En el contexto en que estamos, la calle cobra más importancia de la que había tenido. Hoy, lo más apropiado es estar al aire libre; por ello, los negocios y restaurantes de todo tipo –desde el de menú hasta el de alta cocina– deberían poder aprovechar el espacio abierto, por supuesto, en equilibrio con el tránsito peatonal y la recreación. Para esto necesitamos más áreas y la única manera para lograrlo es con una política que permita redistribuir el espacio público a partir del contexto de la pandemia: quitándole la prioridad que se dio al vehículo motorizado privado, para que el espacio de pista pueda tener otros usos, como la caminata, el juego y la estancia en su sentido amplio.
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Por otra parte, hay un rechazo a la idea de la vida en la calle, que va de la mano de los prejuicios y la mala gestión en el tema de emisiones: de acuerdo a nuestras encuestas, la mayoría de limeños y chalacos no quiere vivir en la zona comercial porque sabe que habrá tráfico, bulla y alboroto. También ha habido una suerte de elitización de la lógica de la residencialidad, que va de la mano de la preeminencia que tiene el automóvil particular como objeto de estatus y centro de la política urbana. Esta residencialidad, que es producto de un modelo urbano de zonificación, dispersa los usos en zonas distintas de la ciudad (comercial, industrial, residencial) y obliga a que se realicen más traslados y viajes que no son eficientes para el desarrollo urbano. Por su parte, un modelo de ciudad compacto y de usos mixtos –con calles que sean bien gestionadas donde haya comercio, oferta, y al mismo tiempo viviendas u oficinas–, no solo es más eficiente sino que ayudará al mandato del “quédate en tu barrio”, que el gobierno nos está pidiendo. En este contexto de la pandemia, es importante volcarnos al barrio no solo para potenciar las redes de cuidado, identificar fortalezas y vulnerabilidades, sino para la reactivación económica, consumiendo servicios y productos locales.
Dicho esto, ¿qué medidas podemos implementar para promover la vida pública? Además, de redistribuir la calle para ofrecer espacio para ciclovías y carriles exclusivos para el transporte público, también podemos reconfigurar el uso de los parqueos públicos y privados. Por ejemplo, los restaurantes podrían ocupar sus parqueos como terrazas –guardando las distancias físicas, el aforo y el protocolo de seguridad, por supuesto–. También podría repensarse el uso del retiro municipal y aprovecharlo, según sus dimensiones, para colocar una o dos mesas o estaciones de entrega de comida.
En otras ciudades, incluso, se está permitiendo que los restaurantes ocupen espacio público de veredas, plazas y pistas. Sin embargo, se debe tener cuidado para no caer en la privatización del espacio público por lo que los gobiernos locales deberán garantizar suficiente espacio para el tránsito y la recreación de las personas y, además, supervisar las emisiones producto de la actividad comercial. Así, los restaurantes deberán ser responsables de mantener el orden, la limpieza y controlar la bulla.
Una política municipal que permita terrazas o la colocación de parklets –el reemplazo de parqueo público por espacio para sentarse– o pequeños parques de bolsillo* requiere, por supuesto, de reglas transparentes y licencias flexibles. En el caso del uso de la vía pública para este tipo de espacios, es importantísimo que estos puedan ser utilizados por todos y que no sean un espacio “exclusivo” para clientes. Precisamente para no desnaturalizar la condición de espacio público del lugar. Esta sería una fórmula muy bonita y democrática de recuperación de espacios públicos unida a una estrategia de reactivación económica local.
Aprovechemos la inmensa añoranza por el espacio público que la cuarentena provocó en nuestra sociedad. Estoy convencida de que las ciudades no han muerto por la pandemia; al contrario, nuestra vida pública será más potente. Por supuesto, será distinta a como era antes, pero debemos hacer de nuestra vida exterior, de nuestra vida en la calle, una mejor opción.
(*) Surgidos en los años sesenta, son zonas de recreación construidas en pequeños predios para generar más espacios públicos dentro de ciudades grandes.
EL DATO
Del 25 al 29 de Agosto se desarrollará el V Foro Internacional de Intervenciones Urbanas (en formato virtual) en el que se discutirá sobre espacios públicos. Uno de los bloques del Foro tratará sobre comercio en la calle, restaurantes, terrazas y mercados como oportunidades en un contexto de pandemia y de sostenibilidad urbana. El ingreso es libre previa inscripción aquí.