Mario Fernández

Kempes era como un dios griego. Gigante, pelito largo de rulos, delantero elegante al que le decían ‘Matador’. Maradona (+) era, o se fue convirtiendo, en una divinidad sin nación única, protector de todo el planeta, general de todas las batallas. Ambos fueron los mejores jugadores del Mundial que les tocó ganar, Mario el 78 y Diego el 86. Con el paso del tiempo –y de las finales 90 y 2014 perdidas– parecían cada vez más inalcanzables, seres superiores, hasta que le tocó este domingo a .

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Goleador de su selección (7) y mejor futbolista de Qatar 2022, como estos campeones predecesores, el ‘10′ y capitán de la selección argentina cierra el círculo que era tremenda tarea pendiente. Diego anotó 8 en 21 partidos mundialistas, Kempes 6 en 18. Messi completa 13 en 26 juegos. Un monstruo.

Lo hizo, esta vez, en el estado más alto de su excelencia: anotó 7 goles decisivos en la competencia –el de México, para mí, bisagra– y en la final contra Francia, cuando los cracks de verdad aparecen salvadores, fue todo lo que uno espera: líder futbolístico de ese equipo que dominaba hasta el minuto 80, autor de un penal y 3-2 cardíaco y en la tanda de penales, cuando el mundo se venía abajo y algunas rodillas se doblaban, seguro para tirar un penal producto, nada más, que de sus orígenes. Engaño y potrero, como dicen allá en Argentina.

Messi es campeón del mundo. Justísimo campeón del mundo. Yo me voy tranquilo a seguir mi semana, pues ya puedo decir algo que me enorgullece: vi a Pelé, a Maradona y a Messi. Inmensa mi suerte.

Messi levantando la copa del mundo. (Foto: Agencias)
Messi levantando la copa del mundo. (Foto: Agencias)

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