Da que pensar que en la hora y cuatro minutos que dura “Todas las gallinas vuelan” no quede claro dónde o cuándo se sucede la ficción. Un espectador nacional bien podría identificar ciertos detalles, pero la puesta en escena hace bien en no revelarlo (la pista es que pasa antes del 2000). Buen recurso para hacer universal una historia con peculiaridades locales. De allí que sea extraño que, en el folleto de mano, esa suerte de juego de la dramaturga Rocío Limo sea desechado para tangibilizar el asunto. La poética con la que ella se expresa se concretiza por un discurso activista que, a pesar de ser justo y necesario, le podría robar al aficionado cualquier tipo de aproximación o reflexión personal.
El cásting de los personajes protagónicos –en la ficción, Rosa es una adolescente, y Jimena, una niña– también podría ser problemático. El texto es lo suficientemente complejo como para que el vestuario sea insuficiente para diferenciar cuál de las dos actrices (que aparentan la misma edad) es la mayor y la menor. A pesar de que podría tratarse de una apuesta de la directora Vera Castaño –quizás ella busque el parecido para resaltar que la inocencia y la desprotección siempre es la misma–, resulta confuso.
Pero esos son detalles mínimos frente a la potencia de “Todas las gallinas vuelan”. En el escenario del Teatro de Lucía se ve a Jimena (Yamile Caparó) y Rosa (Verony Centeno) enfrentarse a la soledad y al abandono total en pleno azote del fenómeno El Niño. A su cargo está Julia (Julia Thays), mamá y madrina, incapaz de darles amor. Y en el teléfono, la abuela, otra madre ausente. La orfandad intergeneracional. Lo propuesto por Caparó y Centeno es conmovedor, verdadero, claro reflejo de sus capacidades. A la primera como una niña y sus berrinches, y a la segunda explorándose como si se tratara de una Lolita, solo se puede responder con aplausos. De la misma forma Thays, quien necesitó de algunos minutos para conectarse con su personaje. Acostumbrados a los intérpretes de una sola lágrima, todas se conectaron con el dolor y lo expresaron con la suficiente rabia y desesperación. A ellas se le suma la misma Limo, cuyo trabajo corporal fue notable.
Contra las lluvias
Estamos frente a un texto que propone una poética a destacar, a pesar de que en ciertos momentos le juega en contra la necesidad de la productora por hacer evidente el mensaje. Me refiero a compartir información innecesaria que finalmente termina por contradecir lo que se ve sobre la escena. Por ejemplo, en la obra queda claro que Jimena tiene 8 años, pero según la información de la ticketera, va por los nueve. Al igual que con el folleto de mano, ¿es tan importante compartir ese dato?
Lo anterior, por supuesto, no le resta mérito al libreto. Es verdad que hay símbolos cuyos significados son muy evidentes –la lluvia o hablar de Pompeya y su lava–, pero estos eluden cualquier lugar común porque su presencia es accesoria y al servicio del hastío. Que un cuarto apeste a caca porque el fenómeno El Niño hizo colapsar las tuberías y el agua de los inodoros se rebalsó es una imagen que muy probablemente nos haga cuestionar sobre nuestros privilegios como limeños.
Pero sin dudas y como se nota desde el título de la obra, las gallinas son lo principal. Limo las utiliza para hablar de las contradicciones en las relaciones entre mujeres y tal vez de la idealización de la sororidad: a veces las más fuertes picotean a las más débiles, pero también algunas empollan huevos que no son suyos. La abuela, la mamá y las niñas son víctimas y a la vez victimarias. No son ni buenas ni malas, solo tratan de sobrevivir como pueden al diluvio constante e inevitable, al abuso y la indiferencia. Si nadie las ama, solo les quedará encontrar cariño fuera de casa. El toque mágico que hacia el final se agregó –que me recordó a la genial Elena Garro y que bien podría desconcertar a algunos–, hace que “Todas las gallinas vuelan” sostenga un mensaje claro, bello y profundo sobre lo femenino. Castaño toma toda esa información y adecuadamente la canaliza –a veces a través del mapping o del juego con sillas– en un montaje que desde ya es uno de los mejores en lo que va del año.
“Todas las gallinas vuelan”
Dirección: Vera Castaño
Dramaturgia : Rocío Limo
Elenco : Yamile Caparó, Verony Centeno, Julia Thays y Rocío Limo
Temporada: hasta el 14 de mayo
Entradas: Joinnus.com
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