Los cambios cosméticos que traen los Papas a Cuba
Los cambios cosméticos que traen los Papas a Cuba

Regina Coyula
Especial para BBC Mundo

No olvido la visita de Juan Pablo II a Cuba. Nadie parecía recordar que 30 años atrás se escondieron las imágenes en el clóset y las iglesias quedaron vacías cuando por decreto los cubanos iban a construir una sociedad atea.

Entre la fervorosa feligresía congregada en la Plaza de la Revolución se escucharon con fuerza clamores de libertad y el recordatorio, más al gobierno que a la Iglesia, de que Cuba nunca había dejado de ser cristiana.

1998 era un año tremendo. Nos encontrábamos en el fondo de la profunda crisis económica conocida por Período Especial y, como se dice por acá, a muchos cubanos les daba lo mismo un escándalo que un homenaje.

Así fue la misa celebrada en Santa Clara, Cuba, para la visita papal de 1998. (Foto: AP)

Así fue la misa celebrada en Santa Clara, Cuba, para la visita papal de 1998. (Foto: AP)

No importaban aquellos señores que no oraban, ni cantaban, ni aplaudían y mostraban entre sí un aire amenazante y familiar.

El clamor se escuchó y sentada frente al televisor pude identificarlo. Tampoco olvido de aquel viaje la homilía de monseñor Meurice en la misa de Santiago de Cuba.

Por primera vez se escuchó en una tribuna pública una crítica frontal y sin afeites al gobierno.

Ningún cubano ha olvidado la frase de Juan Pablo: "Que Cuba se abra al mundo para que el mundo se abra a Cuba".

¿Qué más? Arreglos viales, pintura de fachadas, recuperación luego de más de 30 años del feriado de Navidad.

Ni escuelas católicas, ni espacios en los medios, ni evangelización más allá del templo. Una cosecha magra en verdad.

La visita del Papa Ratzinger en el 2012 la viví en primera persona, pero la recuerdo desleída.

De su misa en la Avenida del Puerto me queda el fervor de los fieles al paso de la Virgen de la Caridad y la unción con que oraron. No recuerdo una sola palabra de las homilías.

Muy hermosos y bien ensayados los coros que acompañaron la liturgia. En esa misa no hubo gritos de libertad y hubiera sido la visita más aburrida de no ser por un combativo camillero de la Cruz Roja que la emprendió a camillazos contra un "salido del plato" en Santiago de Cuba.

¿Qué más? Arreglos viales, pintura de fachadas.

¡Ah! La detención de un grupo de disidentes y la incomunicación de casi todos al cortarles el servicio telefónico, cortesía de la única empresa de telecomunicaciones, propiedad estatal.

(Foto: Getty Images)

(Foto: Getty Images)

Ahora en el 2015 nos llega el Papa Francisco, precedido en lo personal por el aire de familia de ser latinoamericano, y en lo político, por haber mediado en secreto en el parto de las relaciones con Estado Unidos.

No sé si alguien aun crea en milagros papales respecto a nosotros. A diferencia de su antecesor, llega en un momento en que Cuba se apresta a un cambio generacional que traerá como cola un cambio sistémico.

Un proyecto agotado en sí mismo que en el camino agotó también la capacidad de los ciudadanos para imaginar prosperidad al pausado paso de la llamada "actualización del modelo".

Francisco en su apretada agenda visitará la iglesia jesuita de la calle Reina. Una febril actividad se desarrolla en sus alrededores.

La piedra de la iglesia se ha blanqueado con chorros de vapor, han pintado la fachada de los edificios entre las calles Belascoaín y Galiano; han pavimentado la calle y ayer miércoles fundían nuevas aceras.

Como ya se ve, arreglos viales, pintura de fachadas…

No creo que tan esmerada escenografía confunda al Papa. Nada como vivir una dictadura para reconocerlas. Y este Papa es argentino.

Regina Coyula es bloguera, activista de derechos humanos y crítica del gobierno cubano. Aunque reniega de las etiquetas, es considerada "disidente" en su barrio, por decir y escribir lo que piensa. Ella se considera una ciudadana crítica sin afiliación política.

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