“Esa fue una bomba biológica”, dice a través de la pantalla Freddy Espinoza, tacneño de 45 años afincado en Milán. Se refiere al partido de fútbol entre el Atalanta y el Valencia por los octavos de final de la Liga de Campeones, que se jugó el 19 de febrero en el estadio San Siro.
Unos 40 mil hinchas viajaron desde Bérgamo, y otros miles desde España. Ya en el mundo se oía hablar del coronavirus, pero como un mal lejano, remoto, exótico. Dos días después, los principales hospitales de toda la región de Lombardía comenzaron a llenarse y colapsaron. En uno de ellos, el hospital San Rafael, trabaja Freddy como enfermero.
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El 19 de marzo, exactamente un mes después del “partido cero”, Freddy ingresó a emergencias luego de haber dado positivo en las pruebas de COVID-19 y de sentir que el pecho se le cerraba. Estuvo en el área de emergencias dos días, porque no había habitaciones. El 25 de marzo fue enviado a su casa, bajo total aislamiento. Su esposa, enfermera italiana, también es portadora del virus. La ‘mascarina’ y los guantes componen parte del paisaje de su departamento.
Dolor y distancia
Esta semana, El Comercio entrevistó al ministro de Relaciones Exteriores, Gustavo Meza-Cuadra, y entre otras cosas se le preguntó sobre los compatriotas residentes en el extranjero que están contagiados. “No tengo en este momento la cifra”, dijo. Comentó que la mayoría de casos provenía “esencialmente [de] Italia y España”, pero sin dar números aproximados.
Había entonces que buscar la información en las embajadas. Eduardo Martinetti, embajador en Italia, recibe diariamente información sobre los nuevos casos registrados de COVID-19 y los fallecimientos de connacionales en ese país. Ayer, luego de haber recogido datos de la Prefectura de Milán, confirmó que había al menos 325 peruanos con coronavirus en ese país, la mayoría en la región de Lombardía, donde viven el enfermero Freddy Espinoza y otros miles de migrantes (92 mil, según registros oficiales, aunque la embajada calcula que serían 150 mil).
“Es evidente que la mayor parte de ellos no ha reportado su contagio al consulado. En esa medida, por el momento, no es posible saber con exactitud cuántos son los connacionales infectados. En todo caso, estarían en un rango de entre 325 y 400, sin poder discernir cuántos están hospitalizados y cuántos en aislamiento domiciliario”, explica Martinetti.
El embajador pudo también cotejar la cifra de los peruanos fallecidos en Italia: diez hasta el cierre de esta edición, todos en la región de Lombardía y todos mayores de 50 años. El primero de esta lista murió el 22 de marzo, y los cuatro últimos durante esta semana.
Cadena de contagios
“La vida después de esto va a ser muy pequeña”, dice Fernando Vílchez –peruano, 39 años, cineasta, residente en Madrid–, y otra vez rompe a toser. Después, explica que la doctora del hospital Giménez Díaz que lo atiende le aconsejó hablar (por teléfono, en este caso) para ejercitar los pulmones. Él comparte habitación con un español de más de 70 años, muy grave él, a tal punto que solo puede permanecer echado boca abajo para poder respirar, y lo alimentan a través de sondas. “Siento como pudor. Hay gente que está mucho peor, lo ves en la televisión, aquí en los hospitales”, comenta Vílchez.
Estuvo en Lima tres meses y regresó a Madrid el 5 de marzo, pocas horas antes de que el presidente Martín Vizcarra anunciara en televisión la confirmación del primer caso de COVID-19 en el Perú. En España recién estaban dando medidas restrictivas. Él todavía no sabe si se contagió cuando acudió al supermercado a comprar, o cuando vio a aquel anciano en el parque toser y escupir sangre. Fernando se acercó, quiso ayudarlo, trajo una ambulancia. Y se infectó.
Hace dos días, le dijeron que debía seguir el tratamiento –puñados de pastillas– en su casa, pero en total aislamiento. Parece una buena noticia pero lo es a medias: más que darle de alta, le dijeron que la cama y los equipos que él usaba iban a ser para un paciente en peor estado de salud. La enfermedad sigue alrededor de él: en los ancianos a quienes escuchaba decir: “¡Me voy a morir ahora mismo!” en la fila de espera del hospital, en las enfermeras que calmaban a estos señores y que ahora están también hospitalizadas, o muertas, en los amigos que se contagian, en los planes de vida modificados. “La vida va a ser más pequeña”, repite.
ENTREVISTA
“Los efectos están por venir”
Luis Arribasplata
Cónsul general del Perú en Madrid
— ¿Cuántos peruanos en Madrid han sido contagiados?
En la jurisdicción del Consulado General del Perú en Madrid, tenemos registrados nueve connacionales fallecidos y 17 hospitalizados, de un universo de cien mil personas.
— ¿Son atendidos con normalidad?
La cantidad de personas contagiadas ha desbordado la capacidad de las instalaciones sanitarias. Puedo decir que la sanidad española no hace diferencia entre nacionales y extranjeros.
— ¿Cuáles serán los efectos posteriores?
Los verdaderos efectos sobre la comunidad peruana están por venir. Nos preocupa el colectivo de peruanos llegados desde el 2016, un grupo mayoritariamente formado por ciudadanos que aún no han regularizado su situación migratoria.
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¿Qué es el coronavirus?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).
El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.
El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.
Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.
Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.
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