El carácter desconocido del coronavirus COVID-19 sirve de terreno fértil para alimentar las ‘fake news’. En esta foto de inicios de marzo, una mujer revisa su celular en Teherán. (Photo by ATTA KENARE / AFP)
El carácter desconocido del coronavirus COVID-19 sirve de terreno fértil para alimentar las ‘fake news’. En esta foto de inicios de marzo, una mujer revisa su celular en Teherán. (Photo by ATTA KENARE / AFP)
/ ATTA KENARE
Milagros Asto Sánchez

Al igual que el , las noticias falsas y la desinformación infectan rápido y sin distinción. Mientras usted lee esta nota, historias sobre recetas milagrosas para curar el COVID-19, teorías sobre su origen y virales como el de la niña que “hablaba con Dios” siguen llegando a miles de personas en todo el mundo a través de Internet.

Se trata de otro tipo de virus que no es exclusivo de esta pandemia y que puede combatirse con educación y buena prensa, explica Ramón Salaverría, profesor de Periodismo y vicedecano de Investigación de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra.

En marzo, Salaverría obtuvo una buena noticia en medio de la pandemia: su proyecto para investigar cómo se difunden en las redes sociales noticias falsas sobre salud obtuvo el financiamiento de la Fundación BBVA. Lo curioso es que Salaverría y el equipo que lidera presentaron la propuesta en noviembre pasado, cuando aún nadie sabía que se avecinaba una hecatombe sanitaria por el COVID-19 y que su carácter desconocido serviría de terreno fértil para alimentar las ‘fake news’.

El español Ramón Salaverría es profesor de periodismo. Lidera un proyecto para investigar durante dos años cómo se difunden en las redes sociales noticias falsas sobre salud a través de las redes sociales.
El español Ramón Salaverría es profesor de periodismo. Lidera un proyecto para investigar durante dos años cómo se difunden en las redes sociales noticias falsas sobre salud a través de las redes sociales.

— ¿La desinformación es el otro gran virus que se ha reforzado con el COVID-19?

Efectivamente, yo pienso que en estos momentos la sociedad global se enfrenta a dos virus al mismo tiempo. Por supuesto, uno es mucho más mortal y está trastornando la vida de las personas, llevándose por delante a seres queridos, derrumbando economías y desorganizando sociedades completas. Al mismo tiempo, no sé si como consecuencia del primero, pero desde luego en paralelo, estamos experimentando el virus de la desinformación, cuyos efectos son menos importantes, pero siguen siendo igualmente negativos y multiplican la zozobra en la que estamos viviendo.

Miles de noticias falsas sobre el coronavirus se difunden a diario en todo el mundo. (Photo by JACK GUEZ / AFP)
Miles de noticias falsas sobre el coronavirus se difunden a diario en todo el mundo. (Photo by JACK GUEZ / AFP)
/ JACK GUEZ

En un entorno en el que la gente está aislada en sus casas y tiene las únicas ventanas al mundo a través de los medios de comunicación y, particularmente, de Internet, el hecho de que gran parte de la información que llega a través de esos canales esté contaminada por intereses espurios y por personas que pretenden divulgar información maliciosa produce una serie de perjuicios que son relevantes.

— ¿Cuáles han sido las ‘fake news’ más comunes que ha visto en su análisis en lo que va de la pandemia?

Yo pienso que vale más la pena hablar de categorías. Nosotros hemos visto centenas de informaciones deliberadamente falsas que han sido divulgadas a través de distintos canales en las últimas semanas. En un poco más de un mes, tenemos contabilizadas más de 300, y lo que vemos es que hay varios tipos, las mencionaré en gradación de gravedad.

Por una parte, está la parodia o la simple broma. Siempre hay un “gracioso” que aprovecha esta situación para diseminar contenido falso que considera gracioso y que termina llevando al engaño a muchas personas. En segundo lugar, estaría la exageración, que es divulgar una información que tiene una parte de verdad, pero también una serie de elementos que van más allá de lo verdadero. Es difícil determinar si esas exageraciones son deliberadas o fruto de la falta de precisión. En tercer lugar, está la descontextualización, básicamente presentar una información que es real, pero en un contexto distinto al que originalmente le corresponde.

Varios comunicados falsos que luego han sido desmentidos por las autoridades han circulado entre los peruanos.
Varios comunicados falsos que luego han sido desmentidos por las autoridades han circulado entre los peruanos.

— Se ha visto mucho de eso durante la pandemia…

Sí. Como cuando se toma un video de un tumulto en un supermercado que ocurrió hace dos años y se dice que está ocurriendo ahora. Este tipo de descontextualizaciones están siendo bastante comunes en esta situación de alarma. En cuarto lugar, hablaría de la suplantación de identidad. Ocurre, por ejemplo, cuando se diseminan contenidos que se atribuyen a un determinado líder político y realmente lo que se está haciendo es usar su nombre, pero falsear las palabras; o cuando se divulga algún tipo de supuesta oferta de alguna marca comercial, y lo que realmente ocurre es que se está utilizando eso para capturar los números de cuenta bancaria de los usuarios o cosas parecidas. La quinta categoría sería directamente el engaño, la fabricación informativa donde hay una estrategia deliberada de diseminar una mentira, orquestada mediante texto, elementos gráficos o lo que haga falta con la finalidad de confundir a la ciudadanía y llevarla a una serie de comportamientos o decisiones guiadas por una falsedad.

— La intencionalidad puede variar, ¿pero no todas las informaciones falsas son igual de peligrosas?

Sería un poco prematuro que me pronunciara sobre este asunto, porque para saber cuál es el grado de perjuicio que puede producir cada uno de los tipos de noticias falsas, hay que hacer unos estudios que, precisamente, son los que queremos abordar y que, gracias a la ayuda que hemos recibido de la Fundación BBVA, tenemos la intención de explorar en los próximos dos años. Evidentemente, vamos a usar como referente todo este contexto único e histórico al que estamos asistiendo en estas semanas, pero ver qué tipo de consecuencias y comportamientos generan las distintas formas de desinformación diseminadas es algo que todavía no conocemos.

El virus ha afectado el modo en el que nos relacionamos con el mundo. (Foto: Wang Zhao / AFP)
El virus ha afectado el modo en el que nos relacionamos con el mundo. (Foto: Wang Zhao / AFP)
/ WANG ZHAO

— Ha dicho que esta es la primera pandemia de las redes sociales. ¿Cómo está cambiando el coronavirus al mundo de la información?

Sí, habría que precisar que sí ha habido epidemias en el pasado que han coincidido con las redes sociales, como la del ébola en el 2014, pero efectivamente esta es la primera ocasión en la que tenemos una pandemia asociada a un entorno de redes sociales. Pienso que la combinación de esos dos ingredientes hace que las personas en estos momentos estemos confinadas en nuestras casas y que nuestra relación con el exterior sea una relación mediada. Nosotros conocemos lo que está ocurriendo fuera gracias a lo que nos comunican los medios de comunicación profesionales, pero también en gran medida gracias a esa información que viene filtrada por las redes sociales. Muchos ciudadanos están haciéndose una idea de lo que les rodea a partir de esa información, que en muchos casos viene contaminada por este tipo de contenidos. Por lo tanto, yo pienso que es una situación sociológicamente peligrosa.

— Esta pandemia está poniendo a prueba la responsabilidad que tenemos como ciudadanos al informarnos. ¿Qué deberíamos hacer al recibir una información?

Las autoridades sanitarias nos están pidiendo que mantengamos una distancia social para evitar la propagación del COVID-19, yo diría que también hace falta una cierta distancia social para evitar propagar los infundios. Si tenemos una tendencia a compartir inmediatamente cualquier tipo de información que nos llega, podemos estar contribuyendo inopinadamente, involuntariamente, a la diseminación de un mal. Yo pediría a los ciudadanos que cuando reciban una información, salvo que venga avalada por una fuente solvente o que puedan contrastarla con fuentes de referencia y portales como instituciones públicas, medios de comunicación profesionales o eventualmente un experto en la materia, no la compartan.

Salaverría afirma que existen varios tipos de noticias falsas que van desde la simple broma hasta el engaño directo.
Salaverría afirma que existen varios tipos de noticias falsas que van desde la simple broma hasta el engaño directo.

Otro asunto relevante es que el hecho de que nos llegue una información comunicada por un familiar, por un amigo, por un colega del trabajo no la convierte en algo real. Tendemos a bajar la guardia cuando la información nos llega de alguna persona querida o conocida porque pensamos que difícilmente va a querer engañarnos, pero evidentemente no es esa la persona que nos quiere engañar, pero sí la que originalmente produjo aquel engaño, por lo tanto, hay que estar muy alertas con este tipo de contenidos.

— ¿Es más peligroso compartir información falsa durante una pandemia?

Yo diría que puede tener efectos directos e indirectos, los más graves son los directos. Ha habido algún caso, por ejemplo, en Irán y en Turquía. Algunas agencias de noticias internacionales documentaron el caso de personas que fallecieron por haber consumido alcohol de alta graduación, porque parece que había circulado la falsa noticia de que consumirlo contribuía a limpiar el cuerpo por dentro. Eso es un efecto directo, el más funesto que puede haber, pero por fortuna la gran mayoría de los efectos no son tan terribles y son, podríamos decir, indirectos, de preocupación, de cambios de comportamiento, y son efectos que en muchos casos responden a una intención deliberada de quien ha producido esa noticia falsa.

Esto ocurre particularmente en el ámbito ideológico, en la pugna ideológica entra la derecha y la izquierda. En muchos países se está usando este contexto de la pandemia como una oportunidad para desarrollar un debate ideológico utilizando argumentos vinculados a la pandemia.

— Mencionó cómo estamos reconfigurando nuestras vidas en confinamiento, con un mayor uso de las redes sociales y los medios digitales. ¿Cuál es la misión de los periodistas en este nuevo escenario?

La misión de los periodistas en los últimos 25 años ha cambiado en gran medida por el impacto de la tecnología digital. Hasta la llegada de Internet un periodista era aquel que te daba la noticia en primera instancia, pero ahora el problema no es encontrar las noticias, ahora el problema es encontrar la verdad. Estamos rodeados de noticias, pero tenemos el problema de que gran parte de esas noticias no responden a la realidad. Entonces, el papel del periodista ya no es tanto ser el investigador o la persona que es capaz de proporcionar una información que ningún otro ha ofrecido, sino convertirse en el garante de la certeza de una información.

El Comercio ha hecho campaña para evitar la desinformación por las noticias falsas.
El Comercio ha hecho campaña para evitar la desinformación por las noticias falsas.

En muchas ocasiones, esta multiplicación de informaciones falsas nos está recordando la importancia del periodismo profesional. Muchos usuarios después de recibir una información en sus teléfonos móviles, en sus cuentas de redes sociales, tratan de confirmar esa información a través de un periódico, de una radio, de un canal de televisión. Yo creo que dentro de las funestas noticias que nos rodean esto puede ser una oportunidad positiva para que el periodismo profesional recupere esa relevancia social que le corresponde.

— Paradójicamente, existe mayor demanda por información veraz mientras los recursos para el periodismo se siguen agotando…

Sí, estamos en una situación complicada porque, claro, no solamente la sociedad está en crisis, los propios medios de comunicación también lo están en gran medida. Ahora incluso muchos periodistas están obligadamente dispersados y no cuentan con los recursos tecnológicos y la infraestructura con la que habitualmente trabajan en sus redacciones, y el trabajo resulta mucho más penoso todavía.

Yo creo que, así como muchas profesiones están demostrando el valor y la necesidad que tenemos de ellas dentro de nuestra sociedad -me refiero por supuesto a los doctores, al personal de seguridad, a los equipos de ayuda y de atención rápida-, la gente se está dando cuenta, y es bueno que así sea, del importante papel que tienen los profesionales de la información.

El experto español aboga por fomentar la alfabetización mediática de los niños y jóvenes. (Foto: Miguel Schincariol / AFP)
El experto español aboga por fomentar la alfabetización mediática de los niños y jóvenes. (Foto: Miguel Schincariol / AFP)
/ MIGUEL SCHINCARIOL

— Ha dicho que buscar resolver el problema de la desinformación y noticias falsas con medidas tecnológicas o judiciales no ataca el problema de fondo, que es cultural y está asociado a la educación en medios. ¿Cómo vamos en ese aspecto?

Efectivamente, las formas de enfrentar el problema de la desinformación pues se están abordando básicamente desde tres vectores. Hay una línea tecnológica, que es la adoptada por las plataformas digitales que tratan de contrarrestar los males de la tecnología con más tecnología poniendo filtros y barreras para tratar de poner límite a la difusión indiscriminada de desinformación. En segundo lugar, están las medidas legales y judiciales, que tratan de perseguir judicialmente a aquellos que deliberadamente están tratando de diseminar este tipo de falsedades. Pero pienso que esos dos vectores son paños calientes, son formas un poco incompletas de poner coto a este problema.

La forma que realmente puede terminar rindiendo resultados es apoyarnos en la alfabetización mediática. Enseñar a la ciudadanía, empezando por los más jóvenes, por los niños, la importancia de la información, las características de una información de calidad, cuáles son los elementos que nos pueden alertar sobre la potencial manipulación de una información. Este tipo de cosas no forman parte en estos momentos de la educación, al menos en mi país, y entiendo que tampoco en el Perú. Y yo creo que es un tipo de conocimiento que a la vista sería enormemente conveniente.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

¿Cuánto tiempo sobrevive el coronavirus en una superficie?

Aún no se sabe con exactitud cuánto tiempo sobrevive este nuevo virus en una superficie, pero parece comportarse como otros coronavirus.

Estudios indican que pueden subsistir desde unas pocas horas hasta varios días. El tiempo puede variar en función de las condiciones (tipo de superficie, la temperatura o la humedad del ambiente).

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