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Agencia EFE

La capital de se ha vaciado a cuatro días de las elecciones generales ante el temor de que se repita la ola de violencia de 2007, cuando murieron 1.100 personas y otras 600.000 se vieron forzadas a dejar sus hogares, y los que quedan han hecho acopio de alimentos para afrontar posibles desabastecimientos.

"Hay muchas similitudes en el ambiente", explica a Efe el analista del International Crisis Group (ICG) para el Cuerno de África Murithi Mutiga, que cuenta que ya se han registrado numerosos movimientos de población en la capital y en otras importantes ciudades donde cohabitan diferentes tribus.

Aunque rara vez se mezclan, en Kibera, uno de los barrios chabolistas más grandes del mundo, viven kikuyus y lúos, entre otras tribus, la mayoría de los cuales abandonaron las zonas rurales para buscar oportunidades en la capital y mantener a sus familias.

Kibera fue una de las áreas de Nairobi más afectadas por la violencia de hace diez años, cuando los vecinos se atacaron entre sí con machetes e incendiaron sus viviendas y la Policía ni se atrevió a entrar en el barrio.

La gente todavía recuerda estos atroces asesinatos, por lo que muchos han optado por alejarse.

"Se marchan a sus ciudades de origen (cada tribu procede de una zona del país) porque en estos barrios hay división étnica que puede provocar luchas tras las elecciones", asegura Mutiga.

Macklyn, que tiene 26 años y nació en Kibera, confiesa estar atemorizada. "Fue horrible, no quiero ni recordarlo", cuenta a Efe.

"Lo peor es que tu vecino puede cambiar de un día a otro. Son tus propios vecinos quienes te pueden matar o robar", lamenta, aunque dice que se quedará en Kibera porque no tiene dónde ir con sus dos hijos.

Ante los desplazamientos de población, el líder de la opositora Súper Alianza Nacional (NASA, en sus siglas en inglés), Raila Odinga, ha pedido a sus seguidores "que permanezcan donde se registraron como votantes y voten".

"La Policía debe asegurar que todos los kenianos, independientemente de sus afiliaciones políticas, estén a salvo", afirmó.

Sin embargo, la preocupación ha aumentado en los últimos días: el pasado lunes la Policía encontró el cadáver de Chris Mando, el responsable del recuento electrónico de votos de la Comisión Electoral, quien había presentado denuncias por amenazas de muerte. Según reveló la autopsia, fue torturado y asesinado.

En medio de esta creciente tensión, los que han decidido quedarse en Nairobi buscan provisiones de comida y llenan los depósitos de sus coches para estar preparados ante la peor de las situaciones.

Las embajadas extranjeras han recomendado a los turistas no viajar a Kenia durante el periodo electoral, mientras que a los expatriados les han advertido de la situación de riesgo a la que pueden enfrentarse si no abandonan el país.

Los expertos aseguran que estas recomendaciones son "lógicas", aunque confían en que la escalada de violencia llegue a niveles de 2007.

Los políticos han contribuido a este clima de agitación social, con discursos incendiarios durante la campaña y, pese a las peticiones de la comunidad internacional, se han negado a firmar un acuerdo para respetar el resultado electoral.

En 2007, el entonces presidente Mwai Kibaki fue proclamado vencedor de los comicios con sólo 200.000 votos de ventaja sobre el opositor Raila Odinga, quien no aceptó los resultados. Entonces, el país estalló.

La Corte Penal Internacional vinculó al actual presidente y entonces viceprimer ministro, Uhuru Kenyatta, con estos crímenes de lesa humanidad, aunque en 2014 tuvo que archivar el caso por falta de pruebas para procesar al mandatario, ya que muchos testigos murieron o desaparecieron.

El próximo martes, dos viejos rivales, Kenyatta y Odinga, se volverán a enfrentar en las urnas y ninguno de los dos parece estar preparado para la derrota.

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