Billetera manda. Esa parece ser la consigna de los saudíes con la reciente lluvia de contrataciones de futbolistas que han logrado en pocas semanas, lo que provocó que figuras que eran habituales en las competitivas ligas europeas decidan tomar un avión para irse a un campeonato de menor nivel, donde no abundará la gloria, pero sí los dólares y los lujos.
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A sus 38 años, Cristiano Ronaldo fue la primera megaestrella en instalarse en el desierto. Su decisión no fue tan sorpresiva. Al final de sus carreras, muchos futbolistas han optado por ligas menores. Pero lo que hizo el portugués no fue solo eso. Su mediático fichaje abrió las puertas para que otros, que aún podrían seguir jugando en Europa, decidieran emigrar.
Solo entre julio y agosto se concretó el traspaso de Karim Benzema, N’Golo Kanté, Otávio, Sadio Mané, Roberto Firmino, Koulibaly y otras decenas de futbolistas que valen millones de dólares. Y la cereza en la torta llegó a Riad hace unos días: el brasileño Neymar, por el que el club Al-Hilal ha pagado 90 millones de euros al Paris Saint Germain, además de ofrecerle un jugosísimo contrato, una mansión, autos de lujos y una serie de caprichos de alto nivel.
Gracias a sus petrodólares, Arabia Saudí ha decidido apostar por elevar de manera exponencial el nivel de su liga para volverla competitiva. ¿Pero solo es eso? ¿Qué hay detrás de esta estrategia? ¿Deporte, negocios o política?
Para intentar escudriñar detrás de la inversión millonaria que están haciendo los saudíes en el fútbol -casi 900 millones de dólares, solo en estos últimos meses- hay que enmarcarla dentro de la Visión 2030, un plan ideado por el príncipe heredero, Mohammed bin Salman, quien desde hace años viene intentando mostrarse como un reformista que busca modernizar un país regido por una de las monarquías musulmanas más conservadoras del mundo.
La tarea, sobre todo ante los ojos de Occidente, no es sencilla. Más aún cuando en el reino saudí la mujer no tiene plenos derechos, la homosexualidad es condenada y la libertad de expresión está condicionada. Sin olvidar la indignación que trajo en el 2018 el asesinato y descuartizamiento del periodista Jamal Khashoggi, de “The Washington Post”, ordenada supuestamente por el propio Bin Salman.
Esta Visión 2030 aspira a diversificar la economía saudí para que no dependa solo del petróleo, cuyo consumo mundial alcanzaría su máximo en el 2040, según ha señalado la propia Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Arabia Saudí es el principal exportador de oro negro en el mundo, y el reloj ya está en cuenta regresiva.
Esta diversificación -que ha sido implementada con éxito desde hace décadas por sus vecinos árabes en Dubái, Abu Dabi y Qatar- apunta a aumentar el turismo, convertirse en un hub comercial y atraer inversionistas. A diferencia de los emiratos, Arabia Saudí cuenta con un inmenso territorio donde viven 32 millones de personas y dos tercios de la población tiene menos de 30 años, lo que implica un gran potencial, pero también un inmenso desafío.
‘Soft power’ y ‘sportwashing’
Para Mohamed-Badine El Yattioui, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Americana en los Emiratos Árabes Unidos, los saudíes buscan con su inversión millonaria en el fútbol dos cosas: “Primero, quieren desarrollar una estrategia para convertirse en un actor clave del fútbol del siglo XXI. Segundo, es una estrategia de ‘soft power’ (o poder blando) para mostrar una imagen de modernización y de un país más abierto gracias al fútbol”.
Y agrega: “También hay un elemento fundamental, y es que se dieron cuenta que el futuro del público del fútbol está en Asia”.
El mundial del 2022 en Qatar le mostró al mundo que un país árabe podía organizar una cita deportiva y tener éxito, y que las polémicas -como la manera en que consiguieron la sede o las condiciones infrahumanas para la construcción de los estadios- resuenan en su momento, pero cuando empiezan los partidos, los escándalos se encarpetan.
Y el fútbol, el deporte más popular del mundo, es una excelente manera de atraer miradas.
“Se trata de ‘sportwashing’, un término que consiste en limpiar tu régimen gracias al deporte. Arabia Saudí vio cómo, con Qatar 2022, tanto la FIFA como la UEFA abandonaron cualquier reivindicación sobre los derechos de las mujeres, o de las minorías LGTB. Todas las polémicas quedaron ahí, porque el dinero pasó por encima de los valores”, señala a El Comercio el historiador Jorge Illa, PHD en Deporte y Política y docente de la UPC.
El ‘sportwashing’ no es algo nuevo. Incluso lo hicieron los nazis con los Juegos Olímpicos de 1936, pues los intereses de la política y la afición del deporte siempre se han entremezclado. En este caso, los saudíes tienen varias piedras en la mochila respecto a los derechos humanos, persecución a opositores o los abusos en la guerra en Yemen.
Según una investigación del diario británico “The Guardian”, el reino saudí ha gastado 6,3 billones de dólares en acuerdos deportivos desde el 2021, un monto cuatro veces mayor a lo invertido seis años antes, y tienen previsto seguir usando la billetera.
“Se sabe que tienen una voluntad de invertir alrededor de 50 billones de dólares en el deporte en general, y 20 billones de dólares solo en el fútbol. Esto es algo totalmente nuevo”, expresa El Yattioui a este Diario.
Los saudíes han decidido apostar con todo al fútbol luego de comprobar que el dinero pudo cambiar las reglas en otro deporte: el golf. La emblemática PGA, la liga estadounidense de golf, debió fusionarse con la LIV Golf (la liga saudí) luego que esta ofreciera muchísimo dinero a decenas de figuras de esta disciplina, que terminaron desligándose de la PGA para irse a jugar con los árabes.
“En realidad ya llevan años con esto, solo que esta vez han puesto muchísima plata y lo que han hecho es cambiar de táctica. En vez de gastar comprando clubes -como el Newcastle inglés- han decidido invertir y llevarse los jugadores a su país. Lo ocurrido con el golf les sirvió de referente para repetir la jugada en el fútbol, y así tener una liga mejor y llegar a mejores acuerdos con la UEFA”, refiere Illa.
6,3
billones de dólares ha gastado Arabia Saudita en acuerdos deportivos desde el 2021, según una investigación del diario británico “The Guardian”.
330
millones de euros pagó en el 2021 un fondo de inversión saudita para comprar el club inglés Newcastle.
Los ejemplos de China y EE.UU.
Esta revolución en el fútbol provocada por los saudíes ha hecho recordar lo ocurrido en su momento con China y Estados Unidos, dos superpotencias que también quisieron apostar por el balompié.
Desde el 2016, la liga china empezó a hacer millonarias contrataciones con el objetivo de levantar el nivel, pero la emoción duró poco. En el caso de la MLS, el ‘soccer’ aún no cala por completo en los aficionados estadounidenses, pero su liga ya dejó de ser marginal y es cada vez más competitiva. Recientemente, el fichaje espectacular de Lionel Messi volvió a desatar el interés.
Pero hay una gran diferencia con lo hecho por Arabia Saudí, donde el dinero para los fichajes proviene nada menos que del propio Estado. Es decir, el fútbol ha sido nacionalizado, algo que ni los chinos se atrevieron a hacer.
El Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí (el PIF, que es un fondo soberano perteneciente al Estado) ha tomado el control de los cuatro clubes más importantes de la Saudi Pro League: Al-Hilal, Al-Nassr, Al Ahli y Al Ittihad. Gracias a ello, han realizado los fichajes millonarios de esta temporada, considerados nada menos que como política pública. Es decir, el dinero de los ciudadanos saudíes está sirviendo para pagarle el sueldo a Neymar y a los demás.
Club actual:
Al-Nassr
Último equipo:
Manchester United
Sueldo:
200 millones de euros por temporada
Club actual:
Al-Hilal
Último equipo:
Paris Saint Germain
Costo del pase:
90 millones de euros
Club actual:
Al-Ittihad
Último equipo:
Real Madrid
Sueldo:
100
millones de euros por temporada
Club actual:
Al-Nassr
Último equipo:
Oporto de Portugal
Costo del pase:
60 millones de euros
Club actual:
Al-Hilal
Último equipo:
Zenit de San Petersburgo
Costo del pase:
60 millones de euros
Club actual:
Al-Hilal
Último equipo:
Lazio
Costo del pase:
40 millones de euros
Club actual:
Al-Nassr
Último equipo:
Bayern Múnich
Costo del pase:
30 millones de euros
“China lo intentó, pero solo fueron unos jugadores, no hubo una visión estratégica. En Arabia Saudí, el PIF, que es como un brazo armado del Estado saudí, está detrás de esta visión. No se trata solo de empresarios”, explica El Yattioui.
“Ya no se trata solo de jugadores en el ocaso de su carrera. Hace poco han contratado a Gabri Veiga, de 21 años, que era la estrella del Celta de Vigo. El dinero que tienen los saudíes no se puede comparar. La pregunta es cuánto tiempo aguantarán este ritmo de contrataciones y eso aún no se puede saber”, refiere Illa.
Uno de los objetivos más preciados del príncipe heredero es emular a Qatar en la organización del Mundial, sea en el 2030 o en el 2034, no solo por el impacto ante el mundo sino también para fortalecerse como potencia en el Medio Oriente y en su propio país.
“Hay una voluntad del príncipe heredero de fortalecer y mejorar su imagen ante Occidente después de lo ocurrido con Khashoggi, pero también a nivel interno cuando le toque ser rey y empoderarse frente a sus primos, pues no todos lo aceptaron como heredero desde el inicio”, dice El Yattioui.
“A través del fútbol, buscan servir de puente entre el mundo asiático, el mundo árabe y el mundo musulmán con el mundo occidental y europeo”, finaliza.
La visión de Mohamed bin Salman es, sobre todo, tener contenta a su población para reafirmar la presencia de la monarquía, pero también lavar su imagen frente al mundo cambiando los patrones que siempre han regido el fútbol, en donde Europa era el objetivo más preciado de los jugadores de élite. Ahora, el camino es hacia La Meca, la verdadera.