La barra peruana es una de las más numerosas de Rusia 2018. (Foto: AFP)
La barra peruana es una de las más numerosas de Rusia 2018. (Foto: AFP)
Pedro Canelo

Pedro Canelo
Desde Saransk 

Caminamos mucho para llegar hasta aquí, hemos avanzado tanto que no hay manera de pegar la vuelta. Lo habíamos esperado durante todas nuestras vidas que no se cuentan en años sino en .

Ayer no solo cumplimos una ilusión insistente, sino que también hemos abrazado al niño que fuimos y que se preguntaba cada cuatro años ¿cuándo iba a ver a su país en un Mundial? Ese niño que coleccionaba álbumes sin su selección, que miraba Copas del Mundo como si estuviera viendo una misión de la NASA en otro planeta. Todo fue siempre desde la distancia para ahora sentirnos tan cerca del cielo en Rusia. Ni una derrota en el debut ante Dinamarca podrá bajarnos de ese paraíso tan soñado.

Si la hinchada peruana se acercó como una ola incontenible al Mordovia Arena, luego de la derrota ante Dinamarca ese amor que se ha hecho eterno no naufragó. Hasta en eso estamos cambiando. Cuando terminó el encuentro ante los daneses, hubo fanáticos cantando “¿Cómo no te voy a querer?”. Con pena, con impotencia, con lágrimas, pero fieles. Ricardo Gareca dice que en la vida hay que vivir enamorados. Y la selección del Tigre ha celebrado en estos últimos tiempos un sólido matrimonio con su gente.

El diario Sport Express de Rusia publicó un informe donde la barra peruana aparece entre las grandes sorpresas que ha traído este Mundial. Una euforia solo comparable con el bullicio argentino o el carnaval brasileño. Ya se comentan cifras de entre cincuenta mil y sesenta mil compatriotas en las diferentes sedes de este torneo. Son los primeros capítulos mundialistas de un amor eterno e inolvidable.

Se están yendo los tiempos de buscar culpables, de renegar ante la sinrazón y vivir abrumado ante la tentación del fracaso. Cumplir lo soñado desde tiempos escolares es mucho más que una simple alegría. Es una reconciliación.

Grupos de hinchas como “La Blanquirroja” o “Sentimiento Blanquirrojo” se agruparon desde cinco horas antes del partido ante Dinamarca y se fue organizando esta conmovedora marcha para manifestar una pasión. Saransk es una ciudad silenciosa y ordenada donde el silencio es parte de una escenografía de plena quietud. A doce horas de Moscú en tren, parece que en estas tierras nunca pasará nada. Hasta que llegaron miles peruanos con una alegría sísmica.

Fueron casi sesenta minutos de caminata desde el Fan Fest de Saransk hasta el estadio Mordovia Arena. Fuimos locales otra vez ¿alguien lo duda? Arrancar con un traspiés en el Mundial no va a quitarle los colores rojiblancos a las calles de Moscú, Saransk, Ekaterimburgo o Sochi. Es una procesión de devotos para celebrar que hemos vivido un Mundial. Que podemos contarlo, que la vida nos alcanzó para hacerlo.

Contenido sugerido

Contenido GEC