Hablar de calentamiento global o de cambio climático es hablar, sin dudas, de dióxido de carbono (CO2), uno de los integrantes de ese grupo comúnmente conocido como gases de efecto invernadero (GEI).
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En principio, el efecto invernadero es –según el “Glosario de términos de la Gestión Ambiental Peruana” del Ministerio del Ambiente (Minam)– un fenómeno en el que una parte de la energía solar devuelta por la tierra es absorbida y retenida en forma de calor en la baja atmósfera.
Pero, cuando este fenómeno se acentúa se produce un aumento en la concentración de los GEI por la emisión de ciertos gases como el dióxido de carbono y el metano, como consecuencia –precisamente– de la actividad humana.
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“Debido a la deforestación, a la combustión desmesurada de hidrocarburos y a nuestro modelo de desarrollo, consumista e insostenible, el ciclo de la vida se ha alterado y la vegetación del planeta ya no es suficiente para reciclar todo el CO2”, sostiene el Minam en el documento “Cambio climático y desarrollo sostenible en el Perú”.
EL ORIGEN DEL PROBLEMA
Pero, ¿qué es el dióxido de carbono?, ¿cómo se origina?, y ¿qué efectos trae consigo la emisión de CO2?
En principio, el CO2 se genera por la combustión que producen los combustibles como el petróleo, y también como consecuencia de la deforestación y de la tala de árboles en la selva y los bosques.
Además, las emisiones excesivas de ese gas incoloro, compuesto por oxígeno y carbono, constituyen una de las principales causas del calentamiento global debido a que –a diferencia de otros GEI como el metano o el óxido nitroso– el CO2 estimula de una manera especial el efecto invernadero.
Según la Comisión Especial de Cambio Climático del anterior Congreso de la República, las emisiones de GEI en el Perú se concentran en tres categorías: 1) uso del suelo, cambio de uso de suelo y silvicultura (Uscuss) (51%); 2) energía (26%); y 3) agricultura (15%).
De ese total, el 77% de las emisiones nacionales son de CO2 y provienen, exclusivamente, de tres sectores: Uscuss (49%), energía (25%) y procesos industriales (2%).
CONSECUENCIAS
Al igual que otros países en todo el mundo, el Perú también está padeciendo las consecuencias de las alteraciones climáticas. De ahí que las inundaciones, sequías, heladas y precipitaciones sean cada vez más severas y frecuentes.
Y a pesar de que nuestro país –como señalan en el Minam– es responsable de apenas el 0,4% de los gases de efecto invernadero, el Perú es el tercer país más vulnerable a los riesgos climáticos. No en vano, hemos perdido –solo en los últimos 30 años– el 22% de la superficie de nuestros glaciares, que representan el 71% de los glaciares tropicales del mundo.
AVANCES A LA VISTA
En el marco del Acuerdo de París, el Perú ha asumido compromisos climáticos en adaptación y mitigación. Y en el 2020 se anunció el aumento de la ambición climática del país del 30% al 35% de reducción de GEI al año 2030.
Dicho incremento –a decir del Minam– responde al sentido urgencia de la crisis climática y a la necesidad de impulsar un desarrollo sostenible bajo en carbono. Pero, al 2050, la meta es tener emisiones netas iguales a cero.