Existen personas que tardan años buscando la pasión de su vida. Pero hay algunos afortunados que la encuentran pronto y pueden dedicar su vida a su pasión. Ese es el caso de Laura Silva, dramaturga y directora de teatro argentina que se ha abocado durante 25 años a estudiar, investigar y dirigir obras de William Shakespeare.
Algunos podrían decir que Laura se ha ganado a pulso el derecho de firmar sus trabajo como Laura Shakespeare. Laura Silva dicta talleres sobre Shakespeare, protagoniza conferencias sobre Shakespeare, dirige obras sobre Shakespeare, se toma un café hablando sobre Shakespeare, hace no mucho montó una obra en formato claun de Romeo y Julieta, también ha escrito el libro “El mundo de Willy” (Editorial Nazhira). Ella es la prueba de que un mismo sabor no aburre cuando es el indicado. "Hay algo en las obras de William que me atraviesa siempre y de una forma muy profunda. Siempre encuentro en sus textos algo que contar, que me identifica en ese momento como ser individual o como ser social, como mujer o como madre, siempre hay algo que me conmueve”, dice antes de revelar, en base a su experiencia de trabajo, los mitos y verdades detrás del mayor dramaturgo de todos los tiempos.
¿Cómo se formó un dramaturgo como William Shakespeare?
Se dice que su padre era carnicero, fabricante de guantes o alcalde y lo más probable es que haya hecho todas esas cosas y que efectivamente haya ocupado un puesto de poder. Él asistió a un colegio que abrió la universidad de Oxford en el pueblo Stratford-Upon-Avon y pudo acceder a una muy buena educación. Los niños asistían a clases de lunes a sábado de seis de la mañana a seis de la tarde. Aprendió italiano, español, francés, latin y griego, por eso podemos encontrar tantas citas en esos idiomas en sus obras.
¿Era un académico?
Shakespeare no fue a la universidad. Pero tuvo acceso a textos y libros muy importantes como “El príncipe” de Maquiavelo y las publicaciones de Erasmo de Róterdam. Claramente fue un hombre con una formación muy profunda, pero que a la vez tuvo un estilo de vida muy intensa y muy mundana. La imagen seria de William Shakespeare no es real. El gustaba de beber, de irse de fiesta. Él muere el día de su cumpleaños justamente porque se metió una gran juerga, con la que todo el mundo terminó borracho y él habría fallecido así.
¿Cómo era Shakespeare como padre?
En sus sonetos William escribe sobre la plenitud que conllevaba traer una vida al mundo. Era un hombre muy sensible, porque no era común encontrar que un hombre en esas épocas tenga tanta sensibilidad sobre la paternidad. Su hijo hombre se llamó Hamnet y claramente “Hamlet” es una referencia a él. Cuando era joven, Shakespeare se llevó a su hijo a Londres para iniciarlo en el teatro y él fallece. Luego, las últimas obras están dedicadas a la relación del padre y las hijas, porque él tenía dos hijas, Susana y Judith. La primera era la mayor y la segunda era hermana gemela de Hamnet y siempre le daba dolores de cabeza a William porque se metía en muchos problemas, le gustaba andar con hombres casados.
Shakespeare ha escrito mucho sobre el amor, ¿qué sabemos de su vida sentimental?
Se casó cuando tendría unos 18 años con Anne Hathaway que era un poco mayor que él. Y mucho se ha dicho sobre que fue un matrimonio arreglado, pero lo cierto es que él nunca se separó de ella. Él iba y volvía de Londres. Cuando William se retira del teatro, él regresa a su pueblo, a Stratford-Upon-Avon. Es verdad que tenía muchos amores y que tuvo una vida, en ese sentido, agitada. Incluso hay rumores de aventuras con hombres también. Era muy fiestero, muy juerguero.
Existe el mito de que en realidad William Shakespeare nunca existió y que en realidad su trabajo se debe a la colaboración de varios y diferentes autores…
Es eso, un mito. Hay bastante información concreta y muy precisa sobre su existencia. Sí, es verdad de que hay algo de trabajo colectivo en sus obras. Él tenía una compañía teatral con no más de doce personas y obviamente había trabajo colectivo. Pero están sus primeros sonetos que fueron publicados en vida como prueba de su autoría. Lo que pasa es que es tan grande su obra, tan profunda, que nos cuesta creer que una sola persona haya podido crearla. Nos atraviesa la desconfianza de imaginar que haya existido una persona tan genial.
Al dedicarle 25 años de tu vida a su obra y especializarte tanto en su vida ¿haz podido encontrar fallos en sus trabajo?
Algunas incongruencias en sus relatos, sí. Incluso se puede observar que se copiaba a sí mismo. De pronto te das cuenta de que dos personajes de obras diferentes repiten los textos del otro. Hay textos donde su estética se corre un poco y son trabajos que nunca llegó a terminar y son más como una especie de working progress.
¿Fue un hombre rico?
Llegó a tener bienes y dinero y fama. Llegó a tener más de una sala de teatro. El decano de la facultad de Derecho de Oxford alguna vez le encargó que escriba una obra para que sus alumnos entendieran un tema legal. William se puso a estudiar derecho y así escribió “La comedia de las equivocaciones”. Era una persona que no pasaba desapercibida. Era un rockstar.
¿Qué opinión tenían las personas que trabajan con él? ¿Sabían que estaban frente a un genio?
Era un amigo muy querido, cuando alguno de sus amigos caía en la cárcel él pagaba la fianza. Pero tal vez una manera de entender cómo lo apreciaban es que cuando se publican sus obras de forma póstuma, Ben Jonson, que había sido si discípulo, su aprendiz, se refirió a él en el prefacio como “our Will”, “nuestro Will”, pero que también se entiende como “nuestro impulso”.