Tiene casi 23 años, pero el rostro de un adolescente, con acné incluido en las mejillas. No por nada le dicen la Araña desde antes de que entrara a la Primaria. Julián Álvarez empezó en el banco de suplentes esta aventura en el Medio Oriente. Su presencia, de hecho, no se daba por descontada en la previa. Básicamente porque no tenía los minutos suficientes con la Albiceleste. Pero pesó su momento: entrenar con Haaland y su habilidad para aprovechar cada ‘cachito’ que le ha dado el noruego en la Premier, la liga más competitiva del mundo. Y, cómo no, contar con la guía de Guardiola, el entrenador más deslumbrante de este milenio. Pep está cincelando lo que sembró el ‘Muñeco’ Gallardo en River Plate.
Scaloni, que ha tenido diversos aciertos en su periodo al mando de la selección Argentina, lo incluyó. Pero no para ser un espectador. En el primer partido ante Arabia Saudita lo envió por el Papu Gómez en la última media hora, cuando ya estaban empatados y el partido se ponía caliente. Pero fue ante México que la Araña se ganó su lugar: ingresó por un irreconocible Lautaro Martínez, que venía precedido de unas magníficas Eliminatorias pero que no había dado la talla y, desde entonces, no ha salido más del once titular.
Ante Polonia fue un derechazo al ángulo, ante Australia una avivada y hoy dos goles: uno de ‘Toro’ irónicamente y otro conectando una asistencia de Messi. En el primero arrancó de la mitad de la cancha y ningún croata fue capaz de frenarlo. Ni Juranovic ni Brozovic ni Sosa que acabó en el suelo. Julián los envolvió en su telaraña y se metió hasta la cocina croata donde definió a un lado de Livakovic. Encima, provocó el “penal” que cobró Messi. Sí, no fue. Desde luego que no. Pero su capacidad estuvo en ‘venderlo’.
No es un centrodelantero de los de antes ni por asomo. Posee la movilidad de su lado, un don que lo hace omnipresente. Marca y asiste, pero también presiona. Fastidia. Incomoda. Jamás lo verán quieto. Y quizá por eso no es más suplente de la Albiceleste. No podía permitirse estar mucho tiempo en el banco. Messi tiene compinche en el ataque y se llama Julián Álvarez. Quedó en evidencia en el 3-0. Ambos se buscan, como Maradona buscaba a Burruchaga. Las historias son circulares. Está por suceder otra vez.
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