El gobierno de la República Popular China lo ha dicho durante décadas: Taiwán es parte de su territorio y no permitirá ningún atisbo de independencia de la isla, que se gobierna de manera autónoma desde 1949. Para Beijing, el ‘asunto de Taiwán’ es un tema interno en el que otros países no tienen por qué inmiscuirse.
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Pero en los últimos años, sobre todo desde la llegada al poder de Xi Jinping y la elección en Taiwán de la presidenta nacionalista Tsai Ing-wen, esta afirmación se hace con más frecuencia y de manera más contundente. Y así lo demuestran los dos ejercicios militares realizados con apenas nueve meses de diferencia. Una demostración de poderío bélico y advertencia hacia cualquier acción que los contradiga.
En agosto pasado, los ejercicios se realizaron tras la visita que hizo a la isla la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, que mortificó mucho a Beijing pues se trataba de la tercera autoridad política más importante del país y quien no dudó en desafiar al régimen chino.
El sábado pasado, la operación Espada Conjunta se llevó a cabo durante cuatro días y se propició tras la reunión que sostuvo la presidenta Tsai con el actual jefe de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, en una escala que realizó la mandataria en Los Ángeles. No se trató de una visita oficial, pero para China fue suficiente para desplegar otra vez sus fragatas, misiles antibuque, aviones de combate e incluso su poderoso portaaviones Shandong, que simularon ataques y el “cerco” o bloqueo de la isla en el caso de una supuesta intervención.
Así, el gigante asiático le mostró otra vez al mundo que son una potencia militar -están terceros en el ránking de Global Fire Power, después de Estados Unidos y Rusia- y que están preparados para la guerra en caso de ser necesario.
Solo el lunes, el Ministerio de Defensa de Taiwán detectó 12 buques de guerra y 91 aviones chinos alrededor de su territorio, 54 de los cuales entraron en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ), una especie de límite aéreo monitoreado por las fuerzas armadas.
Advertencia de China
“Estos ejercicios tienen una importancia política y simbólica. China está tomando una postura poderosa para demostrar que si quiere tomar Taiwán, está dispuesto a hacerlo”, comenta a El Comercio Rubens de Siquiera Duarte, analista de política internacional, especialista en seguridad y coordinador del World Political Analysis Laboratory.
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“Esto ha sido una advertencia de China y una reiteración de su determinación de que usará la fuerza si es necesario para mantener Taiwán como parte de su territorio, porque esa es una cuestión clave para ellos. Es inadmisible para el gobierno de la República Popular China que Taiwán se independice”, señala por su parte Leolino Dourado, investigador afiliado al Centro de Estudios sobre China y Asia Pacífico de la Universidad del Pacífico.
"China está tomando una postura poderosa para demostrar que si quiere tomar Taiwán, está dispuesto a hacerlo"
El experto agrega que este mensaje de fuerza tiene tres destinatarios: Taiwán, tanto sus líderes como la población, para que vean que si hubiese algún movimiento hacia la independencia enfrentarían la capacidad militar de Beijing; EE.UU. y la comunidad internacional, para mostrarles que no debe haber interferencia externa; y la población dentro de China, para que comprueben que el Partido Comunista tiene fuerza y no es vulnerable frente a movimientos de disidencia. “Esto último también es un mensaje para Hong Kong, Tíbet y Xinjiang”, agrega.
Opciones sobre la mesa
Pese a que China ha mostrado otra vez los dientes, la inminencia de una guerra aún es lejana. No obstante, las advertencias están servidas en la mesa. Que se hayan realizado dos ejercicios militares de envergadura en apenas nueve meses no es poca cosa.
“Estos ejercicios son un mensaje, no significa que haya un riesgo inminente de enfrentamiento”, prosigue Dourado. Pero apunta: “Estos constantes ejercicios militares podrían dar margen para que ocurra un error de cálculo, que sí podría escalar la tensión y desencandenar un enfrentamiento”.
De darse, efectivamente, un escenario de guerra, los taiwaneses saben que no tienen mayores opciones ante el inmenso poderío bélico que ha adquirido China en los últimos años, y solo cuentan con la promesa del apoyo que les daría Estados Unidos y algunas potencias occidentales.
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“No podemos derrotarlos, pero sí podemos negarles la posibilidad de que entren en nuestro territorio”, explicó al diario español “La Razón” el experto taiwanés Wu Tzu Li, del Institute for National Defense and Security Research (INDSR). “Los sistemas antimisiles tierra aire y aire-aire son el eje de nuestra defensa. También estamos desarrollando misiles de largo alcance, pero no porque queramos atacar a China sino para destruir sus fuentes de suministro”.
Taiwán se ha ido armando en las últimas décadas gracias a que EE.UU. es su principal proveedor de armamento. Por ejemplo, en marzo pasado, Washington aprobó una nueva venta de armas por 619 millones de dólares.
De otro lado, Taiwán es un importante proveedor de tecnología para Estados Unidos, que incluso es utilizada en la industria militar.
1949-1950
Tras la fundación de la República Popular de China por Mao Zedog, los nacionalistas del Kuomintang, encabezados por Chiang Kai-shek, se repliegen a Taiwán y forman un gobierno propio. En 1950 la isla se convierte en aliada de EE.UU.
1971-1979
El 5 de octubre de 1971, China reemplaza a Taiwán en la ONU y ocupa un lugar permanente en el Consejo de Seguridad. En 1979, EE.UU. rompe sus relaciones diplomáticas con Taiwán y reconoce a Beijing, pero sigue siendo aliado de la isla.
1987-1995
En 1987, Taiwán autoriza viajes a China continental para reuniones familiares y abre la vía para intercambios comerciales. Pero en 1995, China suspende negociaciones de normalización en protesta por un viaje del presidente de Taiwán a EE.UU.
2008-2015
En el 2008, China y Taiwán reanudan el diálogo suspendido en 1995. En el 2010, firman un acuerdo de cooperación económica. El 7 de noviembre de 2015, los presidentes chino y taiwanés se entrevistan en Singapur por primera vez desde la separación.
2016
Las tensiones aumentan tras la elección de Tsai Ing-wen como presidenta, cuyo partido político es favorable a la independencia.
2019
El presidente de China, Xi Jinping, afirma que no renunciará a la fuerza para recuperar Taiwán y advierte a Washington del riesgo de "jugar con fuego" tras una nueva venta de armas a la isla.
2021
En un lapso de 10 meses, más de 600 aviones chinos fueron detectados en la zona de identificación de defensa aérea (Adiz) de Taiwán. En octubre, el presidente Joe Biden afirma que su país está dispuesto a defender militarmente a Taiwán en caso de ataque chino.
2022
La entonces presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, visita Taiwán, pese a las advertencias de Beijing. Ante ello, China lanza sus ejercicios militares más importantes en la zona hasta la fecha, que incluyen el despliegue de cazas y buques de guerra y el disparo de misiles balísticos.
Un actor clave
Justamente, el papel de Washington es de un crucial malabarismo, pues mantiene relaciones diplomáticas con Beijing, no reconoce la independencia de Taiwán, pero sabe que la isla es un punto estratégico y de presión en el Asia-Pacífico y que cada acción suya provoca cualquier molestia en el régimen comunista.
“Taiwán está en el medio de una disputa geopolítica entre Estados Unidos y China. Si bien, EE.UU. no reconoce a Taiwán como país independiente, apoyan su autonomía”, explica Duarte. “EE.UU. quiere que Taiwán se mantenga como está actualmente, esa es una cuestión fundamental para ellos, pues es un aliado clave en el Pacífico, porque supone una barrera geopolítica para contener a China”, añade.
“Si China es tomada por Taiwán significaría que Estados Unidos perdería su influencia en el Asia Pacífico, porque eso andan cautos y, a la vez, apoyando la autonomía de la isla”, señala Duarte.
Sin embargo, pese a la importancia de la isla, ninguna potencia occidental se atreve a cuestionar la política de “una sola China”, un asunto crucial para Beijing. “Por más que Taiwán tenga una importancia geoestratégica en el Asia Pacífico no se compara con la importancia de China continental, que es la segunda mayor economía del mundo”, explica Dourado. Y eso lo saben los líderes mundiales, que no se atreven a cruzar la delgada línea respecto a la situación de la isla, no importa que China sea la principal preocupación de Estados Unidos y sus aliados.
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