(Foto: Eduardo Cavero/El Comercio)
(Foto: Eduardo Cavero/El Comercio)
Renzo Giner Vásquez

Nací en Madrid hace 64 años. Fui jefe del Gobierno Español de 1996 al 2004 y presidí el Partido Popular entre 1990 y el 2004. La firma de abogados de la que soy director abrió en el Perú la oficina DLA Piper Pizarro, Botto & Escobar.


José María Aznar llegó a Lima para celebrar la inauguración de una oficina del bufete de abogados DLA Piper en el Perú. Conversamos con este defensor del libre mercado y enemigo del proteccionismo en medio de una ola creciente de populismo.

—¿Por qué se ha generado este fenómeno populista?
Es consecuencia de desajustes institucionales, de la revolución tecnológica que cambia las estructuras geopolíticas, de crisis económicas y de corrupción que dañan a las clases medias. Todo eso produce una desafección de ciertas capas de la población respecto a los sistemas institucionales y las democracias liberales.

—¿Los partidos no han sabido evolucionar?
O no lo suficiente. Todo el mundo está sujeto a grandes transformaciones de forma vertiginosa. Quien tenga más condiciones de adaptabilidad tendrá mejor futuro. El problema está en que hay que hacerlo sin renunciar a los conceptos básicos de la democracia liberal [...] Ahora se da mucho lo que los norteamericanos llaman “power without purpose” [poder sin propósito]. Nosotros [cuando era presidente del Gobierno] no teníamos la ambición de estar sino de hacer, transformar, crear.

—¿Qué opina de una figura como la de Donald Trump?
Trump es consecuencia de la época que vivimos, de los cambios políticos y sociales, de muchos fracasos acumulados por la administración Obama. Sinceramente, no es el tipo de respuesta que a mí me gusta, no creo que el nacionalismo ni el proteccionismo sean la respuesta. EE.UU. tiene un papel fundamental en el mundo para garantizar la estabilidad, pero necesita sólidos aliados.

—Durante su gobierno, España apoyó las operaciones de EE.UU. en Iraq. ¿Tiene alguna autocrítica?
Yo no tengo por qué arrepentirme de defender los intereses nacionales de España.

—Se dice que esa intervención propició la aparición del Estado Islámico (EI).
Yo no lo creo. El problema que vivimos ahora no fue causa de la intervención, sino de la retirada precipitada de tropas. El EI no existía y Al Qaeda estaba derrotado en el 2008, la retirada precipitada de Iraq dio lugar al nacimiento del EI. Eso se agravó con las imprecisiones de la administración Obama. Luego, evidentemente, hay otros actos que lo complican más, como la intervención en Libia. No es históricamente razonable decir que la causa [del yihadismo actual] fue la intervención del 2003.

—Hablemos de Latinoamérica. ¿Qué cambios nota en los últimos años?
Hay una mejora en gobernabilidad e institucionalidad en la mayoría de países. En los 10 últimos años más de 70 millones de latinos han salido de la pobreza. El problema es que se vivió más de una década de crecimiento muy fuerte y ahora es más lento. Es importante continuar el proceso de reformas económicas y adaptación.

—Quizá algo que no cambió es la corrupción…
Ese es un problema en todo el mundo. Antes, cuando se hablaba de populismo se miraba a Latinoamérica, ahora puedes mirar a EE.UU., Europa, muchos sitios. Con la corrupción pasa lo mismo. Lo más grave es cuando la corrupción forma parte de los entramados institucionales. Lo que pasó en Latinoamérica con casos como el de Odebrecht es muy preocupante y hace mucho daño.

—Su mandato coincidió con los gobiernos de Alberto Fujimori y Alejandro Toledo . El primero está preso, el segundo es buscado por la justicia...
Digamos que ahora me llevo muy bien con el presidente Kuczynski. A quien le deseo mucho éxito. Hablamos con mucha frecuencia.

—¿Alguna receta para el choque entre el Legislativo y el Ejecutivo en el Perú?
No conozco el detalle y no quiero opinar en cuestiones de política peruana. Los poderes del Estado siempre tienen momentos de tensión.

—Sobre Venezuela, ¿en algún momento avizoró la situación actual?
Una parte importante del legado latinoamericano de la administración Obama ha sido el reconocimiento diplomático de Cuba sin condiciones, legitimando a Castro; el apoyo en las negociaciones con los terroristas y guerrilleros de las FARC; y el mantenimiento del régimen de Maduro. Las tres van unidas. No me opongo al restablecimiento de relaciones con Cuba, pero sí a que se haya hecho sin condiciones. Hay partes del acuerdo en Colombia que considero altamente preocupantes. Y, desde luego, creo que el régimen de Maduro es una dictadura absolutamente opresora, que está asesinando a los venezolanos y que si no termina rápidamente está en riesgo de convertirse en Cuba.

—Ud. criticó la mediación de Rodríguez Zapatero y el Vaticano en la crisis.
La intervención de los presidentes Zapatero, Torrijos y Fernández a través de Unasur, en acuerdo con el Vaticano y probablemente una parte del Departamento de Estado, ha sido una acción destinada a consolidar el régimen de Maduro. Es enormemente negativa. Afortunadamente, parece que el Vaticano ha cambiado de posición y hay algunos gestos de EE.UU. que aún no se consolidan en una política activa, pero espero que así sea.

—¿Qué solución ve?
Creo que la única es que los demócratas que están en la calle derriben al régimen.

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