Todo Mundial tiene su lista de ganadores y perdedores, de sorpresas y desencantos, de figuras en ascenso y en declive. Ya con el cierre de la primera ronda es posible identificar a las decepciones absolutas. Aquí algunos de los equipos que se fueron de Qatar antes de tiempo.
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Alemania. Los tetracampeones son una selección llena de talento, pero con poca dirección. No nos referimos solo a su entrenador, Flick, sino a la idea de que juegan sin un respaldo identitario al que puedan recurrir cuando se encuentran en aprietos. La transición estilística los encuentra hábiles, pero sin urgencia; atléticos, pero no impositivos; serios, pero sin carácter.
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Bélgica. Los líos de vestuario pasaron factura a un proyecto acabado. La generación dorada se pierde sin títulos ni gloria en una batalla de reproches públicos, acusaciones variopintas y peleas de camerín. Martínez no logró exprimir lo mejor de una plantilla donde ataja el mejor arquero del mundo y que logra reunir un mediocampo tan vistoso que se permite alinear a Tielemans, Trossard, De Bruyne y Hazard sin ningún provecho.
Qatar. Las expectativas deportivas no eran altas, pero aun así los locales se las arreglaron para ser los peores anfitriones en la historia de los mundiales. Frágiles, nerviosos, superados por el escenario y la pompa, incapaces de convertir la casa ya no en búnker, sino en una estructura mínimamente estable, los cataríes han descubierto que la aventura mundialista ha sido un desperdicio de dinero, una llamada de atención político-social y una pesadilla futbolística a la que solo queda echarle arena encima.
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Dinamarca. El conservadurismo puede haber sido una estrategia útil en Europa, pero no aquí. Los daneses hicieron del aburrimiento un arma inocua y de la duda táctica una constante. El resultado fue firmar una derrota y un empate ante equipos que en el papel están por debajo de la décima selección del mundo en el ranking FIFA. Con ellos no solo ha habido decepción, sino también bostezo.
Ecuador. La excelente Eliminatoria sudamericana, así como el protagonismo de los ecuatorianos en ligas europeas, construyó la ilusión de que los dirigidos por Alfaro tenían una buena chance de alcanzar octavos de final. Senegal demostró que ni técnica, ni táctica ni físicamente estaban por debajo de una camiseta que desde esta parte del mundo parecía superior. Uno de los legados de Qatar 2022 es que obliga a repensar los balances deportivos de Sudamérica con África y Asia.
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México. La azteca es una selección siempre tibia que ha necesitado figuras para poder competir a nivel internacional (Sánchez, Márquez), pero se encuentra hoy sin referentes visibles (Lozano está lejos de ser un líder). El resultado es que los mexicanos viven cómodamente empantanados en la mediocridad. Nada les hace más daño que la Concacaf, una aplanadora hacia abajo, pero no se dejan ayudar.
Aztecas
Uruguay. Otro caso de sobre expectativa sudamericana que se da de bruces con la realidad global. Ni los talentos nuevos (Darwin Núñez, Pellistri), ni la veteranía probada (Suárez, Cavani, Godín), lograron que el equipo de Diego Alonso imponga condiciones sobre rivales de menor tradición y categoría (Corea del Sur). Entre la especulación y la reacción tardía lo de Uruguay fue discreto, con el agregado de que su mejor partido no sirvió para clasificar. Malas noticias para Conmebol.