Doscientos años atrás, la proclamación de la independencia del Perú se enmarcaba en un mundo complejo y agitado. A la par de un proceso de revoluciones liberales en América se afianzaba el liderazgo de cinco potencias, entre las que Inglaterra tenía un peso cada vez mayor. También en 1821, exactamente el 5 de mayo, Napoleón Bonaparte moría en su exilio en la isla de Santa Elena, como rehén de los británicos.
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Para comprender el mundo en esos tiempos es importante recordar cómo había cambiado el mapa de Europa para ese entonces y tener claros acontecimientos como las guerras napoleónicas (1808-1815), la creación de la Constitución española de Cádiz (1812) o la celebración del Congreso de Viena (1815).
Con ese fin, El Comercio conversó con el historiador Héctor López Martínez, quien pone en perspectiva los acontecimientos claves que coincidieron con nuestra proclamación de independencia.
—Para 1821 las revoluciones de independencia de las colonias españolas se sucedían en Latinoamérica. ¿Qué tenemos que saber para entender cómo llegamos hasta aquí?
El mundo en 1821 venía siendo consecuencia de las grandes convulsiones que había sufrido Europa. Como un punto de partida, como un preámbulo necesario que mencionar, está la revolución francesa. En 1791 se va a dar la primera Constitución francesa que será tomada después como modelo no solamente por la Constitución española de Cádiz de 1812, sino también por las constituciones que adopten los países que van obteniendo su independencia posteriormente.
Napoleón Bonaparte había deshecho por completo el mapa de Europa, en su deseo de expansión había terminado combatiendo con todos los imperios tradicionales de ese entonces. Se puede decir que, para nuestro caso, para el caso de América, y concretamente para el Perú, su invasión de España en 1808, así como la resistencia que le impone España y la formación de juntas, va a tener posteriores consecuencias que vamos a vivir en la década previa a la de 1820 y luego posteriormente.
—¿Cómo quedó Europa tras las invasiones napoleónicas?
Napoleón ha deshecho el mapa europeo y es necesario restablecerlo o rehacerlo. Esto va a tener lugar en el Congreso de Viena, que tiene lugar en 1815. Se trata de un congreso en el que se reúnen las grandes potencias, que en ese momento van a ser Austria, Prusia, Gran Bretaña, Rusia y también se incorpora Francia, que, aunque había estado siendo gobernada por Napoleón ha vuelto a tener su monarquía tradicional con Luis XVIII. Es muy importante todo esto porque a raíz de la derrota de Francia se va a formar lo que vendría a ser una pentarquía, las cinco grandes potencias.
También surge algo que no se había visto hasta entonces: ya no se busca el arreglo entre dos monarcas o entre dos países. En el Congreso de Viena nacen las reuniones de los países que tienen cosas en común que discutir, que discernir, que solucionar. De este Congreso de Viena de 1815 van a salir tres principios que van a proyectarse para Europa, que en ese momento era el continente más importante del mundo.
—¿En qué consisten esos principios?
El primero es el principio de legalidad, que implica que los reinos sean gobernados por quienes realmente han estado al frente de ellos antes de Napoleón. El segundo principio va a ser el del equilibrio, se busca ya no que haya una potencia hegemónica. Con Napoleón, Francia llegó a ser en un momento la gran potencia que arrolla a Europa. Los presentes en el Congreso de Viena dicen que eso ya no se puede ni se debe repetir. El tercer principio es el de la intervención, consiste en que cuando se vea que en alguno de los países el gobierno monárquico está en problemas por acción de revoluciones, los miembros de este congreso tienen la obligación de intervenir para que el monarca legítimo deje de tener problemas. Como resultado de esto el mapa de Europa va a volver a ser el que era en 1792 con algunas pequeñas modificaciones.
—¿Qué pasa cuando se inician las revoluciones liberales?
Llegamos al año 1820 y se inicia lo que se ha llamado el ciclo de las revoluciones. ¿Por qué ese nombre? Porque a partir de 1815, que terminan las guerras napoleónicas, no hay muchos militares, casi todos los reinos están sin trabajo, algunos sin reserva de ejércitos, sin dinero. Entonces esta gente comienza a conspirar, comienza a ver cómo consigue una parcelita, algo de poder. Es la época en que se contratan soldados y marinos para la independencia de América.
Ahí va a ser muy importante Bolívar, que forma una legión extranjera compuesta principalmente por soldados ingleses. La legión extranjera va a tener buenos resultados, los europeos vienen a América. Este es un aporte muy interesante. En la Carta de Jamaica, Bolívar tiene una visión muy importante respecto al futuro, se van a independizar de España los pueblos de América, pero cuál va a ser el futuro y entonces él piensa que el comercio con Inglaterra puede ser la gran solución. Por eso él va a cultivar mucho la conexión con el gobierno inglés al margen de estas contrataciones de soldados. Lo propio harán San Martín y O’Higgins.
—¿Cómo lo hicieron?
Para la expedición libertadora del Perú compran barcos de Europa, algunos de Estados Unidos, pero toda la oficialidad de los barcos que van a venir a la expedición libertadora es inglesa, también hay algunos irlandeses y escoceses, entre todos ellos destaca lord Cochrane, quien va a ser el jefe de la escuadra. Era un noble inglés con alma de pirata, era un marino de un valor extraordinario.
—¿La España de la primera parte del siglo XIX estaba totalmente debilitada tras la invasión francesa?
España estaba debilitada porque desde que se iniciaron los problemas con la Junta de Buenos Aires en 1810, cuando se crean la Junta de Caracas, la Junta de Quito, pese a que Lima sigue con los realistas -sobre todo por la firmeza del virrey Abascal-, no pueden hacerse los envíos de oro y de plata que eran absolutamente indispensables para la economía española.
Entonces, en medio de sus carencias económicas España arma una gran expedición precisamente para luchar en el norte contra la sublevación de Bolívar. Pero ya cuando el ejército está listo para embarcarse, para venir a América, ese ejército se levanta, da un golpe para que Fernando VII acepte nuevamente la Constitución de Cádiz de 1812. Se salva la independencia básicamente en ese momento. El año 1820 se estaban dando los toques finales a la expedición libertadora del Perú, se salva porque ya no va a venir ningún auxilio militar para las guerras americanas.
—¿Qué pasó entonces?
Ante ese escenario a Fernando VII no le queda otra solución que aceptar la Constitución de Cádiz de 1812 y se inicia lo que se llama el trienio liberal que va de 1820 a 1823. ¿Qué es lo que pasa después? En el año 1824 como existe, a consecuencia del Congreso de Viena, el principio de la intervención, un ejército francés de 100 mil hombres va a entrar a España y finalmente consigue que Fernando VII siga gobernando ya al margen de la Constitución liberal, entonces sigue gobernando como soberano absolutista.
Otro acontecimiento a considerar es la muerte de Napoleón Bonaparte ya en 1821 en la isla de Santa Elena. Otro aspecto notable es el hecho de que en 1821 en Europa manda la pentarquía, los imperios de Austria, Prusia, Rusia, Gran Bretaña y Francia.
—¿Es esta pentarquía es la que domina el mundo en 1821?
Sí. Pero surgen problemas porque a Inglaterra le interesaba mucho la independencia de América porque América independiente se iba a convertir en un excelente mercado para sus productos. Entonces ahí no estaba en consonancia con los demás.
Aquí viene otro fenómeno que en la historia universal se conoce como el cierre de la frontera. El Atlántico ha sido la vía con la cual se ha comunicado Europa con América, pero todos estos problemas que han surgido en Europa y América hacen que el Atlántico esté muy poco transitado. Entonces una vez ya conseguida la independencia de las naciones de América, al margen de cualquier circunstancia, también se impone la fuerza, la idea de “yo hago las cosas porque puedo”.
Es así que Inglaterra, especialmente, gracias a su poderosa flota comienza a comerciar básicamente con Estados Unidos. También hace negocios con América, especialmente con lo que hoy es Argentina. En ese momento ya Inglaterra está teniendo un desarrollo industrial que va a ser creciente. Inglaterra recibe cantidad de insumos y materias primas de Argentina y envía productos elaborados, como lo va a ser también con todos los otros países de América que vayan consiguiendo su independencia. Por otro lado, Inglaterra se convierte también en el banco de las naciones que logran su independencia y que el gran problema que tienen es que carecen de dinero.
—Suena a que Inglaterra estaba ganando más peso entre todas las potencias…
Claro, lo que pasa es que Inglaterra juega en favor de sus propios intereses y en ese momento lo podía hacer por una razón fundamental: porque tenía el dominio del mar. Inglaterra tenía una cantidad inmensa de buques y embarcaciones, y también por una razón de carácter geográfico, siendo una isla necesitaba de transporte marítimo para conseguir todos los elementos que iban a hacer posible su éxito industrial posterior. Pero sí, Inglaterra formaba parte de la pentarquía, pero también tenía su propio juego.
Era un juego marítimo que no podía ser controlado por los otros porque no tenían esa posibilidad, podían controlar las cosas que ocurrían dentro del territorio europeo, pero lo que pasaba en el mar ya estaba fuera del alcance de las otras potencias.
—¿A nivel político en ese entonces había una disputa entre un conservadurismo absolutista contra un liberalismo?
Claro, hay un ciclo liberal que se inicia precisamente en 1820 y pone en peligro el orden que quería imponer el Congreso de Viena. En Europa lo consiguen controlar en función al principio de la intervención, pero muchos países tuvieron problemas de rebeliones liberales. Las ideas liberales tuvieron un desenvolvimiento mucho más importante y van a desarrollarse y a transmitirse a todos los países europeos y también llegan a América. En ese sentido, el liberalismo está presente pero no tiene la fuerza militar que sí tiene la pentarquía y de esa manera muchos de sus deseos no llegaron a buen término, por ejemplo, el trienio liberal de España duró eso, solo tres años porque interviene Francia y devuelve al país al absolutismo con Fernando VII.
—¿Y qué pasaba en otras partes del planeta en ese entonces? ¿Cómo estaban Asia y África?
China, que era la gran potencia de Asia, estaba dividida desde hace bastante tiempo atrás entre las grandes potencias, básicamente entre Inglaterra y Francia, también había intervenido Estados Unidos. Ya en épocas muy posteriores en 1846 va a tener lugar la degradante guerra del opio que va a agobiar al pueblo chino durante mucho tiempo. Es la prepotencia europea la que también juega en esos tiempos.
Lo mismo pasaba en África. El mundo estaba repartido entre las potencias, era la época del colonialismo. África estaba repartida prácticamente entre Inglaterra y Francia, había una pequeña porción de Alemania. Portugal, siendo un país pequeño, tenía dos grandes territorios muy ricos, España también tenía algo. Es decir, el mundo europeo se había adueñado del continente africano y del asiático y económicamente lo va a hacer con el mundo americano o lo que había sido el mundo hispanoamericano.
—¿Después de 1821 qué acontecimientos importantes están por venir?
La revolución de 1830 de Francia a nivel político, que ya es un llamado dramático contra la industrialización que hace la riqueza de unos pocos y que obliga a la miseria a una inmensa mayoría de obreros. Vendrá luego la revolución de 1848, surge la revolución industrial básicamente en Inglaterra y de esta manera tendremos también otros acontecimientos importantes derivados de eso, pero ya en décadas posteriores. Vendrá las unificaciones de Italia y Alemania, la separación del imperio austrohúngaro, habrá nuevas conformaciones del mapa. Pero no hay que olvidar que el colonialismo europeo en África y en Asia perdura hasta la segunda guerra mundial.
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