Pilar Sordo: "Fui codependiente y me costó mucho zafar"
Pilar Sordo: "Fui codependiente y me costó mucho zafar"

El movimiento de motivación femenina 7 Reinas llega a Lima con como conferencista de fondo. La psicóloga y autora de “Oídos sordos” será la voz especializada entre 7 mujeres que compartirán sus experiencias con muchas más. La meta: animarlas a alcanzar sus sueños.

Vienes a Lima para participar en la conferencia 7 Reinas. ¿Qué es y qué la motivó?

Es un emprendimiento de una mujer chilena que vive en Argentina con otra argentina (cordobesa) donde la idea es elegir mujeres que estén empoderadas en su desarrollo y desde allí motivarlas eligiéndolas como reinas de cada país, para que sigan en la construcción de sus sueños. Me invitaron a participar y darle algún sello un poco más profesional, que no sea solo la experiencia de cada una. Es un evento muy motivador para las mujeres que asisten. Yo he participado en uno solo, que se hizo en Córdoba.

¿Qué se genera en esta suerte de terapia de grupo que no se da en una individual?

Sí, hay mucha hormona femenina [risas]. Se genera la sensación de que se pueden romper barreras. Escuchar las experiencias del otro tiene que ver con eliminar los miedos; el contacto social, en ese sentido, ayuda para que los miedos disminuyan y la gente crea que es absolutamente posible conseguir los desafíos siempre y cuando haya trabajo y esfuerzo para poder desarrollarlos.

¿Qué impide a una mujer cumplir sus sueños?

Fundamentalmente las barreras que tiene en la cabeza, y que pasa por atender primero a los otros que a sí misma. El entender que somos necesarias (o queremos o necesitamos sentirnos necesarias) y desde allí el poder soltar ciertas cosas en privilegio de los proyectos personales, es una de las barreras que más nos cuesta. Además hay barreras externas: tampoco hay mucho apoyo estatal para que las mujeres puedan elaborar sus proyectos y seguir a cargo de sus hijos. En América Latina hay una cantidad de mujeres jefas de hogar gigantesca, y de alguna manera ellas se tienen que hacer cargo de un montón variables. Hay pocos espacios de contención para que esas mujeres puedan progresar con equidad en relación a lo que les ocurre a los hombres.

¿Y que ocurre con los sueños colectivos? Sin ir muy lejos, el de la igualdad de género.

Yo creo que eso tiene que ver con factores educacionales. Reeducar a la mujer para que eduque distinto a sus hijos y reeducar al hombre para que entienda que las estrategias de poder no pasan por ciertas conductas agresivas. Sé que ustedes en Lima tienen la marcha contra la violencia de género… ese movimiento #Niunamenos de alguna manera visibiliza algo de lo que en América Latina nos tenemos que hacer cargo. En Perú el índice de machismo y de violencia de género es enorme, sobre todo en los sectores más rurales, y hay ciertas pautas culturales que son difíciles de romper en la medida que la educación no empiece a modificarse y no tenga tips puntuales y que de alguna manera este movimiento colectivo pueda llevar a producir cambios.

En Perú la marcha #Niunamenos fue una iniciativa espontánea…

Cuando estuve en la Feria del Libro de Lima [donde presentó su reciente libro “Oídos sordos”] me tocó conversar con muchas mujeres que me planteaban eso. Que había sido espontáneo, que había mucha movilización y entusiasmo por participar, incluso comerciales con hombres que se sumaban a la iniciativa, lo cual me parece muy bueno, y espero que sea todo un éxito.

¿Cuáles serían tus sugerencias inmediatas para producir esos cambios desde una misma?

Desde lo individual: dejar de creer cuando el hombre dice que esta es la última vez que va a golpear. Creo que las mujeres seguimos creyendo eso como un motor de cambio masculino, y eso no es cierto. Generalmente cuando un hombre golpea una vez lo más probable es que lo haga una segunda, luego una tercera y de ahí no pare nunca más. A las que mataron se murieron creyendo que era la última vez que iban a ser golpeadas. Desde lo femenino: el tema de empoderarse, de tener una fuerza laboral, de ser independientes económicamente, de tener una educación que les permita zafarse de estas relaciones que son de codependencia y adictivas para poder empezar a trabajar desde lo individual, es clave. Mientras que las mujeres sigamos dependiendo económicamente de los hombres, tengamos estas sensaciones de codependencia, les creamos cada vez que digan que es la última vez… Porque por lo mismo también lo dejamos de comunicar, porque si me acaba de decir que es la última vez que me va a golpear, pues yo digo ¿con qué fin los denuncio?, no tiene sentido la denuncia si él me acaba de decir que es la última vez. Cuando yo dejo de creer eso es cuando activo toda una red social que tiene que ver con contarle a mi mamá, a mis amigas o ir a denunciar literalmente que eso [la violencia] está ocurriendo.

Hablaste de educar a los hijos. ¿Qué mensajes hay que darles en casa?

Más que mensajes yo te diría que tiene que ver con los propios testimonios que vean desde los mismos padres. El cómo vean que sus padres administran el dinero, cómo manejan la privacidad, cómo ven que tienen espacios de autonomía, donde cada uno tiene sus propios afectos e historias, y ella se pueda juntar con amigas y él con amigos, y comparten espacios en común. En la medida que todas esas claves se puedan dar es más fácil que un niño vaya incorporando pautas de equidad. Pero cuando ven que los padres tienen relaciones de poder y manejo de dinero arbitrarios, donde los espacios son controlados, donde se le controla a la mujer (no sé: cómo se viste, cuándo sale, las claves del Facebook, el celular), son formas que al final los niños terminan incorporando. Igual es importante que frente a alguna noticia que ocurra se pueda discutir con los hijos -sobre todo si son adolescentes- qué pasa con este tema de la violencia, cómo la ven ellos.  Ahora la violencia entre adolescentes es tremenda en los noviazgos, parte a muy corta edad porque en el medio hay alcohol, drogas y un montón de cosas en una generación que además tiene mucho hándicap en contra en términos de las habilidades para decir lo que siente. Si el Perú ya es un país al que le cuesta hablar, decir lo que siente, que es introvertido en términos emocionales, evidentemente la rabia es el mecanismo más activador a nivel emocional que tenemos para expresar. Donde no se puede llorar, donde no se puede reír –son un país que se ríe poco, y nosotros en Chile menos que ustedes- y todas esas sanciones culturales hacia las emociones, al final terminan siendo una bomba de tiempo que se expresa a través de la rabia.

¿Tuviste algún episodio de violencia o acoso en tu vida, como el que muchas mujeres han compartido en el Facebook de #Niunamenos?

De acoso no, de violencia sí. Estuve en una relación donde yo fui codependiente y que me costó mucho zafar. Es como esas relaciones en las que uno rehabilita hombres, digamos. Sí costo, costó entender que yo estaba metida en el circuito de intentar salvar la relación o a él, no tengo idea cuál era el enredo en mi cabeza. Creo que todas las mujeres en algún momento hemos experimentado esa sensación de pérdida de dominio de nosotras mismas en pro de tratar de beneficiar una relación.

¿Nos sentimos heroínas?

Absolutamente, hay una cosa como de salvadora, de madre eterna. Pero indudablemente tiene que ver con esa necesidad de ser necesitada por el otro, y si el otro te hace sentir que eres indispensable entonces enganchas y terminas atrapada en un juego que evidentemente siempre va a ser insano y nunca va a tener un final feliz.

¿Qué nos podrías adelantar de tu conferencia en 7 Reinas?

Mi aporte va a ser contar un poco esto que hemos hablado. Cuáles son las barreras que las mujeres nos colocamos para cumplir nuestros sueños. Qué hay que hacer para llegar a cumplir sueños personales que tengan que trabajar por nosotras mismas y por los que amamos también. Y entender que la fuerza femenina es muy poderosa, y que cuando funciona en colectivo es mucho más poderosa que en forma individual, por lo tanto las redes y lo que podamos hacer para no sentirnos que estamos solas en ese trabajo, indudablemente va a ser un apoyo. [En mi ponencia] Hago un mix de tres estudios: uno tiene que ver con “Viva la diferencia”, mezclo un poco con “No quiero crecer” y la educación de los hijos con el estudio de la felicidad.

DÓNDE: Auditorio Santa Úrsula. Dirección: Av. Santo Toribio 150, San Isidro. Fecha: jueves 18, 7 p.m. Entradas: Teleticket (descuento para suscriptores El Comercio).

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