue una vida especialmente difícil. Hija de madre adolescente, abandonada por su padre, víctima de violencia sexual y prostituta antes de entregarse a la música. Por ello, esta obra se plantea como una catarsis de la intérprete, que comparte su último concierto antes de morir por una cirrosis hepática, el 17 de julio de 1959, con solo 44 años.
Con el escenario convertido en una sala de jazz bar y acompañada por el pianista Francisco Haya de la Torre, la actriz Ebelin Ortiz se transforma en la trágica diva. “El haber sufrido de violación, misoginia y racismo, ponen a Billie Holiday en un contexto muy actual. Su vida es muy trágica, y nos toca día a día. Cada día encuentro algo más que me une a ella”, comenta la actriz.
“El ocaso de una estrella”, coproducción de Aranwa Teatro y Carlos Arana, es un unipersonal descarnado, en el que Ortiz da cuenta de la vida de ‘Lady Day’ y alterna con su magnífico repertorio jazzístico. Canciones tan potentes como “Strange Fruit”, “Don’t Explain” o “Deep Song”, resuenan por su carga dramática con nuestras propias experiencias de vida. Y es eso, quizás, la gran lección de la intérprete: que el éxito en la expresión artística tiene que ver con cómo sabemos aprovechar nuestras vivencias para transformarlas en arte. “Todo artista debe estar conectado con lo humano, y ello exige una cuota muy grande de sensibilidad”, explica el director.
Para Ebelin Ortiz, Holiday no habría podido alcanzar tal nivel interpretativo si no hubiera vivido aquellas terribles experiencias. “La emoción, el sentimiento, el encontrar que cada palabra tenga una carga emocional se lo dieron sus vivencias”, afirma. Vivencias con las que ella se identifica, por cierto. “Yo también he sido traicionada por un hombre, he sufrido de violencia doméstica, he creído amar a mi agresor hasta el tuétano. Sí, creo que hay muchas Billies en muchas mujeres de nuestro país”, añade Ortiz, recordando que el racismo en el Perú, si bien no se manifestó con la segregación racial que vivió la malograda intérprete, se mantiene asolapado. “Nadie te dirá a la cara que no puedes entrar porque eres negro, cholo o porque eres mujer, pero es implícito”, afirma. “Lamentablemente, aún no podemos distanciarnos de este cáncer tan fuerte que es el racismo y la discriminación de nuestras vidas. Basta escuchar las frases tan desafortunadas de nuestra presidenta del Congreso, que nos divide entre “blancos e indios”. ¡Por Dios! ¡Estamos en el 2022! ¿Como es posible que podamos oír frases semejantes?”, se pregunta la actriz.
Dirigir un musical
Mateo Chiarella es uno de los directores peruanos que más ha trabajado el género del musical. ¿Cómo adaptar un trabajo que suele asociarse a grandes elencos con una propuesta “de cámara”, con una actriz y un pianista, como supone “El ocaso de una estrella”? Para el hombre de teatro, ambas experiencias tienen sus complejidades. “El gran formato te exige saber moverte en la espectacularidad, los grandes ensambles, llenar grandes espacios Hay una necesidad de cubrir escénicamente la obra. Pero en un musical de este tipo, donde su intimidad te hace dudar si estás trabajando con este género o se trata más bien de una obra teatral con canciones, exige una aproximación diferente. La obra demanda que la actriz posea un manejo escénico en función a su destreza. Si a eso le sumas que se trata de un unipersonal, y en un teatro como el nuestro, tan íntimo, lo que debes hacer es apoyarte en la performance de la actriz. Felizmente, contamos con Ebelin Ortiz, quien hace un trabajo maravilloso”, explica.
Sepa más
Lugar: Teatro Ricardo Blume, Jr. Huiracocha 2160, Jesús María. Temporada: Del 16 de julio al 23 de octubre, juev., vier., sáb. y lun. a las 8 p.m. Dom. 7 p.m. Entradas: S/64 y S/29. En Teleticket.
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