Las miradas –y apuestas en diversas casas de juego- estaban puestas en los 11 “samuráis” de Hajime Moriyasu, el técnico que había logrado con Japón poner de rodillas a una potencia como Alemania y a una favorita como España. Sin embargo, al frente había otro estratega cuyo nombre no está asociado al éxito pero que ya sabe cómo es coquetear con él: Zlatko Dalic, el “Gran Maestro” de ese elenco ajedrezado de Croacia que ya lo llevó a una final de Copa del Mundo y que ahora se ilusiona con un déja vu.
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Claro está que el líder de esta generación dorada del balompié croata es Luka Modric. El mejor jugador de Rusia 2018, en donde fue subcampeón y anotó un tanto en la final frente a Francia, es el plus de este seleccionado, el que puede destrabar un partido con una asistencia o definición de PlayStation, pero el otro rol: el de mover el tablero en la cancha para que “Lukita” tenga más posibilidades de hacer jaque mate con su juego recae en su técnico.
Eso puso en marcha Dalic durante los primeros 45 minutos frente a los nipones. A sabiendas de la velocidad y potencia con la que saldrían a jugar los asiáticos, los balcánicos optaron por primero contener para luego golpear. Y es que la mentalidad de los japoneses puede ser de Oliver Atom y “Los supercampeones”, pero el físico –al final de cuentas- no es el de un manga.
Los de Moriyasu obtuvieron la ventaja a base de ímpetu y tenacidad, pero la perdieron a los minutos de iniciado el complemento por el natural desgaste físico que habían realizado en la primera parte. En los minutos restantes del tiempo complementario, el vigente subcampeón mundial estuvo más cerca del triunfo.
Triunfo que el estratega Dalic había proyectado para la mal llamada ruleta de los penales. Y para esa definición su hombre estrella elegido no sería Modric, ni Kovacic ni Perisic –los dos primeros fueron cambiados durante el primer suplementario para sorpresa de todo el planeta fútbol-, sino un modesto Dominik Livakovic, el desconocido arquero del Dínamo Zagreb y uno de los dos titulares de la oncena croata que juega todavía en su liga doméstica.
Zlatko vio lo que nadie más vio; su confianza a pleno en el arquero de 27 años que es un digno relevo de Subasic, el otro golero ajedrezado que curiosamente también tapó tres penales en una definición del Mundial de Rusia, y precisamente en instancia de octavos –fue ante Dinamarca-.
Croacia ha accedido por tercera vez a cuartos de final, las anteriores dos experiencias fueron tan auspiciosas como dolorosas. En Francia 1998 llegaron a semifinales y perdieron ante el anfitrión y posterior monarca, y hace cuatro años, los “galos” volvieron a arrebatarle la ilusión pero esta vez en una final. ¿Ahora en Qatar llegará la tercera y la vencida? Su “Gran Maestro” en el banco tiene la respuesta.
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