Al ingresar a la sala, lo primero que uno ve es a los cuatro actores sentados en el suelo, inmóviles y en silencio. Las gentes todavía pasan, se acomodan en las graderías, hablan entre sí mientras los del frente, imperturbables en el blanco de sus ropas y ubicados sobre un cuadrado invisible, permanecen en los vértices. Allí seguirán hasta saber que nadie más entrará. Hasta cerrarse la puerta.

Solo entonces Carlos Mesta, que tiene el rol central, empieza con lo suyo. Él es el poeta protagonista de “”, donde toma como punto de partida la convalecencia del escritor peruano por un cáncer para repasar escenas de su pasado, mientras la parte que se aferra al presente quiere escribir su último poema. Acompañan los recuerdos y delirios la experimentada Teresa Ralli, fundadora de Yuyachkani que da vida a la madre del poeta, así como a los jóvenes Diana Chávez y Renato Rueda en papeles múltiples.

La primera aproximación que el dramaturgo Carlos Galiano tuvo con la obra de Watanabe no fue la poesía, sino el teatro: “Antígona”, versión libre que el poeta escribió para Yuyachkani y que Ralli interpretó. Esa fue la semilla, a la que siguieron lecturas de la obra poética e interpretaciones personales de lo leído. Ya seriamente la escribe en la pandemia del 2020 y la presenta al Octavo Concurso de Dramaturgia Peruana, donde ocupó el segundo puesto.

Teresa Ralli y Carlos Mesta en una escena que recrea la infancia del poeta José Watanabe.
Teresa Ralli y Carlos Mesta en una escena que recrea la infancia del poeta José Watanabe.
/ Carlos Galiano/ Plano Sutil

“En muchos momentos de la poesía de Watanabe, y es una de las cosas que más me gusta y que han servido mucho para la dramaturgia de la obra, [es que el autor] se habla a sí mismo. Es como si su ‘yo’ superior, su espíritu, dialogara consigo mismo para conducirse hacia un aprendizaje mayor”, dijo Galiano a este diario. También resaltó la cualidad antagonizante de “El lenguado”, poema que sirve como una bisagra que conecta los diversos elementos de la puesta en escena y que empieza con un “Soy/ lo gris contra lo gris” que destaca la lucha del hombre contra sí mismo, para proseguir con “mi vida/ depende de copiar incansablemente/ el color de la arena / pero ese truco sutil/ que me permite comer y burlar enemigos/ me ha deformado”.

“Watanabe, todo el vasto fondo marino” puede leerse de varias maneras, sea la lucha de un hombre contra su propia mortalidad (el cáncer que lo consumió), la biografía de alguien marcado por la tragedia antes de nacer (sus padres perdieron dos hijos) y el deseo por escribir sobre todas las cosas. Un maremoto de temas que podría agobiar a cualquier narrador, pero que Galiano navega y, sobre todo, le otorga legibilidad para el espectador. Aun así, el dramaturgo cuenta que sus intenciones eran otras. “Creo que cada espectador se lleva su propia experiencia y te diré que el proceso creativo lo vivo no de una manera didáctica, no haciéndolo para que el espectador lo entienda claramente, si no para que las personas que lo creamos estemos contentas”, dijo.

Finalmente, Galiano habló sobre la injerencia de ciertos congresistas en los incentivos gubernamentales a obras artísticas. Después de todo, la obra de teatro se hizo con estímulos económicos del Ministerio de Cultura. “Entiendo que desde su perspectiva estos estímulos resulten un gasto innecesario para el estado, pero desde la mía y la de cientos de personas que nos dedicamos a las artes, es fundamental que el estado destine recursos a la generación de cultura, entendida como el diálogo entre miradas que pueden hilvanar un tejido común”, contó.

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Más datos

“Watanabe, todo el vasto fondo marino”.

Temporada: del 13 de octubre al 3 de diciembre, de viernes a domingo a las 8:00 p.m.

Lugar: Sala Yuyachkani (Jr. Tacna 363 Magdalena del Mar)

Entradas: S/ 40 (general), S/ 30 (estudiantes y jubilados). A la venta en Joinnus, vía email a elplanosutil@gmail.com o en boletería solo antes de la función.