La humanidad está apenas a 90 segundos de su destrucción total. Al menos, ese es el cálculo que hizo en enero pasado la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago, para situar al planeta al borde del precipicio debido, sobre todo, a las amenazas nucleares.
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El reloj simbólico, conocido como el ‘reloj del juicio final’, debería ser una advertencia de lo cerca que estamos de la devastación. Sin embargo, la carrera armamentista nuclear está lejos de haber cesado, pese a los compromisos firmados en las últimas décadas. Por el contrario, este año ha aumentado el número de ojivas listas para su uso, y esto en medio de la guerra en Ucrania solo añade más dolores de cabeza a lo que pueda pasar en el cortísimo plazo.
“Hemos tenido más de 30 años de declive en el número de ojivas nucleares. Ahora vemos que ese proceso está llegando a su fin”, ha señalado Dan Smith, director del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri), organización que ha publicado su esperado informe anual sobre la utilización y producción de armas nucleares.
Según el estudio, el número total de armas nucleares ha descendido de 12.710 en el 2022 a 12.512 en el 2023, lo cual podría ser una buena noticia. Pero, de ese total hay que diferenciar aquellas que están listas para su uso, o sea las que pueden ser utilizadas en cualquier momento. Y aquí está el detalle: del 2022 al 2023 ha subido en 86 el número de ojivas preparadas para combate.
Si bien, las cifras están bastante alejadas de las más de 70 mil armas nucleares que había en los años 80, en plena Guerra Fría, y con los manos de los líderes de Estados Unidos y la entonces Unión Soviética muy cerca del botón rojo, a estas alturas del siglo XXI aún vivimos bajo el terror de que alguien detone una de estas bombas.
Solo para hacernos una idea, las 9.576 ojivas listas para combate tienen un poder destructivo equivalente a 135 mil bombas de Hiroshima, según la organización Nuclear Weapons Ban Monitor.
El arsenal mencionado corresponde a las nueve potencias nucleares, es decir los países que poseen y han desarrollado este tipo de armamento. Estos son: Rusia, Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte (Irán aún no entra en la lista). Sin embargo, son los dos primeros quienes poseen el 90% de las armas que hay en el mundo.
“Lo absurdo de las armas nucleares es que están hechas para no ser usadas, porque no son prácticas. No están hechas para acabar con blancos militares específicos, sino para destruir objetivos grandes y matar de manera espantosa a miles de civiles”, señala a El Comercio el médico costarricense Carlos Umaña, miembro de la directiva de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), organización que ganó el Premio Nobel de la Paz en el 2017. Y agrega: “La utilidad de estas armas está en función de su amenaza, y esta amenaza tiene que ser creíble para que la disuasión nuclear funcione”.
- En el contexto de la guerra en Ucrania, está previsto que este 8 de julio Rusia inicie el despliegue de armamento nuclear hacia Bielorrusia.
- Se trata de armas tácticas o no estratégicas, consideradas como más pequeñas o de bajo rendimiento, pero que pueden provocar explosiones de hasta 300 kilotones (20 veces el de la bomba que destruyó Hiroshima).
- EE.UU. tiene unas 100 ojivas no estratégicas desplegadas en Alemania, Países Bajos, Bélgica, Italia y Turquía.
¿Por qué, entonces, los países se siguen equipando con estos armamentos que solo ponen en riesgo la vida en el planeta?
El analista internacional Roberto Heimovits reconoce dos causas a nivel sistémico: “Rusia y Estados Unidos, que tenían relativamente buenas relaciones hasta principios de los años 2000, ahora no las tienen más y eso los está llevando a querer modernizar sus armas nucleares”.
“Y la otra razón es la rivalidad entre China y Estados Unidos. China tenía un arsenal nuclear bastante pequeño, que antes de Xi Jinping era considerado suficiente, pero el presidente Xi sí ve a EE.UU. como una amenaza seria, entonces ha aumentado su arsenal nuclear”, agrega el experto.
China: la nueva potencia
Justamente, ha sido el gigante asiático quien más ha aumentado su arsenal en el último año, pasando de 350 a 410 entre el 2022 y el 2023, lo que va acorde con su crecimiento exponencial como potencia militar.
“El arsenal de China ya es importante y también ha entrado en esta competencia, porque hay una clara retórica de todos los países nuclearmente armados de depender de la disuasión nuclear, pero esta retórica está desmoronando toda la arquitectura de la no proliferación, y nos está llevando a un riesgo más alto”, explica Umaña.
El detalle con China es que no se puede saber de manera real su potencial nuclear pues según los expertos es probable que camufle su verdadero gasto militar.
Otros que han aumentado sus existencias son India y Pakistán, aunque en menor medida. Se trata de dos países que mantienen tensas relaciones desde mediados del siglo XX y que justamente decidieron recurrir a las armas nucleares para mostrarse los dientes de tanto en tanto. Como señala Umaña, las armas no son propiamente un método de seguridad nacional sino de proyección de poder. “Si en el mundo hay una carrera militarista, estos dos países no se quieren quedar atrás. Por un lado, son países del sur global, pero también son potencias nucleares. Es un título que no viene gratis”, explica el directivo de ICAN.
EE.UU. vs. Rusia
Así, no es exagerada la conclusión del SIPRI en su informe: “El mundo está a la deriva en uno de los períodos más peligrosos de la historia de la humanidad”. Y la guerra en Ucrania está siendo un acontecimiento clave en estas lúgubres proyecciones.
Si ya las relaciones entre Washington y Moscú se habían deteriorado en los últimos años, ahora están en sus niveles más bajos en lo que va del siglo XXI, y esto está repercutiendo en el futuro nuclear.
En febrero, Vladimir Putin suspendió la participación de su país en el tratado de control de armas Nuevo START, suscrito entre Rusia y Estados Unidos, y que era el único que quedaba en vigor para la reducción del arsenal nuclear.
“Esto puede ser peligroso, porque va a aumentar la desconfianza entre ambos países, y los va a hacer buscar nuevos avances nucleares, pues una de las cosas que más se teme en el ámbito nuclear es que una de las grandes potencias logre súbitamente un avance mayor que le pueda permitir lanzar un ataque nuclear con mucha ventaja sobre el otro”, reflexiona Heimovits.
“Al desmarcarse Rusia del Nuevo START se pierden los ligeros controles que había, pues ya no hay medidas que ayuden a frenar esta escalada armamentística nuclear. Por lo menos antes había un freno de mano, y eso también lo estamos perdiendo”, advierte Umaña.
El propio Dan Smith, de SIPRI, lanzó a la prensa mundial esta preocupación al señalar que hay “una necesidad urgente de restaurar la diplomacia nuclear y reforzar los controles internacionales”, pues en un contexto de tensión máxima los riesgos de falsas alarmas, errores de cálculo y accidentes son sumamente altos.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el mundo siempre ha vivido pendiendo de un hilo de que no se desate otra detonación nuclear. Pero en el camino, las armas se han vuelto más sofisticadas y letales, y los presupuestos siguen aumentando solo con el objetivo de advertir al resto del planeta que en cualquier momento ese botón rojo se puede presionar.
Carlos Umaña
Miembro de ICAN
No existen las manos correctas para las armas incorrectas. No hay manos responsables en torno a las armas nucleares.
La guerra en Ucrania ha suscitado un aumento de la militarización a nivel mundial, que ha llevado a un aumento en el presupuesto militar de muchos países, sobre todo de los miembros de la OTAN.
Y la insistencia de Rusia de hablar de su arsenal nuclear en el contexto de la guerra, y luego del bloque occidental (donde está Estados Unidos y la OTAN) de insistir con la disuasión nuclear como retaliación a esta retórica, hace que los otros países y el complejo militar industrial quiera seguir invirtiendo en armas nucleares.
Es como jugar a quién saca más pecho, y en ese juego están los demás países nucleares y todo el complejo militar a nivel mundial.