El bloqueo del crucero Costa Esmeralda cerca de Roma debido a las sospechas de que haya a bordo dos personas con síntomas del coronavirus de Wuhan ha hecho recordar otros casos de embarcaciones que fueron puestas en cuarentena -situación a la que aún no se ha llegado en el caso del barco italiano- en los últimos años.
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Aquí evocamos cuatro situaciones extremas ocurridas en mares o ríos y las diversas causas que las originaron.
Buque Freewinds, mayo del 2019
La Iglesia de la Cienciología no solo convoca a sus fieles en tierra firme. Posee un crucero, el Freewinds, que “proporciona un entorno seguro, estético y libre de distracciones que es apropiado para la entrega de estos niveles profundamente espirituales de recogimiento”.
Para un devoto de esta iglesia, subir a bordo del Freewinds “es la culminación de un viaje profundamente espiritual (…) y se trata del logro más significativo de su vida, que conlleva la consecución plena de su inmortalidad”, con convenciones y seminarios durante la travesía, según los postulados cienciólogos.
Pues bien, a principios de mayo del año pasado el plano espiritual pasó a segundo plano cuando el crucero, con 318 personas a bordo, acabó en cuarentena en Curazao por un caso de sarampión a bordo.
Fue una tripulante la que presentó los síntomas, que incluyen moqueo nasal, fiebre y sarpullido rojo. Si bien la mayoría de gente con sarampión se recupera, esta enfermedad -que es una de las más infecciosas del mundo- puede ocasionar neumonía, inflamación cerebral e incluso la muerte.
Volviendo al Freewinds, la enferma fue aislada y sacada del navío mientras nueve médicos subieron a este y tomaron 277 muestras de sangre que enviaron a Holanda (Curazao es un reino autónomo del Reino de los Países Bajos) para su análisis.
La cuarentena duró seis días -nadie pudo salir del barco en ese lapso- y acabó una vez que se confirmó que no había más infectados por el contagioso mal.
Cuando ocurrió el hecho, al menos 700 personas habían sido infectadas de sarampión en EE.UU. en los primeros cuatro meses de ese año, algo que las autoridades sanitarias relacionaban con el resurgimiento de los movimientos antivacunas.
La Iglesia de la Cienciología, considerada una secta por algunos, no había tomado entonces ninguna posición específica sobre las vacunas, aunque recomendaba a sus miembros buscar atención médica estándar y medicamentos recetados.
Barco Granato, agosto del 2015
Las alarmas en este navío italiano, que viajaba con 14 tripulantes, saltaron cuando murió repentinamente de un paro cardiorrespiratorio a bordo el cocinero debido a una supuesta dolencia contagiosa, por lo que a su llegada al puerto gallego de Ferrol (España) la nave fue puesta en cuarentena a dos kilómetros del litoral y sus ocupantes retenidos en las aguas.
Los compañeros del fallecido, originarios de Italia, Filipinas y Rumanía, fueron aislados dentro del barco y un equipo médico del Ministerio de Sanidad español los examinó. Luego de un par de días de alarma e incertidumbre confirmó “la ausencia de cualquier tipo de riesgo clínico de contagio”.
Recién entonces se levantó el cordón sanitario preventivo que había sido desplegado y la nave recibió el permiso para realizar sus labores de carga y descarga en el puerto. Sus trabajadores pudieron salir sin restricciones del carguero. El cadáver del cocinero fue enviado a la India, su país natal. Las autoridades no desvelaron de qué dolencia contagiosa falleció.
“Durante tres días nadie fue capaz de dar un mensaje tranquilizador ante la alarma que estaba generando” la presencia del barco en cuarentena, declaró en su momento Julio Iglesias, el alcalde de la localidad coruñesa de Ares, la más cercana al Granato.
Barco Lady Anne, noviembre del 2008
Lo que parecía un estupendo plan de viaje en crucero por el río Rin, en Alemania, se convirtió a fines de noviembre del 2008 en una pesadilla para 110 pasajeros de edad avanzada, en su mayoría británicos.
Ello ocurrió cuando se detectó a bordo un brote de virus estomacal sumamente contagioso, conocido como norovirus, por lo que el navío Lady Anne fue declarado en cuarentena.
El capitán del barco se puso en contacto con los servicios de emergencia alemanes luego de que empezaran a multiplicarse los casos de afectados por vómitos y diarreas, dos de los síntomas más frecuentes del norovirus.
Quince pacientes tuvieron que ser llevados de urgencia a un hospital por peligro de deshidratación y otros 22 afectados fueron atendidos a bordo.
Según los Centros de Control de Enfermedades de EE.UU., “norovirus es el nombre oficial de un grupo de virus que causan gastroenteritis que, al igual que el resto de infecciones virales, no se trata con antibióticos”.
Finalmente, tras unos cuantos días se levantó la cuarentena sin que felizmente se registraran fallecimientos ni secuelas graves en los infectados.
Buque mercante Achilles, noviembre del 2006
La extraña muerte en alta mar de uno de los tripulantes, de origen indonesio, del Achilles obligó a este barco a atracar a fines del 2006 en el puerto chileno de Valparaíso.
Un epidemiólogo, un inspector sanitario y un infectólogo, todos ellos con trajes especiales, arribaron al barco cuando ya se había decretado la alerta epidemiológica ante el desconocimiento de la causa del fallecimiento del contramaestre Arnold Kalasaram, de 59 años.
Procedente de Australia, el buque carguero de las Islas Marshall llevaba carbón hacia el norte de Chile, pero tuvo que interrumpir su ruta por el deceso del indonesio, quien comenzó a sangrar por la nariz y la boca antes de desplomarse súbitamente en cubierta.
El cuerpo fue congelado en la sala de refrigeración del buque a 18 grados bajo cero y una vez que volvió a su temperatura normal pudo ser objeto de un examen exhaustivo. El navío y sus ocupantes quedaron a 2,5 km de la bahía, y se confirmó que ninguno de sus tripulantes podía descender.
“Debemos cautelar que no haya enfermedades contagiosas ni extrañas para Chile, por ejemplo, la gripe aviar, pues hay antecedentes de eso en Indonesia y Australia, o quizá sea el hantavirus”, alertó el Ministerio de Salud chileno.
La cuarentena se levantó una vez que las autoridades sanitarias del vecino del sur descartaron el brote de una epidemia y comprobaron que los nueve croatas y nueve indonesios a bordo se encontraban en buen estado tras una exhaustiva evaluación.