Conciertos sin distancia social: Las elocuentes cifras que muestran el posible retorno a los eventos masivos

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Pese a que, a nivel global, los casos de COVID-19 no bajan, algunos experimentos podrían permitirnos regresar, aunque sea temporalmente, a nuestra vieja normalidad.

Es el caso del ensayo que se hizo en Barcelona el pasado 27 de marzo cuando se realizó un concierto al que asistieron 5 mil personas. ¿El resultado? Solo seis casos positivos y cuatro de ellos contagiados después del evento. Una cifra esperanzadora que muestra que sí podría haber luz al final del túnel.

¿Qué protocolos se siguieron y en qué otros países los eventos masivos ya son una realidad?

Barcelona: Ensayo a gran escala

El 27 de marzo pasado 5 mil personas se reunieron en el Palau Sant Jordi de Barcelona para asistir al concierto de la banda Love of Lesbian. Los asistentes habían aceptado ser parte de un ensayo autorizado por las autoridades catalanas y supervisado por los médicos.

Los requisitos no eran complicados: todos debían someterse previamente a una prueba de antígenos y dar negativo, y usar mascarillas FFP2 (la nomenclatura europea de las KN95). ¿Estar a dos metros de distancia uno de los otros? En absoluto. ¿No poder abrir la boca para cantar? De ninguna manera.

La iniciativa organizada por Festivals x la Cultura Segura y la promotora The Project, con el fin de retomar los eventos masivos y reactivar una de las industrias más golpeadas por la pandemia a nivel global, arrojó este martes sus resultados. De los 5 mil asistentes, solo 6 dieron positivo. De ellos, cuatro se contagiaron después del evento. De los otros dos se desconoce el origen de la infección, pero demuestran que el concierto no fue un evento superpropagador y apuntan que, con ciertos requisitos, los espectáculos masivos podrían retomarse.

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“No hay ninguna señal que sugiera que se produjo una transmisión dentro del evento”, dijo en conferencia de prensa Josep Maria Llibre, médico del hospital catalán Germans Trias i Pujol. “Con ventilación optimizada, prueba de antígenos y uso de mascarilla se puede garantizar un espacio seguro”. Ciertamente, para el ensayo, el recinto reforzó su sistema de renovación de aire, hubo puntos para abastecer alcohol en gel y control de la multitud en baños y otros espacios comunes.

De acuerdo con el doctor Llibre, las seis infecciones son menores al contagio promedio de Barcelona en el día del concierto. Agregó que los seis se pueden extrapolar a una incidencia de 131 casos por 100.000 personas cuando el conteo en la ciudad en ese mismo período era de 260 casos por 100.000 habitantes.

“Se puede decir que el día del concierto fue más seguro estar dentro del Palau Sant Jordi que fuera de él”, sentenció.

“La desescalada es posible y combinar seguridad con actividad económica va a ser realidad”, manifestó por su parte el teniente alcalde de Barcelona, Jaume Collboni.

El objetivo de este ensayo, así como otro que se realizó a menor escala en diciembre pasado, con 500 asistentes, es demostrar que se pueden retomar los conciertos masivos en el próximo verano europeo.

“De vuelta a la vida” en los Países Bajos

Durante febrero y marzo, el gobierno de los Países Bajos autorizó una decena de eventos masivos como parte del proyecto Field Lab, experimentos organizados conjuntamente con los sectores culturales del país y monitoreados por expertos en salud. El objetivo era verificar la incidencia de contagios en este tipo de espectáculos y cómo pueden garantizarse su realización durante la pandemia.

Uno de ellos se llevó a cabo a fines de marzo en la pequeña localidad de Biddinghuizen. El evento se llamó Back to Life Festival (Festival “De Vuelta a la Vida”) y convocó a 1.500 personas, quienes para asistir debían dar negativo en pruebas PCR y colocarse dispositivos electrónicos que facilitaran su rastreo después del concierto. Las mascarillas no eran obligatorias.

“Es como un sueño donde todo está permitido de nuevo”, contó a CNN Vivan Nagelkerke, de 26 años, quien asistió al concierto con un amigo.

En otro de los eventos organizados y monitoreados por los organizadores, los participantes se dividieron en seis grupos, cada uno con sus propias reglas. Los de un grupo tenían que usar mascarillas; a los de otro se les permitió moverse libremente sin necesidad de respetar la distancia social.

Los organizadores pidieron a los asistentes que limitaran el contacto con personas vulnerables en los días posteriores al evento, y fueron evaluados cinco días después de haber participado de los ensayos.

“De las más de 6.000 personas que asistieron hasta ahora, solo encontramos cinco que podrían haber sido infectadas durante o alrededor del momento de los eventos”, comentó Andreas Voss, profesor de control de infecciones en la Radboud University, uno de los estudiosos, según detalla la Deutsche Welle.

Si bien aún no se han publicado resultados concluyentes, Voss dijo que al comparar los datos de los asistentes a los conciertos con los de la población general, se podría señalar que asistir a un evento bien regulado, dividido en burbujas, con una prueba de PCR negativa, es menos arriesgado que llevar a cabo una vida diaria normal en los Países Bajos.

“Ciertamente tenemos resultados prometedores, que muestran que en muchas de las situaciones que creamos, el riesgo durante la situación especial fue menor o igual al de casa”, expresó.

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La anticipación de Nueva Zelanda

El caso de Nueva Zelanda es distinto. En uno de los países que pudo controlar de manera efectiva y temprana la pandemia, el coronavirus casi quedó en el olvido. Por eso, el sábado pasado, Auckland se dio el lujo de convocar a 50 mil personas en el concierto de la banda Six60.

Así, sin distancia social ni mascarillas, los asistentes pudieron disfrutar del concierto, considerado el más grande del mundo desde que comenzó la pandemia.

Matiu Walters, el cantante principal, dijo que quieren desesperadamente que sus amigos músicos de todo el mundo puedan volver a tocar en vivo. “Sabemos lo que es estar encerrado. Apestaba. Y no sabíamos si podríamos volver a tocar en conciertos “, dijo en una entrevista antes del show. “Pero somos afortunados, por alguna razón, aquí en Nueva Zelanda”.

El país gobernado por Jacinda Ardern solo ha contabilizado 2.600 contagios y 26 muertos desde marzo del año pasado.

Wuhan volvió a vivir

Oficialmente, la ciudad china donde se originó la pandemia, ya disfruta de los eventos masivos desde mediados del 2020. En agosto del año pasado, las imágenes que llegaban de una fiesta electrónica al aire libre repleta de gente bailando en piscinas y sin ninguna distancia social ni mascarillas conmocionaron a un planeta que veía, perplejo, cómo la ciudad desde donde se desperdigaron los contagios vivía plenamente su normalidad.

El lugar fue el parque acuático Wuhan Maya Beach, que reabrió en junio del 2020 después del estricto confinamiento de 76 días al que estuvieron sometidos los habitantes de la ciudad.

Con el transcurrir de los meses, Wuhan ya ha reabierto plenamente sus restaurantes, salas de cine, auditorios, clubes nocturnos y discotecas.

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