Farid Kahhat

La revista Forbes hizo notar en un artículo reciente algo interesante respecto a la pandemia en curso: cuando menos 7 gobiernos dirigidos por mujeres respondieron a la pandemia del con celeridad y eficacia, y sus países tuvieran bajas tasas de mortandad.

El contrargumento según el cual también hubo gobiernos dirigidos por hombres que tuvieron una respuesta ejemplar ante la pandemia, se torna irrelevante cuando recordamos ciertas proporciones: a principios del 2020, solo 12 países en el mundo tenían a una mujer como jefe de gobierno, frente a 181 países cuyo jefe de gobierno era un hombre. Es decir, mientras los gobiernos exitosos dirigidos por mujeres son una mayoría respecto del total de gobiernos dirigidos por mujeres, los gobiernos exitosos dirigidos por hombres son una pequeña minoría respecto del total de gobiernos dirigidos por hombres.

Existe, sin embargo, una crítica mejor fundamentada al argumento según el cual es el hecho de que esos gobiernos estén dirigidos por mujeres lo que explicaría su éxito. La relevancia de esa crítica se torna evidente cuando develamos los nombres de los países exitosos gobernados por mujeres: Alemania, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Nueva Zelanda y Taiwán. Es decir, países que reunían otras características (como tener un alto nivel de ingresos, un buen sistema de salud pública y un régimen democrático), que algunos estudiosos (como Alejandro Quiroz y Alastair Smith), asocian con bajas tasas de mortandad en presencia de desastres naturales (asumimos, de modo debatible, que una pandemia viral puede ser entendida como un desastre natural).

Pero, a su vez, existen gobiernos que comparten todas esas características y que, sin embargo, han tenido una respuesta deficiente frente a la pandemia (por ejemplo, los gobiernos de Italia y el Reino Unido). Es decir, cabe dentro de lo posible que, bajo el supuesto de que las mujeres aportan un tipo de liderazgo diferente al de los hombres, sea esto último lo que explique cuando menos en parte el éxito de los gobiernos dirigidos por mujeres.

La primera ministra de Noruega, Erna Solberg, la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, la primera ministra de Islandia, Katrin Jakobsdottir, y la canciller alemana, Angela Merkel, llegan a una conferencia de prensa después de una reunión con los CEO nórdicos celebrada en Islandia en agosto del 2019. (Foto: Halldor Kolbeins / AFP)
La primera ministra de Noruega, Erna Solberg, la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, la primera ministra de Islandia, Katrin Jakobsdottir, y la canciller alemana, Angela Merkel, llegan a una conferencia de prensa después de una reunión con los CEO nórdicos celebrada en Islandia en agosto del 2019. (Foto: Halldor Kolbeins / AFP)
/ HALLDOR KOLBEINS

La literatura sobre el tema sugeriría dos conclusiones. La primera es que el liderazgo femenino tiende a ser diferente solo cuando existe una masa crítica de mujeres en puestos de liderazgo. Cuando, en cambio, las mujeres en puestos de liderazgo trabajan en un entorno compuesto por una gran mayoría de hombres, es más probable que se comporten igual que ellos. Por ejemplo, las 33 mujeres (cifra récord), que eran Directoras Ejecutivas de alguna de las 500 mayores empresas estadounidenses en el 2019.

La segunda conclusión es que, cuando existe una mayor presencia de mujeres, el liderazgo femenino tendría cuando menos dos rasgos que lo hacen diferente: las mujeres en puestos de liderazgo son más proclives al trabajo en equipo en el proceso de toma de decisiones (mientras que los hombres tienden a concentrar en sí mismos las decisiones), y suelen tener una actitud más prudente frente al riesgo (tema que trataré en el siguiente artículo).

La importancia del trabajo en equipo radica en que la actual pandemia presenta riesgos enormes e inéditos difíciles de calcular. La calidad de la información con la que se tomen las decisiones se torna por ende crucial. Y esa información suele ser de mejor calidad cuando en el proceso decisorio participan personas que representan un abanico variopinto de experiencias, profesiones y puntos de vista.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

¿Cuánto tiempo sobrevive el coronavirus en una superficie?

Aún no se sabe con exactitud cuánto tiempo sobrevive este nuevo virus en una superficie, pero parece comportarse como otros coronavirus.

Estudios indican que pueden subsistir desde unas pocas horas hasta varios días. El tiempo puede variar en función de las condiciones (tipo de superficie, la temperatura o la humedad del ambiente).

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