Ha llegado el pedido de mascarillas a la casa. Montserrat, mi hija de 8 años, está entusiasmada. Le pide a su madre que quiere probarse una, modelar con ella, sentirse adulta. Yo la veo y me conmueve. Salvando las obvias distancias, me imagino aquellos documentales de guerra, en los que niños posaban con sus máscaras de gas, como parte de la normalidad. Y luego salían a jugar con ellas. Lo que nos parecía terrible e imposible de comprender, lo veo ahora explicado. Los niños nos dan siempre ejemplo de entereza y resiliencia. Pequeños como son, siempre pueden ver las oportunidades dentro de las crisis.
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Ya son dos meses de cuarentena en que todo converge en nuestras casas: el trabajo doméstico, nuestros oficios y profesiones, así como la educación de los hijos. Tal cambalache ha obligado a los padres a desempeñar nuevos papeles. Uno de ellos es el de asistente del maestro, aliados a su actual presencia en la pantalla dentro de nuestros hogares. Por supuesto, teletrabajo y teleeducación no dejan de generar ansiedad en los padres que no terminan de entender su presencia en la escena.
—Revisando el modelo—
La pandemia ha puesto a prueba la imaginación de los padres y su versatilidad. Pero lo más importante es que frente a un enemigo invisible, se asume un rol modélico frente a los hijos, un ejemplo de fortaleza. Para María Elena Loret de Mola, educadora y experta en tanatología (conocimientos relacionados con la muerte, sus causas y sus fenómenos) estos tiempos difíciles nos ofrecen una oportunidad de oro para conectar con nuestros hijos. “Es un momento clave para que los padres se den cuenta de que el afecto, y la compenetración con ellos, logrará en sus hijos la construcción de la autoestima. Es una gran oportunidad para que los padres reflexionen y aprovechen la crisis a su favor”, explica.
Curiosamente, muchas veces lo que los adultos hacemos es proyectar en los hijos nuestras inseguridades y miedos. Decimos que nos preocupamos por ellos, cuando los más chicos, muchas veces, sobrellevan la crisis con mucha mayor tranquilidad que los mayores. “Muchas veces, la sabiduría de los niños, su capacidad para gestionar sus emociones, es mucho más acertada que la nuestra”, advierte Loret de Mola. “Somos nosotros quienes influimos en el proceso natural con el que van construyendo la confianza”.
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“Definitivamente, los padres son el referente de sus hijos. Si ellos mantienen la esperanza, se convertirán en un modelo positivo por seguir para ellos”, afirma la experta. “Los chicos se ven frente a sus padres como en un espejo. De alguna manera que, si ven en sus padres actitudes positivas, tendrán esperanza y fe en el futuro. En este momento, los padres somos los llamados a dar ejemplo de fortaleza, aceptación y resiliencia. De esta manera, nuestros hijos se verán reflejados en este ejemplo. Eso los llenará de esperanza para seguir adelante”, explica.
“Confianza” es la palabra clave. Sin embargo, la crisis sanitaria ha generado, entre otras cosas, una crisis en nuestra capacidad de confiar en el otro. Sucede con la educación, cuando los padres cuestionamos (incluso frente a nuestros hijos) la confianza en los maestros. ¿Cómo mantener esa fe cuando vivimos resguardados, desconfiados y temerosos de lo que pasa de la ventana para fuera?
Para la experta, el aprendizaje es un acto de fe en el otro. Por años, habíamos confiado a un determinado colegio la educación de nuestros hijos. Sin embargo, en una situación de crisis como la actual, en muchos casos, esa confianza se ha visto resentida. Como señala la educadora, esta crisis de fe se produce al no poder poner en palabras los naturales y lógicos sentimientos de frustración, angustia e incertidumbre que la situación nos trae. “Entonces desplazamos esa angustia en algo que podemos controlar, en este caso, la educación de nuestros hijos. Descargamos toda esa angustia en el maestro, en lugar de mirar hacia dentro, para verbalizar la ansiedad que sentimos producto de la crisis. Somos parte de una generación que no ha aprendido a expresar lo que siente”, dice.
Criticar a los demás sin advertir nuestras propias deficiencias. ¿Existen estrategias para reconstruir la confianza? Según Loret de Mola, el primer paso es ser honesto con uno mismo y darse cuenta de que hay un problema. Luego, si no podemos hacer el cambio por nosotros mismos, podemos recurrir a un especialista que nos oriente, o buscar la amplia bibliografía existente. “La persona tiene que aceptar que algo no está bien para comenzar el cambio. El proceso es duro, pero tiene un final reconfortante”, afirma.
—¿Qué aprender del maestro?—
Uno de los grandes “descubrimientos” que han tenido los padres en la inmovilización social obligatoria, son las dificultades que encierra la profesión del maestro. Asistimos a nuestros hijos con las tareas, tratamos de ayudarlos en la organización de sus horarios, hacemos seguimiento de su aprendizaje. ¿Qué debemos aprender de los maestros para que no nos venza el agobio?
“Un buen profesor es aquel que deja que el niño aprenda por sí mismo, que aprenda de sus errores y aciertos”, advierte Loret de Mola. Para la educadora, si los padres aprendemos de los docentes esa cualidad, permitiremos que nuestros hijos experimenten sus propias experiencias y maduren en el proceso. “Definitivamente, un profesor no le hace las tareas al alumno”, señala. “Con ello lo que vamos a conseguir serán adultos frágiles, con una autoestima baja, poco preparados para enfrentar el futuro”.
—Manual para salir de paseo—
A partir de mañana lunes, el Gobierno permitirá que, acompañados por un adulto, los niños puedan salir a la calle para paseos de 30 minutos. ¿Cómo evitar convertir esta experiencia relajante en una situación de estrés? La educadora es clara: no hacer de estas salidas un drama, sino algo natural. “Si los padres tomamos este evento como algo natural, los hijos también se entregarán a esa confianza". Loret de Mola pone un ejemplo extremo: la conmovedora historia que nos ofreció Roberto Benigni en su filme “La vida es bella” (1997). “Qué cosa puede ser peor que estar en un campo de concentración. Sin embargo, el amor que el padre le transmite a su hijo, convirtiendo en juego toda aquella reclusión, permitió que la tragedia pueda ser asumida con esperanza. Sin llegar a esos extremos, nuestros hijos van a tomar la experiencia del paseo como nosotros se la hagamos sentir. Como padres, debemos usar nuestro ingenio para hacer de esa experiencia un espacio de crecimiento. Si los padres son ingeniosos, si toman esta situación como una oportunidad de crecimiento y sin dramatizar, los niños captarán de inmediato, y sabrán corresponder”, añade.
►Tips de experta
Mamás y papás, a tomar nota...
- ¿Cómo proyectar confianza en nuestros hijos?
- No ahogar a los niños con nuestras frustraciones.
- Ser empáticos con nuestros hijos y siempre ser capaces de ponernos en su lugar.
- Aprovechar la cuarentena para conocernos mejor mutuamente.
- Ser capaces de aceptar nuestros errores delante de nuestros hijos.
- Mantener una actitud resiliente a fin de sacar lo mejor de los momentos difíciles.
- Los tiempos duros son una prueba
Para la educadora Loret de Mola, la actual crisis es una segunda llamada para que los padres podamos mejorar como personas. “En nosotros está darnos cuenta y responder a ese llamado”, afirma.
Si hacemos una introspección, a conciencia y honesta, de nuestro papel como padres, de nuestros paradigmas, valores y aptitudes, definitivamente desecharemos todo lo que no nos sirva para enfrentar la crisis.
- ¿Qué hace al buen maestro?
- Respetar los procesos de aprendizaje de los chicos.
- No entrometernos, respetar sus tiempos, demostrar amor y paciencia.
- Dar la libertad a los niños y niñas para que se equivoquen, rectifiquen y desarrollen herramientas propias.
- ¿Cómo aprender de nuestros hijos?
Para la especialista, los padres podemos aprender mucho de nuestros hijos si estamos abiertos a recibir de ellos todo lo que tienen para darnos.
Muchas veces, con nuestros prejuicios y afincados paradigmas, interrumpimos la manera natural y espontánea que los niños tienen para enfrentar las dificultades.