El presidente Pedro Castillo cumple su primer año de gobierno marcado en el ámbito interno por cinco investigaciones fiscales en proceso, continuos enfrentamientos con el Poder Legislativo y una desaprobación del 74%. En cuanto a la política exterior, en estos 12 meses resaltó el nombramiento de tres cancilleres, el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Venezuela y la República Árabe Saharaui (un estado con reconocimiento limitado en el mundo), y un deshonroso récord de embajadores que no recibieron el beneplácito de los países a los que fueron designados.
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Para este análisis, retrocedamos al año 2021. Castillo ganó la segunda vuelta electoral bajo la bandera de Perú Libre. El ideario y plan de gobierno de dicha agrupación recoge sus propuestas en materia de política exterior en el capítulo XXI, según el archivo publicado en la base de datos del Jurado Nacional de Elecciones.
En dicho documento resaltan, por ejemplo, la calificación de la Organización de Estados Americanos (OEA) como “un organismo de control geopolítico de Latinoamérica y el Caribe” o las críticas a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) “por su comportamiento parcializado con el imperialismo”.
Un breve repaso a los pronunciamientos del presidente Castillo durante su primer año de mandato indica que lo contemplado en el plan de gobierno se aleja de sus acciones. En febrero de este año, por ejemplo, el mandatario anunció que se encontraba preparando una carta para enviar a la OEA en la que solicitaría una comitiva para que “venga y se instale en el Perú con el fin de luchar contra la corrupción”.
Pocos días más tarde, el Perú y la OEA firmaron un acuerdo de cooperación para la lucha contra la corrupción.
En marzo, Castillo pidió que se activara la Carta Democrática “para darle tranquilidad al pueblo peruano” luego de que se conociera que la entonces candidata a colaboradora eficaz de la Fiscalía Karelim López lo había involucrado en una mafia de licitaciones dentro del Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
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Cabe recordar que a files de junio de este año, Perú Libre solicitó al presidente Castillo su renuncia al partido debido a que “las políticas emprendidas por su gobierno, no guardan consecuencia con lo prometido en campaña electoral”. Pocos días más tarde, el jefe de Estado anunció su renuncia “irrevocable” a Perú Libre.
Tras ello, no se ha conocido su nueva visión en cuanto a política exterior. Y este sería, precisamente, el punto más preocupante.
“Su renuncia al partido fue más una suerte de despido o una expulsión. No creo que haya alguna relación entre una eventual renuncia al ideario de Perú Libre y la renuncia burocrática al partido. Básicamente no hay una voluntad. Eso reposa en el trabajo de los diplomáticos de carrera, quienes están haciendo que el daño sea lo menos profundo posible. Si uno revisa desde el año 2001, Cancillería tenía algún tema en agenda, pero ahora eso parece estar ausente. Por ahora parece no haber un eje y creo que está muy atado a las limitaciones que tiene el presidente”, comenta a El Comercio el analista político José Carlos Requena.
VAIVÉN DE CANCILLERES
Los primeros meses de Castillo en el poder estuvieron marcados, principalmente, por un cambio constante de ministros. Y Torre Tagle no fue la excepción.
Héctor Béjar Rivera condujo la cartera de Relaciones Exteriores entre el 29 de julio y el 17 de agosto del 2021. El canciller tuvo que renunciar luego de que se difundieran unas polémicas declaraciones brindadas a inicios del año en las que aseguraba que “el terrorismo en el Perú lo inició la Marina”.
El cargo fue ocupado entonces por Óscar Maúrtua de Romaña, quien permaneció en el puesto hasta el 1 de febrero del 2022, cuando fue uno de los nueve titulares de cartera reemplazados tras la renuncia de la primera ministra Mirtha Vasquez.
Ese mismo día, César Landa asumió el puesto, el cual ostenta hasta este momento.
“La gestión ha estado marcada por la improvisación del presidente. No es extraño que en el primer año hayamos tenido tres ministros de Relaciones Exteriores. Es cierto que con el canciller Landa parece haber encontrado cierta estabilidad, pero el hecho de haber nombrado a alguien como Héctor Bejar en su primer gabinete demostraba por dónde podía venir. Estamos frente a una política exterior de bajo perfil, pese al buen prestigio que tiene Torre Tagle en la región. Quizás se pudo tener otra figuración, pero lamentablemente ha estado signada por la presidencia en sí. Con el ministro Landa creo que se ha conseguido estabilidad, esperemos que eso continúe así”, comenta Requena.
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“Es un gobierno con tantos problemas que eso provoca que el tema internacional quede un poco menguado. Los cambios de cancilleres tienen mucho que ver con eso”, coincide el internacionalista Francisco Belaúnde Matossian.
RELACIONES RESTABLECIDAS
Durante el gobierno del presidente Castillo, el Perú retomó relaciones diplomáticas con Venezuela y con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
El 8 de setiembre del 2021, Cancillería anunció que el Perú restablecería sus relaciones con la RASD, en un drástico cambio de postura diplomática con respecto a los últimos 25 años. El anuncio llevó a que el Congreso citara al entonces canciller Óscar Maúrtua para explicar la decisión.
Diferentes representantes del Poder Legislativo expresaron su preocupación por el impacto que tendría dicha decisión en las relaciones con Marruecos, país con el que el RASD mantiene una histórica disputa territorial en el Sáhara Occidental.
En mayo de este año, el Congreso volvió a insistir al canciller César Landa para que el Perú revirtiera su decisión respecto al RASD.
En octubre del 2021, Cancillería también anunció el restablecimiento de las relaciones diplomáticas al más alto nivel con Venezuela, luego de cuatro años sin embajadores.
“Lo que más llamó la atención fue el tema de Venezuela, pero por lo demás no ha habido muchos cambios. Hubo gente competente en Cancillería. Gente que ha mantenido la línea del ministerio, por lo que yo diría que no han habido sorpresas por ese lado”, dice Belaúnde Matossian.
En marzo del 2017, con Pedro Pablo Kuczynski en la presidencia, el Perú retiró a su embajador en Caracas y posteriormente, en agosto del mismo año, expulsó al representante de Nicolás Maduro de nuestro país.
La decisión de Kuczynski respondía a la condena peruana al régimen de Maduro y a la creación del denominado Grupo de Lima. Dicho bloque de países de la región fue creado para apoyar al presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, y solicitar la salida de Nicolás Maduro del poder.
El bloque fue impulsado por presidentes como el argentino Mauricio Macri, el colombiano Iván Duque, el brasileño Jair Bolsonaro y el peruano PPK. Su trabajo se mantuvo activo durante las presidencias de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti; sin embargo, con la salida del poder de la mayoría de sus promotores, el bloque parece condenado a la desaparición.
“Yo creo que sí. Con todos estos cambios en los diferentes países el grupo ya no tiene mucho futuro”, opina Belaúnde Matossian.
Castillo ha sido criticado por sus opositores por evitar calificar como una dictadura a los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba. El internacionalista recuerda, sin embargo, que la delegación peruana ante la OEA se sumó a la condena contra la represión en Nicaragua y aseguró que la postura ante Cuba se ha mantenido de esa forma desde gestiones anteriores.
“En el caso de Venezuela el Grupo de Lima calificó de dictadura al régimen de Maduro, pero en el caso de Cuba no recuerdo que ningún gobierno haya calificado así al país. En general los estados suelen ser muy cuidadosos en estos temas salvo que ocurra una represión muy fuerte”, explica el experto.
DESHONROSO RÉCORD
Para octubre del 2021, además, el Gobierno de Pedro Castillo se convirtió en el que más embajadores políticos había nombrado en sus primeros tres meses de gestión.
Según un artículo de EC Data, fueron cinco los embajadores de este tipo designados por el mandatario: Harold Forsyth a la OEA, Oswaldo de Rivero a Estados Unidos, Manuel Rodríguez Cuadros a la ONU, la exfuncionaria del Gobierno Regional de Junín Carina Palacios a Bolivia; y el exjefe de la campaña presidencial Richard Rojas a Venezuela.
Además, hubo dos nombramientos que no recibieron el beneplácito del país al que habían sido designados. El Perú no experimentaba un episodio así desde que el gobierno de Israel no respondiera a la designación del embajador Gabriel García Pyke durante el régimen de Alberto Fujimori.
En el caso de Castillo, en octubre nombró a Richard Rojas como embajador en Panamá, pero no recibió el beneplácito del gobierno del país centroamericano. Posteriormente, fue asignado a la embajada en Caracas y, pese a que el régimen de Nicolás Maduro respondió positivamente, su viaje se vio frustrado luego de que el Poder Judicial ordenara su impedimento de salida del país a pedido de la Fiscalía, que lo investigaba por pertenecer a una organización criminal enquistada en Perú Libre.
Finalmente, el diplomático de carrera Librado Orozco Zapata fue elegido para ocupar la embajada en Caracas.
En setiembre del mismo año, el Ejecutivo había nombrado a Eliseo Soria Reátegui como embajador del Perú en Suecia; sin embargo, desde Estocolmo objetaron que el candidato contaba con dos nacionalidades, la segunda de ellas sueca.
“Parecen cosas que han pasado hace muchísimo tiempo pero sucedieron hace menos de un año. En esa primera etapa Perú Libre tenía un mayor protagonismo y el presidente parecía más atento a satisfacer las cuotas políticas de sus aliados, ahí creo que se enfrentaban más claramente esas cosas. No he visto episodios así en tiempos recientes, pero sin duda es algo inusual a lo que se ha expuesto la Cancillería debido al perfil de improvisación y caos que tiene el presidente. Si tuviésemos una Cancillería menos profesional e institucionalizada de lo que es, el daño sería mayor”, comenta Requena.
“Eso afecta la imagen del Perú, efectivamente. Ahí se ha mezclado el tema político con la diplomacia. Es muy importante que la Cancillería cuente con cierto grado de independencia para mantener el ‘expertise’ y el manejo en términos profesionales”, señala por su parte Belaúnde Matossian.
GIRO EN LA POLÍTICA REGIONAL
Los últimos procesos electorales en la región -Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia, Luis Arce en Bolivia y Lula da Silva encabezando los sondeos de intención de voto en Brasil- reflejan una apuesta por los gobiernos de izquierda.
Esto podría alentar al renacimiento de organismos supranacionales como la debilitada Unasur, impulsada en su momento por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez.
Sin embargo, a diferencia de aquella época, cuando el régimen venezolano apostaba por una integración sudamericana, el escenario actual parece totalmente diferente. Ya sea por el distanciamiento del nuevo presidente chileno con Caracas o los calificativos en respuesta de Nicolás Maduro hacia Castillo y Boric, a quienes calificó como “una izquierda fracasada y cobarde”.
Pero incluso, en el hipotético caso de concretarse un resurgimiento de Unasur, el Perú no estaría incluido dentro de los planes, según Requena.
“Castillo está lejos de estos grupos. Su mandato está tan complicado por escándalos de corrupción que cualquier otra consideración parece un poco forzada. Solo una retórica muy efectista puede devolverlo al escenario de las izquierdas latinoamericanas. Ahora lo percibo lejos de todas esas cosas. Habrá que ver si el canciller Landa quiere incluir algo de esto, pero hasta ahora no se ha visto. Creo que Castillo estará fuera de estas eventuales órbitas de izquierda que se formen en la región”, comenta.