El emir de Qatar Tamim Bin Hamad al Zani fue recibido el martes por el presidente del Perú Martín Vizcarra. (Reuters).
El emir de Qatar Tamim Bin Hamad al Zani fue recibido el martes por el presidente del Perú Martín Vizcarra. (Reuters).
Francisco Carrión

El emir de Tamim Bin Hamad al Zani, de 38 años, ha desembarcado en América Latina. Un viaje oficial por Ecuador, Argentina y Paraguay, que también incluye al Perú.

El mandatario del país más rico del mundo, con el mayor PBI por habitante, busca hilvanar nuevas alianzas políticas, diplomáticas y financieras con el trasfondo del bloqueo terrestre, marítimo y aéreo que sufre el emirato desde junio del 2017. Fue entonces cuando sus vecinos Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin anunciaron la ruptura diplomática.

El cuarteto acusó a Doha de inmiscuirse en los asuntos internos de las naciones vecinas y financiar el terrorismo, cargos que el emirato ha negado. En este lapso, Al Zani no ha cedido ni un milímetro a las 13 demandas de sus vecinos, entre ellas, el cierre de la televisión Al Yazira, la clausura de la base militar turca en suelo qatarí o el fin de su respaldo a los Hermanos Musulmanes y sus relaciones con Irán, con la que comparte un cotizado yacimiento de gas.

“Los qataríes han demostrado resiliencia y una gran dosis de pragmatismo para adaptarse rápidamente a la nueva realidad y establecer acuerdos comerciales y logísticos alternativos que han reducido al mínimo, pero no eliminado, el coste de la crisis”, relata a El Comercio Kristian Ulrichsen, experto en Qatar de la Universidad de Washington.

AFP
AFP

–Juego geopolítico–

La mayor trifulca en la historia reciente del golfo Pérsico ha pasado factura a este pequeño emirato, con una superficie similar al departamento de Lambayeque. El gasto estatal y la inflación han aumentado el precio del transporte, los alimentos y la construcción. La compañía estatal Qatar Airways ya tiene números rojos y el gobierno ha tenido que recurrir a la autoridad de inversiones, con más de US$300.000 millones en activos, para compensar las pérdidas.

En junio, sin ir más lejos, la estatal Qatar Petroleum, el mayor suministrador de gas natural licuado del planeta, acordó adquirir un 30% de las acciones de las filiales argentinas de Exxon Mobil. A lo largo de este año, la economía ha registrado signos de mejora tras un 2017 en el que su crecimiento fue el más débil desde 1994. Le favorecen el aumento de los precios del petróleo, las reformas económicas y el ‘boom’ de las infraestructuras para el Mundial de Fútbol del 2022.

“El bloqueo ha tenido un coste financiero para el país, pero el Estado lo ha hecho bien teniendo en cuenta la sorpresa y las dificultades”, confirma a este Diario David Roberts, investigador del King’s College de Londres y autor de “Qatar, garantizando las ambiciones globales de una ciudad Estado”.

AFP.
AFP.

En cambio, el cuarteto que impulsó el embargo ha fracasado en sus objetivos. “No ha logrado convencer a ningún país importante y tampoco ha conseguido doblegar a Qatar”. Desde el minuto cero del bloqueo, los dos príncipes herederos de Arabia Saudí y Emiratos, Mohamed Bin Salman y Mohamed Bin Zayed, cometieron un error de cálculo. “El embargo fue lanzado sobre la aparente suposición de que la administración Trump lo respaldaría y que la política estadounidense se alinearía para aislar a Qatar. Es un plan que ha fallado. Los intereses y contactos de saudíes y emiratíes con miembros de la administración estadounidense en los meses previos a la crisis están ahora bajo un intenso escrutinio”, esboza Ulrichsen. “El error de cálculo más importante fue pensar que si lograban ganarse el favor del presidente, también obtendrían el del resto del Gobierno Estadounidense. Subestimaron la fortaleza de las instituciones estadounidenses y la influencia de la Casa Blanca en esta atípica presidencia”, agrega.

Entre otras cuestiones, ha pesado la obviedad de que Doha alberga la mayor base aérea estadounidense en la región desde la que durante los últimos años han partido los aviones que bombardearon Siria e Iraq.

Reuters
Reuters

–Un nuevo destino–

La llegada del emir al Perú es parte del esfuerzo extra para suplir las pérdidas causadas por el aislamiento regional. Un movimiento que ya inauguró el 2017 en sendas giras por África y Asia, y que este año le ha llevado a aumentar sus inversiones en Alemania. Ayer fue recibido por el presidente Martín Vizcarra y suscribió con él varios acuerdos económicos y comerciales.

El porvenir resulta más incierto e imprevisible en la trinchera rival. Arabia Saudí, por ejemplo, se halla en pleno proceso de transformación. El príncipe heredero activó un paquete de reformas económicas y sociales forzado por la adicción del país al petróleo y con la oposición de los sectores más recalcitrantes del reino. Su meteórico ascenso al trono también suscitó malestar entre algunas ramas de la vasta familia real añadiendo incertidumbre a su estrategia.

El litigio entre Qatar y sus vecinos está, no obstante, lejos de resolverse. “No hay ninguna señal de acercamiento. Deberíamos medir la crisis en años, nunca en meses”, subraya Roberts. “El conflicto será tan perturbador y decisivo como lo fue la invasión y ocupación de Kuwait por Sadam Husein en 1990. Un acontecimiento cuyas repercusiones sociales y físicas pervivirán durante años”, estima Ulrichsen.

Contenido sugerido

Contenido GEC