El mensaje de alerta en mi celular cuando iba en tren al trabajo produjo escalofríos en mi espalda. Era imposible no sentir el corazón destrozado por lo que parecía un terrible final para la espectacular campaña del Chapecoense en la Copa Sudamericana.
Apenas unos días antes, yo había sido una de las muchas personas que compartieron en redes las celebraciones jubilosas de los jugadores del equipo, tras vencer a San Lorenzo de Argentina en las semifinales.
Minutos después de esa primera alerta el martes por la mañana, las noticias fueron mucho peores: el avión en el que viajaban se estrelló en Medellín, Colombia. Murieron 71 personas, sólo 6 sobrevivieron.
Varios de los periodistas con quienes tuve el placer de trabajar estaban a bordo, y sus nombres aparecían en la lista de muertos.
Entre ellos el comentarista de Fox Sports Paulo Julio Clement, un hombre cuya mentoría acepté con gratitud cuando comencé mi carrera de periodista en 1995.
Esa amistad trajo aún más cerca de mi corazón esa dura noticia. Durante el día fue un desafío lograr trabajar sin que me quebraran las emociones.
Paulo Julio me enseñó a no dejarme impresionar por mi ídolos. Soy un gran aficionado del club Flamengo y él fue el primero en hacerme ver que trabajar con esas estrellas no era pan comido.
Era una persona divertida, muy irónica. Yo tenía 21 años y trabajaba en una redacción con periodistas premiados. Pero tanto Paulo Julio como los otros me trataron siempre de igual a igual.
La última vez que hablé con él fue hace dos semanas, cuando intercambiamos opiniones sobre Fernandinho, el centrocampista del Manchester City.
En cuanto al club Chapecoense de Brasil, sus jugadores dieron alegría a los brasileños en momentos en que el país está dividido por la crisis política y económica. Parecía que el club se había convertido en el segundo equipo favorito de todos en Brasil.
En esta época de redes sociales, la gente se conectó a la tragedia de Medellín en una forma que habría sido impensable para un equipo menor hace unos años.
Los tributos llegaron también desde otros clubes más ricos y famosos, como el Manchester United, que también sufrió en forma similar una pérdida devastadora.
Se dice que el rival del Chapecoense en la final de la Copa Sudamericana, el Atlético Nacional de Medellín, pidió que el trofeo sea concedido al club brasileño.
Esa solicitud, y el hecho de que el Chapecoense no sólo despertó pasiones sino que demostró un fútbol aguerrido, significa que en este caso las reglas no se aplican.
Los jugadores del Chapecoense ganaron mucho más que un trofeo.
Que las 71 personas fallecidas descansen en paz.
Autor: Fernando Duarte/BBC
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