"La verdad ha sido vista, por mucho tiempo, como algo bueno. Pero sus consecuencias no siempre son buenas". Daniel Goya no se equivoca: las verdades casi nunca son la mejor opción para vivir tranquilos.
Ya lo había retratado sobre las tablas Eduardo Adrianzén en "Toronjas", una comedia breve en la que una pareja cometía "el gravísimo y terrible error de decirse la verdad". La mentira, contaba el dramaturgo, era la mejor salida. Pero Goya se distancia de ese camino. Lo que él busca en su obra "Verdades" –que ya se puede ver en Casa Amaru– es enfrentar a sus personajes a la verdad, a aquello que es más grande que uno mismo, para verlos lidiar con ella, aunque no sea de su agrado.
Goya propone un tríptico. La primera parte lleva por título "La audición" y muestra a una aspirante a actriz que presenta un monólogo frente a su profesor. "Él la cuestiona y quiere saber si realmente ella quiere estar allí –anota Goya, quien también dirige el montaje–. Poco a poco, se va notando el problema de fondo: ella por mucho tiempo creyó que su oficio consistía en engañar, que era mentir profesionalmente, y allí fue a descubrir que para ser una buena actriz, tiene que haber verdad, tiene que pasarte lo mismo que al personaje".
El cambio de mirada de esta muchacha la enfrentará a una realidad que siempre ha evitado, un problema familiar que la marcó y que la sigue acechando, aunque no de manera consciente.
La segunda muestra un final alternativo a la obra "Rosa de dos aromas" –cuya versión teatral se vio en el 2013 en el Teatro de Lucía, de la mano de Sandra Bernasconi y Montserrat Brugué, y con la dirección de Carlos Mesta–. En la versión original, las dos mujeres, enteradas de que habían sido engañadas por un mismo hombre, deciden abandonarlo y dejarlo a su suerte en la cárcel. "A partir de eso yo inventó un final alternativo en el que ambas, después de haber dicho que no irían a sacarlo de prisión, se encuentran en la cárcel –anota el autor–. Eso hace que cuestionen si de verdad quieren seguir con ese hombre o si son capaces de enfrentar que han vivido sometidas".
Finalmente, está "La renuncia". Allí, una pareja joven que trabaja en una misma empresa debe enfrentar un dilema: frente a la reducción de personal, sus jefes les dicen que uno de ellos tienen que dejar la compañía y que ellos tomarán la decisión. "Entonces llegan a la casa y esa disputa abre otras discusiones más personales, más íntimas. Eso los enfrentará a una verdad: ¿qué es más importante para ellos: ellos o su pareja?".
AQUELLO QUE NOS PERFILA
¿Habría problema si una persona decide evitar sus verdades más duras? "Eso depende de cómo viva cada uno. Pero sí creo que cuando no enfrentas algo que queda pendiente, no desaparece, no se destruye y te acompaña, te influye y modifica", opina Goya.
Para Goya, existe una renuencia a enfrentar las verdades: uno se suele quedar con las más simpáticas, las que convienen y a las que se está acostumbrado, pero evita las incómodas, las que cuestionan y desestabilizan. Aquellas últimas son postergadas o ignoradas.
“Enfrentar las verdades es importante porque nos muestra lo que somos –agrega Goya–. Algunos creemos que somos de una forma hasta que nos cuestionan. Yo me siento muy honrado, muy honesto, hasta que me paso la luz roja y me pregunto si soy capaz de coimear al policía. Si soy capaz de colarme en la fila para llegar antes. Esos pueden ser ejemplos más leves, pero al final del día, la verdad, si es que existe, va definiendo cómo nos vemos y cómo nos ven”, sentencia.
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Lugar: Casa Amaru (jirón de Sucre 317, Barranco). Fechas: hoy, mañana; el 29 y 30 de noviembre; y el 1 de diciembre. Hora: 8:30 p. m Entradas en Joinnus.